Entre las sombras y la luz

La misión imposible

El Consejo de la Academia de la Sombra no estaba contento con el informe de Luz. Ellos, al igual que Luz, habían vivido durante siglos desconfiando de todo lo relacionado con la Ciudadela de la Luz. Pero cuando la noticia de la extraña criatura llegó a sus oídos, la preocupación se instaló en las mentes más sabias. Sabían que algo estaba fuera de su control, algo que ni la magia ni la ciencia parecían comprender.

Luz se encontraba en la cámara principal del Consejo, un gran salón oscuro con altas columnas de obsidiana y velas flotantes que creaban sombras danzantes en las paredes. Los Consejeros, cubiertos por túnicas negras, discutían en voz baja mientras miraban a Luz desde el centro de la sala. La hechicera no podía evitar sentir la presión de sus miradas, pero se mantenía firme.

—Dices que una criatura de tal magnitud apareció en la frontera, ¿y solo con la ayuda de una científica de la Ciudadela pudiste derrotarla? —preguntó la Gran Hechicera Lilith, la líder del Consejo.

—No tenía otra opción —respondió Luz, apretando los dientes—. La cosa era más poderosa de lo que pensé. Y si volvió a aparecer una vez, es probable que lo haga de nuevo.

Lilith permaneció en silencio un momento, sus ojos grises fijándose en Luz, como si midiera cada palabra y gesto de la joven. Finalmente, la Gran Hechicera habló con voz fría y calculadora.

—Te enviaremos de vuelta a la frontera. Y esta vez… colaborarás oficialmente con los de la Ciudadela. La situación lo amerita.

Luz abrió los ojos sorprendida, y su corazón se aceleró.

—¿Qué? ¿Colaborar con ellos? ¡No podemos confiar en la Ciudadela! —exclamó, su voz mostrando su indignación.

Lilith la miró con calma.

—No se trata de confianza, sino de supervivencia. Si esta amenaza es tan grande como dices, no podemos ignorarla. Y necesitarás ayuda, incluso si proviene de nuestros enemigos. Has sido elegida porque ya has trabajado con una de ellas.

Luz apretó los puños, mordiéndose el orgullo. Sabía que Lilith tenía razón, pero la idea de trabajar junto a Amity oficialmente no le gustaba nada. Aun así, no tenía más opción que obedecer las órdenes del Consejo.

---

Del otro lado del mundo, en la Ciudadela de la Luz, Amity también recibía órdenes similares. En la gran torre de cristal que sobresalía en el centro de la ciudad, los científicos y tecnomantes se reunieron en el Laboratorio Central. Las luces brillaban intensamente en las paredes metálicas y todo estaba lleno de pantallas holográficas mostrando gráficos y datos. A diferencia de la Academia de la Sombra, donde el poder residía en los hechizos antiguos y las energías ocultas, aquí todo se basaba en números, lógica y progreso científico.

El doctor Darius, el líder del consejo científico y mentor de Amity, se mantenía erguido frente a ella, su rostro lleno de preocupación.

—Amity, hemos revisado tu informe y las grabaciones de tu encuentro con la criatura. Esto va más allá de lo que podemos manejar con la tecnología que tenemos. Sin embargo, hay información valiosa en la magia de los hechiceros. Por eso hemos decidido enviar un equipo a la frontera... contigo a la cabeza.

Amity frunció el ceño.

—¿Qué estás diciendo? ¿Que debemos trabajar con brujos? —dijo con incredulidad—. La magia es lo opuesto a todo lo que defendemos aquí.

Darius asintió lentamente, con un aire de resignación.

—Lo sé. Pero la situación es grave. Los cálculos que hemos hecho muestran que la fuente de estas criaturas podría estar conectada tanto a la magia como a la tecnología, una especie de híbrido. No podemos arriesgarnos a ignorar ninguna pista. Tendrás que colaborar con los hechiceros.

A Amity no le agradaba la idea, especialmente después de su primer encuentro con Luz, pero si su misión era proteger a la Ciudadela, entonces aceptaría. Tomó aire y asintió, aunque por dentro una parte de ella seguía resistiéndose.

—Haré lo que sea necesario —respondió.