En la Línea de Fuego.

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El sol se alzaba en el horizonte, desperezándose con una luz dorada que llenaba la habitación de Rodrigo. A pesar de la claridad del día, su mente estaba sumida en la confusión y el torbellino de emociones que había surgido tras el stream con Iván. La atracción que había sentido no solo había capturado su atención, sino que también había dejado una marca indeleble en su conciencia.

Esa mañana, Rodrigo decidió que no podía ignorar lo que estaba pasando. Se preparó un café, su infusión matutina habitual que lo mantenía alerta, y se sentó frente a su computadora. Abrió Twitter, con la esperanza de ver algún mensaje de Iván. Pero, aunque su feed estaba lleno de especulaciones sobre su "relación", no había señales del chico que había comenzado a invadir sus pensamientos.

Después de un rato, tomó la decisión de dejar de lado las redes sociales y salir a despejar la mente. Un paseo por el barrio siempre le había servido como una buena terapia. Se vistió con una remera cómoda y salió, dejando atrás el ruido digital.

Mientras caminaba, observaba a la gente pasar, ajena a su mundo de streamers y seguidores. El aire fresco le hacía bien, pero su mente seguía regresando a Iván. Pensaba en lo que había sentido durante la transmisión, cómo cada mirada y cada risa habían sido como descargas eléctricas. Pero también sabía que tenía que tomar las cosas con calma.

Regresó a casa con una mezcla de alivio y ansiedad. Al abrir la puerta, su teléfono vibró. Un mensaje. Su corazón se aceleró al ver que era de Iván.

Iván: "¡Hey, Carre! ¿Te parece si hacemos un juego para desestresarnos un poco? Tal vez un par de partidas privadas esta noche. Solo nosotros. 😄"

Rodrigo sintió una punzada de emoción. La idea de pasar más tiempo con Iván, aunque fuera virtualmente, lo emocionaba. Sin pensarlo dos veces, respondió.

Rodrigo: "¡Suena genial! Estoy dentro. ¿A qué hora?"

Iván: "¿Te parece a las 9? Prometo no hacer trampas. 😉"

Rodrigo rió ante la broma y se sintió más ligero. Había algo en la despreocupación de Iván que lo atraía, como si lo invitara a dejar atrás su necesidad de control. A medida que se acercaba la noche, la ansiedad fue reemplazada por anticipación.

A las 9 en punto, se conectó a su computadora. La emoción crecía en el aire, y cuando vio la notificación de que Iván estaba listo para unirse, su corazón dio un vuelco. La pantalla brillaba con el rostro sonriente de Iván.

—¡Hola, Carre! —saludó Iván, su voz resonando en los auriculares de Rodrigo.

—¡Hey! ¿Listo para perder? —respondió Rodrigo, con una sonrisa que no podía contener.

La partida comenzó, y rápidamente ambos se sumergieron en el juego, pero lo que había comenzado como una competencia amistosa se transformó en algo más. Las risas fluían como el agua, y a medida que avanzaban en el juego, la atmósfera se tornó más íntima. Cada comentario cargaba un significado más profundo, y Rodrigo sintió que la línea entre la amistad y algo más comenzaba a difuminarse.

Mientras jugaban, Iván comenzó a abrirse, compartiendo anécdotas de sus primeras experiencias como streamer. Hablaba de sus sueños, sus inseguridades, y de lo que significaba para él conectar con otros a través del juego. Rodrigo escuchaba, embelesado, sintiéndose cada vez más atraído no solo por la habilidad de Iván, sino por su autenticidad. Era un aire fresco en un mundo que a menudo podía sentirse superficial.

—A veces me da miedo lo que la gente espera de mí —confesó Iván, mientras se preparaban para la siguiente ronda—. La presión puede ser abrumadora, pero al mismo tiempo, creo que es lo que me motiva a seguir. ¿Te pasa algo similar?

Rodrigo asintió, sintiéndose vulnerable por un momento. Había estado tan concentrado en mantener su imagen pública que había olvidado lo que era ser auténtico.

—Sí, a veces me siento atrapado en ese rol de "rey del streaming". La gente tiene expectativas y... —hizo una pausa, buscando las palabras—. No sé si siempre puedo cumplirlas.

Iván lo miró con una mezcla de comprensión y apoyo. Rodrigo sintió que su corazón latía más rápido. La conexión era real, palpable, y el momento se sentía cargado de emociones.

Después de unas horas de juego, decidieron tomar un descanso. Ambos se desconectaron un momento, y Rodrigo se sintió enérgico, como si hubiera dado un paso más hacia lo que realmente quería. La idea de la posibilidad de algo más con Iván se estaba convirtiendo en un pensamiento constante.

Mientras esperaba que Iván volviera a conectarse, Rodrigo revisó su teléfono, pero algo lo detuvo: en su pantalla, un comentario llamó su atención.

"¿Carre se está enamorando de Iván?", decía.

Sintió que un rubor le subía por las mejillas. ¿Era eso posible? ¿Estaba realmente comenzando a sentir algo por Iván? Se dio cuenta de que no solo se trataba de una atracción física; había una conexión emocional que no podía ignorar.

En ese instante, Iván volvió a aparecer en la pantalla.

—¡Listo para la revancha! —anunció, y Rodrigo se sintió agradecido por el cambio de tema.

—Claro, ¡que empiece el juego! —respondió, intentando enfocar su mente en la competencia.

Pero a medida que avanzaban en las partidas, la tensión entre ellos era palpable. Las miradas, las sonrisas, todo parecía tener un trasfondo más profundo. Las risas se convirtieron en chistes que parecían tener un significado oculto, y la atmósfera se volvió más cargada. Rodrigo sabía que se estaba acercando a un punto de no retorno, y no estaba seguro de cómo manejarlo.

La noche avanzó y las partidas se sucedieron, cada una más intensa que la anterior. Sin embargo, en un momento, durante una pausa, Iván lo miró directamente a los ojos a través de la pantalla.

—Carre, ¿qué piensas de todo esto? De nosotros, de cómo hemos estado conectando —preguntó, su voz seria.

Rodrigo sintió que el corazón se le aceleraba. Esa pregunta, tan directa, lo tomó por sorpresa. No podía dar marcha atrás. Había llegado a un punto crítico, y lo sabía.

—Creo que hay algo especial aquí. Algo que no puedo ignorar —respondió, sintiendo que el peso de sus palabras lo liberaba.

Iván sonrió, y Rodrigo sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía. En ese instante, todo parecía posible.

—Yo también lo siento. Es raro, pero bien. No estoy seguro de a dónde nos llevará esto, pero quiero descubrirlo contigo —dijo Iván, su mirada llena de sinceridad.

Rodrigo sintió que una ola de emoción lo envolvía. Estaban en la línea de fuego, dispuestos a atravesar la barrera que los separaba de una conexión más profunda. A partir de ese momento, nada sería igual. La incertidumbre y la emoción se entrelazaban, y mientras continuaban jugando, Rodrigo supo que estaban a punto de iniciar un viaje que los llevaría a descubrir no solo el uno al otro, sino también a sí mismos.

Entre las Sombras del Stream.(rodrivan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora