Ecos del Pasado.

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Los días se habían convertido en semanas, y la rutina de Rodrigo había tomado un matiz gris que no podía sacudir. La soledad era un compañero constante, un manto pesado que lo envolvía, y su habitación, antes un espacio vibrante de creatividad y conexión, se sentía como una prisión. Cada rincón le recordaba a Iván, y con cada recuerdo venía una punzada de dolor.

Rodrigo había intentado distraerse. Se sumergió en proyectos de streaming, pero incluso sus seguidores, que solían llenarlo de energía, no podían hacer más que recordarle la ausencia de su amigo. Las risas y los comentarios positivos ya no resonaban de la misma manera. Se sentía como un actor en una obra de teatro, interpretando un papel sin convicción.

Cada vez que recibía un mensaje, su corazón se aceleraba, solo para caer en la desilusión al ver que no era Iván. El silencio se había convertido en un eco ensordecedor que resonaba en su mente, un recordatorio constante de lo que había perdido. Rodrigo pasaba noches en vela, revisando su teléfono, buscando la esperanza de que Iván se conectara, de que apareciera de nuevo en su vida.

Una tarde, decidido a enfrentar su dolor, Rodrigo se sentó en su escritorio y abrió un viejo archivo donde había guardado sus pensamientos más íntimos. Las palabras que una vez fluyeron con facilidad ahora se sentían pesadas y difíciles de articular. Comenzó a escribir:

"Hoy me siento más solo que nunca. Las risas que compartimos parecen un eco lejano. A veces me pregunto si todo fue real o si solo fue un sueño del que desperté de golpe. La ausencia de tu voz es como un agujero en mi pecho, y no sé cómo llenarlo. Te extraño, Iván, y no sé si alguna vez podré dejar de hacerlo."

Cada palabra era un esfuerzo, pero liberar sus pensamientos le proporcionaba un pequeño alivio. Sin embargo, al terminar, la sensación de vacío regresó con fuerza. Guardó el archivo, sabiendo que había expresado lo que sentía, pero eso no llenaba el abismo que había dejado la falta de Iván.

Esa noche, decidió dar un paseo. La idea de salir al mundo lo intimidaba, pero necesitaba sentir algo más que la fría soledad de su habitación. Caminó por las calles, cada paso resonando con una tristeza profunda. La luna brillaba en el cielo, pero su luz no podía iluminar el oscuro túnel en el que se encontraba.

Mientras caminaba, se encontró con un parque donde solía ir con Iván. Allí habían compartido risas, conversaciones profundas y sueños. Ahora, el lugar se sentía vacío y triste. Se sentó en una banca, recordando las tardes pasadas. La nostalgia lo golpeó con fuerza; el viento soplaba suave, pero no podía borrar la sensación de pérdida.

Cerró los ojos, deseando poder volver atrás, revivir esos momentos. Pero en lugar de eso, se encontró atrapado en un torbellino de emociones. La tristeza se convirtió en lágrimas que rodaban por sus mejillas. No era solo la ausencia de Iván lo que le dolía; era la sensación de que había perdido una parte de sí mismo. Había creído en la posibilidad de algo hermoso y, de repente, todo se desmoronó.

Regresó a casa, con el corazón pesado y los ojos rojos. Se sentó en su silla, mirando la pantalla, pero no podía encontrar la fuerza para encenderla. En cambio, se dejó caer en su cama, sintiendo que el mundo exterior había desaparecido. Las horas pasaron, pero la soledad se mantuvo firme a su lado, un recordatorio de que las conexiones, incluso las más intensas, pueden romperse sin previo aviso.

Con el paso de los días, Rodrigo se vio atrapado en un ciclo interminable de tristeza. A veces, pensaba en llamar a Iván, en romper el silencio. Pero cada vez que lo intentaba, la duda lo detenía. ¿Qué diría? ¿Qué si todo había cambiado irreversiblemente? El miedo a un rechazo lo paralizaba.

Los amigos de Rodrigo comenzaron a notar su ausencia. Intentaron animarlo, lo invitaron a salir, a hacer cosas. Pero cada vez que se reunía con ellos, se sentía como un extraño en su propia vida. Las risas de sus amigos solo le recordaban lo que había perdido. Se sentía atrapado en un juego que no quería jugar, una obra de teatro en la que él ya no quería estar.

Una tarde, mientras revisaba viejas fotos en su teléfono, se encontró con una imagen de él e Iván, riendo juntos en una convención de videojuegos. Mirando sus sonrisas, sintió un dolor punzante en el pecho. Aquella imagen capturaba un momento de pura felicidad, un instante en el que el futuro parecía prometedor. La idea de que ese futuro había desaparecido lo llenó de una tristeza abrumadora.

En un impulso, decidió enviarle un mensaje a Iván. Su corazón latía con fuerza mientras escribía: "¿Estás bien? Te extraño. Me gustaría hablar contigo." Presionó "enviar" y sintió que una parte de él se liberaba. Sin embargo, el silencio que siguió fue devastador. Pasaron horas sin respuesta, y la espera se volvió insoportable.

Esa noche, el insomnio lo acompañó. Se quedó despierto, mirando el techo, escuchando el suave murmullo de la noche. La oscuridad le parecía un reflejo de su propio estado emocional. Cada pensamiento sobre Iván lo llenaba de melancolía, y con cada recuerdo, sentía que se hundía un poco más.

Finalmente, agotado, se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Miró hacia el cielo estrellado, buscando respuestas entre las constelaciones. "¿Por qué?" se preguntó en silencio. La soledad era abrumadora, y el dolor de la ausencia de Iván se había vuelto un peso que no podía soportar.

A medida que las lágrimas caían de sus ojos, Rodrigo se dio cuenta de que no solo había perdido a Iván; había perdido su sentido de identidad. La conexión que habían forjado había sido una parte esencial de quién era él. Y ahora, al mirar al vacío, se sintió despojado, como si hubiera perdido un fragmento de su alma.

Con el corazón roto y la mente llena de confusión, Rodrigo supo que debía encontrar una manera de seguir adelante. Pero cómo hacerlo parecía un desafío monumental. La tristeza se había convertido en un eco en su vida, resonando en cada rincón de su ser.

Con un suspiro, se dio cuenta de que el viaje hacia la sanación sería largo y difícil. Aceptar que Iván había dejado de ser parte de su vida era una batalla que aún no estaba listo para pelear. Pero con cada día que pasaba, sabía que debía encontrar un camino, incluso si ese camino lo llevaba por senderos oscuros. El silencio de Iván lo acompañaría, pero estaba decidido a buscar la luz en medio de la oscuridad.

Entre las Sombras del Stream.(rodrivan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora