Capítulo 6: Bajo la lluvia

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●6

Habían pasado dos días desde aquel incómodo encuentro en la oficina, y Viktor había optado por el silencio. Sin comentarios sarcásticos ni actitud desafiante, su comportamiento hacia mí se había vuelto casi indiferente. Aunque, al mismo tiempo, podía notar un leve agobio en su forma de actuar. La mañana de hoy. Sin embargo, había sido diferente. Viktor me había informado que debía acompañarlo a una cena de negocios y me pidió que estudiara a un cliente importante que conoceríamos esa noche.

Sin perder tiempo, me lancé de lleno en la tarea. Ignoré el almuerzo y me sumergí en la información sobre el cliente. La prisa se reflejaba en cada movimiento; las horas parecían deslizarse sin que me diera cuenta, y la cena se acercaba rápidamente.

Al llegar a casa, me apresuré a cambiarme. Descolgué un elegante vestido del armario, me arreglé el cabello lo mejor que pude y apliqué un maquillaje sutil pero sofisticado.

Cuando llegué al restaurante, ya encontré a Viktor en la mesa. Llevaba un impecable traje de tres piezas en un tono gris oscuro que resaltaba su presencia. El traje, hecho a medida, abrazaba su figura esculpida con precisión, acentuando sus anchos hombros. Su rostro, con una mandíbula fuerte y bien definida, mostraba una expresión de calma imperturbable. Su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás con una perfección meticulosa, cada mechón en su lugar, y la textura ligeramente lustrosa acentuaba aún más su apariencia pulcra y ordenada.

**Viktor**

Lina avanzó hacia mí con pasos que denotaban cierta inquietud. En su trayecto, tropezó accidentalmente con un hombre que se dirigía hacia la salida del restaurante. Ambos se movieron a la derecha y luego a la izquierda en un pequeño baile de descoordinación. Lina sonrió ante el malentendido, una expresión ligera y genuina que iluminó sus labios. El hombre le devolvió la sonrisa con amabilidad y se hizo a un lado, permitiéndole el paso. Lina le agradeció con otro gesto de sonrisa, que él correspondió antes de continuar su camino. Ese breve intercambio de sonrisas parecía haber disminuido un poco los nervios de Lina. Sin embargo, desde mi posición, observé la escena con una creciente fruncida de ceño. Me preguntaba por qué Lina no me ofrecía una sonrisa similar cuando estábamos juntos. Cada vez que estaba en mi presencia, sus labios se curvaban solo en una tímida mueca, y sus ojos avellanados se llenaban de incertidumbre y tensión.

No es que eso me desagradara, en realidad, me excitaba verla temblar ligeramente en mi presencia. Tal vez estaba loco, pero, ¿a quién le importaba ver cómo sonreía a otros?

Cuando Lina llegó a la mesa, me levanté.

—Buenas noches —dije con un tono formal, pero sin ser completamente despectivo. Señalé la silla frente a mí y, con un gesto de cortesía, la ayudé a tomar asiento.

En cuanto se sentó, sentí de inmediato la presión de su mirada. Era una intimidación constante, un claro,  pero patético intento de demostrar quién llevaba el control. A pesar de que eso estaba calculado, Lina no lograba salir de su estado de incomodidad.

—Llegas tarde.

—Por lo visto, el cliente también…

—Sin embargo, tú eres mi asistente.

—Y es por ello que llego tarde. He pasado todo el día aprendiendo la información que me diste
—respondió—. Estoy a punto de olvidar mi apellido —hizo un gesto con la mano, juntando el dedo índice y el pulgar, dejando un pequeño espacio entre ellos.

—Sugerí que podía pasar por ti
—dije.

—Y yo respondí que cada individuo pone sus límites.

Apreté los labios brevemente, demostrando mi desagrado hacia las palabras reiteradas.

—¡Bien! ¿Y dónde está la eminencia que debemos convencer esta noche? Para que el maravilloso Viktor Arlov sea aún más rico.

Bajo la superficie del CEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora