13. El indicado.

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Los días transcurren con una lentitud agotadora, no encuentra diferencias entre uno y otro, se la pasa echado en el sillón o cama comiendo helado de limón, haciendo muecas por la acidez.

Comienza a desarrollar un gusto, casi obsesión, por el gusto a limón. Hyunjin se burló, queriendo indagar sobre el tema, preguntando que si tenía que ver con el olor de sus feromonas y haciendo un comentario que se ganó un pellizco grande cuando dijo que si quería una probada todo lo que tenía que hacer era fingir que también era una cuchara. Sólo lo perdonó después de una hora de ruegos con la condición de que no volviera a abrir la boca por lo que restaba del día.

Jeongin se deja abrazar y tocar como prometió, constantemente está a su lado, acariciando su estómago como si fuera una bola mágica. Parece que ni siquiera se da cuenta que lo ha agarrado como una bola antiestres, a su propio hijo. Él se limita a dejarse manosear la piel, admitiendo para sus adentros que se siente bien.

Cuando le pone la mano encima se le relaja el cuerpo, casi quiere gemir del gusto, pero se contiene. El lazo se está haciendo más fuerte, lo cual comienza a molestarlo. No puede enojarse con Hyunjin, se mantiene de un humor estable, incluso se encuentra sonriendo por sus estupideces y durmiendo entre sus brazos, ansiando su toque.

Prácticamente todo lo hacen juntos, desde comer hasta dormir. Pocas veces lo echa del departamento porque cuando no está cerca comienza a sentirse ansioso, Hyunjin se asegura de apestar cada rincón con su olor, es como si dejará libre todas sus feromonas sin ningún tipo de restricción ni consideración. Generalmente todos suprimen su aroma ya que podían generar molestias o incomodidad a otros, pero apenas cruza el umbral lo deja todo suelto, se pone todavía más intenso en la ducha de feromonas y Jeongin termina dormido con la nariz pegada en su pecho, dopado hasta las orejas.

No puede dejar de pensar que se siente como una droga muy adictiva, si no lo tiene comienza a sufrir los efectos colaterales de abstinencia o más bien de la lejanía por el apego que desarrolló en una semana de estar en cama sin ganas de moverse, disfrutando de ser atendido.

—Oh.

Cierra los ojos cuando los dedos de Hyunjin aprietan su pie con fuerza, haciéndolo sentir bien. El alfa lo mira preocupado por ese sonido que sale involuntariamente de su boca.

—¿Te dolió?

—No —se sonrojó, moviendo su pie fuera de su alcance para intercalar los masajes o iba a tener un orgasmo ahí mismo—. El otro.

El alfa lo observa agotado, quizá porque ha estado más de una hora tocando sus pies para que dejen de doler. Ambos se encuentran en el sillón, Jeongin está despatarrado sin darle más que un espacio para sentarse, donde incluso ocupa su regazo con sus piernas, adorando que trabaje tan diligentemente en hacerle masajes a sus pies.

—Okay —exhala el alfa, tomando su otro pie para presionar sus pulgares sobre su piel, arrancándole un suspiro ruidoso—. No entiendo porqué tengo que masajearte los pies.

—Porque te dije que me dolían y... —hace un sonido estrangulado que le pone los pelos de punta y la piel de gallina— d-dijiste que me harías sentir bien... Aprieta un poco más, sí, así... La edad te está afectando, ¿no recuerdas o qué?

Rememora su estupidez, ofreciéndose a hacerle masajes cuando nunca lo hizo, al menos no en los pies. Supuso que no era tan difícil como hacerlo en los hombros o incluso en el trasero, secretamente pensó que era una idea fantástica para acercarse y terminar envuelto, pero no sabe qué decir o hacer para que Jeongin lo tome en serio o no lo mate por algún intento de acercamiento. Su instinto le exige reclamarlo, es tan fuerte que le cuesta concentrarse en sus tareas, no puede dejar de mirarlo y ansiar ver su marca, a pesar de que ya encuentre cerrada de nuevo según las palabras de los doctores de la clínica.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Vanilla | hyunin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora