El sacrificio

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Luz se levantó con dificultad, su cuerpo temblando por el impacto. Amity también estaba herida, pero logró ponerse de pie, aunque respiraba con dificultad. Ambas miraron el pedestal, donde el orbe había comenzado a flotar en el aire, envuelto en una especie de vórtice de magia oscura y energía tecnológica.

-Tenemos que destruirlo -dijo Amity, con la voz ronca.

-Pero si lo tocamos, puede que libere toda esa energía -replicó Luz, consciente del peligro que representaba-. Podría destruirnos a todos.

El heraldo, que ahora estaba envuelto en la energía del Nexo, levantó los brazos triunfalmente.

-Lo entendéis demasiado tarde. Esta energía es imparable. He fusionado la magia más poderosa con la tecnología más avanzada. No podéis hacer nada.

Amity frunció el ceño. Sabía que Luz tenía razón; destruir el orbe podría causar una reacción catastrófica, pero si no lo hacían, el heraldo se apoderaría de un poder inimaginable. Tomó una decisión rápida.

-Luz, necesito que confíes en mí por una vez -dijo Amity, mientras manipulaba uno de sus dispositivos-. Si puedo modificar la frecuencia de esta tecnología y combinarla con tu magia, tal vez podamos sellar el orbe y detener su poder.

Luz la miró, dudando por un momento. Todo en su ser le decía que no debía confiar en nadie de la Ciudadela, pero ya no era una cuestión de odio o enemistad. Era una cuestión de supervivencia. Asintió, dándose cuenta de que, por primera vez, tenía que dejar de lado su orgullo.

-Hazlo. Yo te cubro -respondió, y se colocó frente a Amity para conjurar un escudo protector.

Mientras Luz mantenía al heraldo a raya, lanzando ataques para distraerlo, Amity trabajaba frenéticamente con su tecnología, ajustando los parámetros de su dispositivo para sincronizarlo con las energías del orbe. Sabía que tenía poco tiempo antes de que el Nexo alcanzara su punto máximo.

-¡Listo! -gritó finalmente, lanzando el dispositivo hacia el orbe.

Una explosión de energía resonó en toda la sala. El orbe comenzó a vibrar violentamente, pero en lugar de liberar su poder destructivo, empezó a emitir una luz suave, como si estuviera siendo contenido. El vórtice alrededor del orbe comenzó a desvanecerse, y el heraldo gritó de frustración al ver que su plan se desmoronaba.

-¡No! -gritó, lanzándose hacia el orbe en un último intento de recuperar su poder.

Antes de que pudiera alcanzarlo, Luz y Amity unieron sus fuerzas en un último ataque conjunto. La magia oscura de Luz y la tecnología de Amity se combinaron en una ráfaga de energía pura que impactó directamente en el heraldo, lanzándolo hacia el pedestal. El impacto fue tan fuerte que la sala tembló, y el techo comenzó a agrietarse.

El heraldo cayó al suelo, inconsciente, mientras el orbe perdía todo su brillo, quedando completamente inerte

Entre las sombras y la luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora