05. Tú no eres mi alfa.

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El dolor retumba en su cabeza, el cansancio hace mella en su cuerpo, la presión tira de su pecho, alcanza a sentir manos que arden y un frío gélido en su piel.

Se queja en voz baja, tratando de moverse lejos del ardor, sin embargo, ni siquiera tiene fuerza para eso y se deja seguir tocando los brazos, el estómago y cada centímetro clave de su organismo.

Las voces se sienten lejanas, no escucha más que pitidos de máquinas, pasos, susurros y una conversación con palabras complicadas que no puede retener. Se deja hacer y deshacer, no tiene fuerzas para alejarse ni un pensamiento coherente para pensar qué sucede.

—¿Qué es esto? —una mano gélida mueve su brazo—. Es como... ¿Es alérgico a algo?

—Oh, Dios, está teniendo una reacción alérgica —se queja alguien desconocido, sonando preocupado y ansioso—. ¿Alguien tiene su historial médico?

—¡Todos quitense los guantes y den un paso atrás! —exclama una voz de la nada, sonando demasiado nítida y angustiada, por lo que logra que también se alarme en su semi-inconsciencia—. ¡Es alérgico al látex!

Las manos lo sueltan, se escuchan murmuraciones y hasta juran, el omega gime por los bajo ante los ruidos nuevos que lo arrastran a despertarse.

No hay ni un gramo de razón en su mente, se guía por su instinto y éste le pide que huya lejos de las personas que no conoce, de ese lugar frío y de la incomodidad que tiene. Sólo quiere correr para ocultarse en algún lugar oscuro y pequeño sin ser molestado, le parece una tarea imposible con la molesta iluminación excesiva que le hace arrugar el rostro.

Trata de moverse, de darse la vuelta para seguir durmiendo o de apartar los sonidos. Encuentra sus brazos adoloridos, algo que tira y no piensa a la hora de intentar arrancar todo, demasiado asustado por los pinchazos que siente en diferentes partes del cuerpo.

Entonces lo sujetan para mantenerlo quieto, logrando que abra los ojos y se remueva al ver rostros desconocidos, un lugar nuevo y olores extraños. El pánico estalla, no lo piensa dos veces cuando gruñe y abre la boca al ver no lo sueltan.

De su garganta emerge un grito tan agudo que hace que algunos retrocedan, tapándose los oídos y haciendo que los omegas gimoteen hacia él, lastimados con ese chillido.

Alguien ajusta su brazo y lo inyecta rápido. Jeongin gira la cabeza para ver a su nuevo oponente, pero termina con parar su grito aterrador al encontrarse con unos ojos cálidos.

Sisea confundido, sintiéndose aletargado y somnoliento. Olfatea más cerca el aroma de ese desconocido que le sonríe un poco, encontrándose con feromonas que logran calmarlo y su mano fuerte que lo guía amablemente de nuevo a la camilla, acariciando su cabello.

—Ya estás a salvo, tranquilo.

Reconoce su condición de alfa, pero cierra los ojos al sentirse protegido por ese extraño y no vomitar del asco por su cercanía, sino que se deja tocar hasta que se tranquiliza.

Su fragancia no es intensa ni maliciosa, Jeongin lo confunde con su pareja, por lo que vuelve a dormirse, sintiéndose seguro y protegido.

(...)

La segunda vez que se despierta, no tiene el mejor ánimo ni tampoco está en un estado tan vulnerable para que su omega tome el control, dejándose acariciar por los alfas desconocidos y ocasionando caos a su alrededor.

Se remueve bajo las sábanas, escucha pasos lejanos y molestos, hay una luz cegadora en su rostro que le impide descansar adecuadamente. Tiene sed, siente la garganta seca como una lija, ligeramente adolorida, pero eso puede esperar, ahora ni siquiera tiene las energías necesarias para levantarse e ir por un vaso de agua.

Vanilla | hyunin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora