CAPÍTULO 10: La chica del bosque

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—¡¿Qué ha sido eso?! —exclamó Malena, histérica.

—Fuera lo que fuese, ha espantado a nuestra presa —contestó Chen, pegándole una puñalada al primer árbol que vio, enrabiado. Después, me miró con ojos desquiciados—. Estarás contenta, niña estúpida. Si no hubieras puesto resistencia, ya tendríamos un buen manjar.

Me hice pequeñita en mi lugar por la repentina ira de Chen. Temí que la siguiente puñalada fuera hacia mi persona en lugar de a otro árbol. Siendo él, era capaz. Había apuñalado a Alec, ¿qué le impedía hacer lo mismo conmigo?

—Ella no tiene la culpa de que el pequeño ciervo haya salido huyendo. Ella no ha provocado ese estruendo —me defendió Jaxsen.

Eso no disminuyó el cabreo de Chen, seguro que seguía deseando hundirme el cuchillo hasta atravesar mi cuerpo por completo.

El chico negó con la cabeza.

—Siempre la defiendes como si fuera tu puñetero cachorrito, Jaxsen. Estás empezando a terminar con mi paciencia —le dijo, apuntándolo con el arma en forma de advertencia.

—Guarda el cuchillo ahora mismo, Chen. Como le hagas daño a alguien más, me veré obligado a echarte del grupo —le dijo, con su semblante serio.

Él soltó aire por su nariz de forma irónica y guardó su arma, tal y como Jax había ordenado. Masculló algo inentendible y se dirigió hacia otro lado para pegarle una patada a otro árbol. Jax rodó los ojos frente a su pataleta.

—¿Tienes idea de qué ha sido ese estruendo? —le pregunté, pero recibí un meneo negativo de su cabeza como contestación.

—Tal vez ha sido una explosión en Archburg —sugirió Leia—. No nos encontramos muy lejos de allí, y en esa zona siempre pasan ese tipo de cosas. Al fin y al cabo, es un campo de entrenamiento para androides enorme.

—Entonces, ¿no debemos preocuparnos? ¿No estamos en peligro? —dijo Mal, con un tono temeroso.

—No puedo asegurarte nada, Mal, pero lo más probable es que se trate de lo que he dicho.

Las palabras del Leia relajaron a la chica del pelo rosa, y también me relajaron a mí, que ya estaba empezando a temer que nos atacaran como habían hecho en Runas o en el búnker.

Continuamos andando. Traté de mantenerme lo más alejada posible de Chen, que seguía mirándome como si yo fuera el mal en persona y refunfuñaba algo en voz baja. A su vez, Alec lo miraba a él de la misma forma, pero se aguantaba las ganas de devolverle la puñalada por la amenaza que había lanzado Jaxsen momentos antes.

—Siento los ojos desquiciados de Chen en mi nuca todo el rato, me está poniendo nerviosa —murmuré, alzando la voz lo justo como para que Jax me pudiese escuchar.

Quizá fue cosa mía, pero me pareció ver que su cuerpo se acercaba ligeramente más al mío tras mi comentario.

—No va a hacerte daño, Nix, está advertido —me dijo, para que le quitase importancia y no me preocupase más.

—¿Y si decide pasar de tus avisos? Creo que está lo suficientemente loco como para preferir matarme antes que seguir en el grupo —sugerí.

Él refutó mi respuesta negando con la cabeza.

—Por muy ido que esté, no va a matarte. No por lo del cervatillo, al menos. Y, si lo intentara, tendría que ser por encima de mi cadáver —me dijo. Lo miré a los ojos, sorprendida por aquello último. Cuando él me devolvió la mirada, pude ver el fantasma de una sonrisa aparecer en sus labios.

—¿Morirías para intentar salvarme? —le pregunté, todavía asimilando sus palabras, repitiéndolas en mi mente una y otra vez.

Jax hizo el ademán de contestarme, sin embargo, una voz irrumpió en nuestra conversación.

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