Capítulo 36: Tensión entre hermanos

42 17 0
                                    

●36

Cerré la ducha y me envolví en una toalla. Aún sentía el ligero calor de la humedad en mi piel cuando me dirigí a la habitación de huéspedes. Algo había cambiado en el aire desde que Dimitri apareció. Antes de su llegada, la atmósfera en el departamento era relajada, pero ahora... ahora todo se sentía más frío, más distante.

Desde la noche anterior, algo entre Víktor y yo había cambiado. Nuestra dinámica había dado un paso más profundo, uno que no podía negar. Me tomé mi tiempo, ajustándome las prendas sin prisa, pero sin poder evitar un pensamiento que me cruzó por la cabeza: ¿Por qué sentía la necesidad de impresionar? Era irracional, pero no podía evitar querer causar una buena impresión delante del hermano de Víktor.

Me miré en el espejo una última vez repasando mi reflejo, mientras me acomodaba el pantalón. Todo en su lugar.

Desde la habitación las voces solo eran murmullos distantes, pero a medida que me acercaba al pasillo, podía distinguirlas mejor. Era la voz de Víktor, pero más dura, más cargada de irritación.

—¿Qué fue esta vez, Dimitri? —la voz de Víktor se alzaba, fría y distante, casi como una sentencia.

—No me he metido nada, Víktor... solo... solo estoy borracho —replicó Dimitri, haciendo una pausa para tomar aire, como si incluso hablar le costara esfuerzo—. ¿Puedes... puedes dejar de joderme? —Su tono arrastrado, pero no exento de molestia, mostraba un cansancio acumulado—. Llevo un año limpio, ¿vale? Solo estaba en una fiesta con unos amigos.

Avancé con pasos lentos, tratando de entender la conversación antes de que me vieran.

Cuando crucé el umbral, Víktor estaba de pie, con los brazos cruzados, observando a su hermano con una mezcla de fastidio y preocupación. Dimitri, por otro lado, estaba echado en el sofá, conservando una sonrisa traviesa, despreocupada, como si nada realmente le importara.

Dimitri me miró con una expresión curiosa, pero no había maldad en sus ojos.

—Mucho gusto —me saludó poniéndose de pie con un ligero tambaleó y extendiendo una mano hacia mí—. Me llamo Dimitri, pero mis amigos me dicen Dimi —dijo con una sonrisa encantadora. A pesar de su estado, mantenía una sonrisa despreocupada, como si estuviera disfrutando de su propio caos. Sus ojos grises brillaban con una mezcla de desafío y diversión, y su cabello rubio castaño, desordenado pero en un modo que parecía intencionado, le daba un aire atractivo que no podía ser ignorado. Era difícil no notar su sonrisa, marcada por un hoyuelo en su mejilla—. Y cualquier amigo de Víktor es amigo mío.

—Dimitri... —comenzó a decir Víktor, pero su tono mostraba más molestia que advertencia.

—Es bonita, Víktor —continuó, sin prestar atención a su hermano—. La tenías bien escondida de mamá, ¿no? Ya sabes cuánto ha querido conocer a alguna novia tuya. Y mira, tiene un anillo…

Soltó una risa suave, pero el comentario claramente tenía como objetivo molestar a Víktor. No pude evitar notar cómo sus músculos se tensaban aún más. Dimitri, aunque juguetón, no parecía tener malas intenciones, pero definitivamente disfrutaba irritando a su hermano.

—Parece que la manzana no cae muy lejos del árbol… 

—Cállate y ve a tomarte una maldita ducha, Dimitri —gruñó Víktor, con la mandíbula apretada.

Dimitri hizo un gesto exagerado como si fuera a vomitar y luego sonrió antes de tambalearse hacia el baño.

—Bueno, si, te voy a tomar la palabra... —dijo antes de desaparecer de nuestra vista.

El silencio que dejó tras de sí era casi insoportable. Víktor soltó un largo suspiro, pasándose una mano por el puente de la nariz. Estaba irritado, molesto, y mi presencia solo parecía incomodarlo aún más.

—Lina —dijo al fin, su tono frío, distante.

—¿Sí? —respondí, sin saber qué esperar.

—Deberías irte. Tómate el día.

—¿Qué? —mi desconcierto era evidente. La frialdad en sus palabras me desorientaba. No podía entender qué estaba pasando.

—Lina —repitió con un tono más
firme—. Vete. Alexei está abajo, te llevará a casa. Te llamaré luego.

La desconexión en sus palabras era dolorosa. No había un ápice de emoción, solo un frío distanciamiento. Me estaba echando, y lo hacía sin mirarme a los ojos. Tomé mis cosas lentamente, sintiendo que todo lo que habíamos compartido se desvanecía en el aire, como si nunca hubiera sucedido.

Asentí, sin decir nada más. Víktor me acompañó a la puerta, pero su silencio solo acentuaba la frialdad entre nosotros. Cuando finalmente me despedí, no hubo respuesta. La puerta se cerró tras de mí con una sensación de vacío.

—Joder —susurré para mí misma mientras caminaba hacia el ascensor—. Ahí va mi desayuno en París.

Alexei me esperaba en la entrada. Subí al coche, intentando poner en orden mis pensamientos. La idea de regresar a casa y quedarme sola me resultaba insoportable. Todo lo que quería era alejarme de esa sensación de vacío, de rechazo.

—Alexei —dije, rompiendo el silencio mientras miraba por la ventana—. ¿Puedes desviarte y dejarme en la revista The NY Socialite?

Noté una pausa antes de que respondiera, como si estuviera considerando si debía seguir mis instrucciones.

—El señor Arlov fue muy específico
—dijo finalmente—. Me pidió que la dejara en su casa.

Rodé los ojos, sintiendo un estallido de frustración.

—No soy la propiedad del señor Arlov
—repliqué con firmeza—. Si no puedes llevarme, entiendo. Detén el coche. Tomaré un taxi.

Alexei se mantuvo en silencio por un momento antes de asentir.

—Perdone, no fue mi intención, yo la llevaré allá.

Mientras el coche se desviaba en dirección a la editorial, una sensación de nostalgia me envolvió. Volver a la revista, a lo que conocía, era lo único que podía darme una sensación de control en ese momento. Necesitaba volver a mi realidad, a lo que me hacía sentir como yo misma.

Bajo la superficie del CEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora