Entre las sombras y la luz

La luz en las sombras

Amity, acompañada por un equipo selecto de tecnomantes y hechiceros, llegó al templo final, el más peligroso de todos. Este lugar era diferente; no solo albergaba un orbe, sino que parecía ser la fuente misma del Nexo. La energía aquí era abrumadora, casi palpable, y resonaba con el eco de miles de almas atrapadas.

-Este es el lugar -dijo Amity, con un nudo en el estómago-. Si Luz está en algún sitio, es aquí.

Entraron en el corazón del templo, donde el último orbe, un objeto oscuro y titilante, flotaba en el aire. Amity se acercó con cautela, activando su equipo para intentar acceder a las energías que había estudiado. Sabía que, si cometía un error, no solo perdería a Luz para siempre, sino que pondría en peligro a todo el equipo.

Concentrada, comenzó a manipular las corrientes de magia oscura y energía tecnológica, buscando el punto de convergencia que podría revertir el proceso. El orbe reaccionó violentamente, emitiendo ondas de energía que sacudieron todo el templo.

-¡Rápido, Amity! -gritó uno de los tecnomantes, tratando de mantener las criaturas del Nexo a raya.

Finalmente, Amity encontró la conexión. Con un movimiento firme, canalizó toda la energía que podía manejar hacia el orbe. Las runas del templo se iluminaron con una luz cegadora, y de repente, la sala quedó sumida en un silencio sepulcral.

Y entonces, apareció una figura en medio de la luz. Primero fue una sombra, pero luego tomó forma. Luz.

Amity corrió hacia ella, incapaz de contener las lágrimas. Luz abrió los ojos lentamente, como si hubiera estado dormida durante siglos. Sus miradas se encontraron, y en ese momento, todo lo que había pasado, todo lo que habían sufrido, quedó resumido en una sola palabra.

-Gracias -susurró Luz, su voz débil pero cargada de emoción.

Amity sonrió, sintiendo una mezcla de alivio y esperanza.

-No volveré a dejarte ir -dijo.

Ambas sabían que la lucha contra el Nexo no había terminado por completo, pero ahora estaban juntas de nuevo, más fuertes que nunca. No era el fin, sino un nuevo comienzo.