08. No es suficiente.

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Escucha risas suaves, una conversación a murmullos y las voces divertidas de otros, lo cual le molesta de sobremanera, de una forma que su cerebro todavía no comprende. Se apretuja todavía más contra ese cuerpo cálido y blando que tiene en sus brazos, recibiendo una risita nerviosa. Sabe que es un omega y huele delicioso, por lo que olfatea más de cerca.

Todavía dormido, busca y pega su nariz en un cuello ajeno, encontrando el paraíso más dulce que imaginó. Se le hace agua la boca, queriendo poseerlo aún más, sin embargo, está exhausto para abrir los ojos o averiguar de quién se trata, sólo se siente en paz y se deja caer de nuevo, sin preocuparse demasiado por lo demás.

—Tuvieron una noche muy movida —comenta una voz masculina, desconocida y muy molesta para su gusto, más familiar de lo que le gustaría—. Y mira lo que se encuentra uno al llegar...

—Aw, pero es que Jeongin se porta muy bien —dice otra persona, una mujer, sonando divertida—. Ya sabe lo que tiene que hacer, ¿verdad?

—Sí, creo que sí —responde tranquilo otro ser en la habitación, uno muy cerca y dulce que lo hace derretirse en sus sueños. Suena risueño y divertido, lo que le hace sentirse feliz también—. Pero es divertido hacerlo rabiar, sólo un poquito...

—Eres tan malo —se ríe de nuevo ese alfa insoportable. Sabe que es alguien que conoce, pero no lo quiere cerca, no cuando está aferrándose a su descanso y a su omega—.  Muéstrame el brazo, hay que sacar sangre... No me mires así, tu nivel de feromonas está incrementando, todo huele a ti. Necesitamos ver cómo avanzas y quizá el alta puede estar a la vuelta de la esquina o... a una extracción de sangre.

Jeongin bufa, estira su brazo y sube la manga de su remera, descubriendo su piel moreteada por los picotazos que ha recibido en esos días. Algunos procuran ser rápidos, no clavarle la aguja hasta el fondo, otros se ensañan con él y las pruebas quedaron impresas en su carne.

El alfa se prepara para hacer el procedimiento con los cuidados necesarios: se coloca los guantes, desinfecta la zona, coloca una manguera elástica en su brazo que le hace hormiguear la piel y retener la sangre. Abre la aguja, se acerca, sus dedos fríos rozan su dermis y el omega gira la cabeza para no ver la extracción cuando acerca el objeto.

—Respira profundo, relájate.

Es apenas un pinchazo diminuto, Jeongin trata de relajarse mientras llenan el tubo que necesitan. El procedimiento es demasiado para él, le da mucha impresión ver cómo lo pinchan y que llenen una jeringa de su sangre, tan roja que lo hace marearse. Por eso, Changbin le recomendó que mirara para otro lado cuando lo notó asustarse. Es un buen consejo, le sirve bastante para evitar un desmayo.

Sin embargo, sus ojos se encuentran con el rostro de Hwang Hyunjin a escasos centímetros del suyo. Tiene los párpados cerrados, su respiración es suave y pausada, se encuentra dormido, todavía abrazándolo. No recuerda haber tenido su cara tan cerca alguna vez, le parece terriblemente injusto cómo se ve.

Es delicado sin llegar a rozar lo suave, sus facciones se endurecen en los lugares adecuados para no confundirlo jamás con un omega, es hermoso y masculino, lo cual es raro. A veces la belleza rozaba lo femenino, él no... Hyunjin tenía el balance perfecto. Su nariz no era respingada -lo cual, en el fondo de su ser, agradecía-, sus cejas eran espesas y negras, poseía labios carnosos, de aspecto suave, él sabía que sí lo eran, aunque no recordará bien su textura, sus pestañas eran bonitas y notó nuevos lunares en su piel, pequeñas manchas como tinta salpicada.

No parecían ser errores molestos ni imperfecciones que salieron de la nada, sino que tenía bastante sentido que las tuviera, para agregar algo de humanidad a su perfección e incluso habían salido en los lugares correctos, en sus mejillas, puntos tan pequeños que podría tapar con un dedo.

Vanilla | hyunin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora