La Verdad Dolorosa.

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El otoño había llegado, trayendo consigo una brisa fría que soplaba a través de la ciudad. Las hojas caían, cubriendo las aceras de tonos dorados y marrones, un espectáculo que solía encantar a Rodrigo. Pero ahora, cada hoja que caía le recordaba el paso del tiempo y la creciente distancia entre él e Iván. Se sentía atrapado en un ciclo interminable de tristeza, y a pesar de sus intentos por seguir adelante, cada día se hacía más difícil.

Rodrigo pasaba las horas sentado frente a su computadora, el brillo de la pantalla iluminando su rostro cansado. Los juegos ya no le ofrecían el mismo consuelo. Su mente estaba llena de recuerdos de Iván: su risa, su voz, el modo en que su mirada se iluminaba cuando hablaban de sus pasiones. Había momentos en los que se preguntaba si todo había sido un sueño, una ilusión que ahora se había desvanecido.

Los días sin noticias de Iván se convirtieron en semanas, y la angustia se volvió una compañera constante. Rodrigo intentaba mantener su rutina, pero cada vez que se sentaba a hacer un streaming, el vacío lo consumía. La alegría que antes sentía al conectar con su audiencia se había transformado en un dolor punzante. En su interior, sabía que lo que realmente anhelaba era a Iván.

La verdad lo golpeó con fuerza, y con cada día que pasaba, se dio cuenta de que estaba profundamente enamorado de su amigo. Pero la idea de aceptar ese amor lo aterraba. La vulnerabilidad que había sentido al abrirse a Iván lo había dejado expuesto, y el miedo al rechazo se transformó en un muro que se interponía entre su corazón y su mente.

Una noche, Rodrigo decidió salir a caminar, con la esperanza de despejar su mente. La fría brisa otoñal le helaba la piel, pero no podía sentirse más vivo. Cada paso resonaba en su corazón, como un recordatorio de que seguía adelante, aunque la carga de su amor no correspondido pesara sobre él.

Mientras caminaba por el parque, se detuvo frente a una banca donde solía sentarse con Iván. Las sombras se alargaban a su alrededor, y la nostalgia lo golpeó con fuerza. Cerró los ojos, imaginando cómo habría sido esa tarde si Iván estuviera allí. Su corazón se apretó al recordar las conversaciones profundas y las risas compartidas. El dolor de la ausencia se volvió casi insoportable.

"¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?", murmuró, sintiendo las lágrimas acumulándose en sus ojos. La respuesta era simple, pero dolorosa: porque estaba enamorado de él. Esa revelación lo llevó a una espiral de confusión. Amarlo era hermoso, pero también devastador. ¿Cómo podía amar a alguien que parecía haber desaparecido de su vida?

Regresó a casa con la mente en tormenta. Se sentó en su cama, el silencio envolviéndolo como una manta fría. Era un momento de reflexión, y sabía que debía enfrentarse a sus sentimientos. Sin embargo, aceptar que estaba enamorado de Iván era como abrir una herida que nunca sanaría. ¿Qué haría si él nunca regresaba?

Con el tiempo, las noches se volvieron más difíciles. Cada vez que cerraba los ojos, el rostro de Iván aparecía en sus sueños, pero al despertar, la soledad se hacía más palpable. Rodrigo se sintió atrapado en un ciclo de anhelo y desilusión. La tristeza se convirtió en una constante, como un peso que no podía quitarse de encima.

A medida que pasaron las semanas, sus amigos comenzaron a preocuparse por él. Intentaron llevarlo a eventos, a socializar, pero la idea de estar rodeado de personas sin Iván a su lado lo llenaba de desesperanza. A menudo se quedaba en casa, donde podía ser honesto consigo mismo y llorar por lo que había perdido.

Una noche, tras un día particularmente difícil, se sentó frente a su computadora. Abrió la ventana de chat con Iván, sin saber si algún día leería sus mensajes. Comenzó a escribir, dejando que sus emociones fluyeran sin filtros:

"Hola, Iván. Sé que no hemos hablado en mucho tiempo, y me duele. Te extraño más de lo que puedo expresar. No solo me haces falta como amigo; estoy enamorado de ti, y no sé cómo manejarlo. Cada día sin ti es un recordatorio de lo que podría haber sido. Me duele, y me siento tan perdido sin tu presencia. Quiero que sepas que significas mucho para mí, y espero que encuentres la felicidad que mereces, incluso si eso significa que no soy parte de tu vida. Pero necesito que sepas la verdad."

Presionó "enviar" y sintió un alivio momentáneo, pero también el miedo inundó su pecho. Había dejado caer una bomba emocional, y la incertidumbre lo devoró. Pasaron las horas, pero no hubo respuesta. El silencio se convirtió en una presencia pesada, y Rodrigo se sintió más solo que nunca.

Esa noche, el insomnio lo acompañó una vez más. Se quedó despierto, sintiendo la angustia que lo invadía. La tristeza se había transformado en un torbellino de emociones, y no sabía cómo salir de esa espiral. La aceptación de su amor por Iván lo había dejado más vulnerable que nunca, y no podía imaginar un futuro sin él.

Con cada amanecer, Rodrigo se despertaba con la esperanza de que quizás, en algún momento, Iván podría volver. Pero la realidad lo golpeaba de nuevo, y el vacío se hacía más profundo. Cada día era una lucha, y la carga emocional se volvía más pesada. Se sentía atrapado en un limbo, deseando que las cosas fueran diferentes, pero sin saber cómo cambiar su situación.

A medida que el otoño avanzaba, la sensación de pérdida se intensificaba. Rodrigo se encontraba constantemente atrapado en sus pensamientos, deseando que Iván regresara y le diera sentido a su vida. La aceptación de su amor por él se volvió un ciclo interminable de alegría y tristeza. Era hermoso sentir esa conexión, pero también doloroso vivir con la incertidumbre de su ausencia.

Con el paso de los días, Rodrigo comprendió que debía encontrar la manera de seguir adelante, incluso si eso significaba aceptar que su amor por Iván podría no ser correspondido. Sin embargo, el camino hacia la sanación era un viaje doloroso y complicado, y su corazón seguía aferrándose a la esperanza, aunque esa esperanza se sentía cada vez más frágil.

Finalmente, una noche, mientras miraba el cielo estrellado desde su ventana, se dio cuenta de que la lucha interna era parte de su crecimiento. Amar a alguien con todo su ser era hermoso, pero también implicaba aceptar la posibilidad de perderlo. Con lágrimas en los ojos, Rodrigo decidió que debía aprender a vivir con ese amor, incluso si significaba que nunca podría ser correspondido.

El dolor lo acompañaría, pero también era un recordatorio de lo hermoso que había sido ese amor. Aceptar su verdad sería el primer paso hacia la sanación, y aunque el camino sería largo y difícil, sabía que era el único camino que podía tomar. En su corazón, siempre llevaría a Iván, como una estrella brillante en la oscuridad.

Entre las Sombras del Stream.(rodrivan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora