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SE ENCONTRABAN volando, una rubia y un castaño. Ambos se encontraban en un ambiente incómodo.
A pesar de la belleza del paisaje y de la sensación de libertad, la atmósfera entre ellos estaba tensa, como una cuerda a punto de romperse.
La rubia y el castaño se encontraban a una distancia de un metro y medio, pero la distancia emocional era mucho mayor.
Astrid, aún seguia con un orgullo dañado, pues trato mal a alguien que, al parecer, no tenía ni la menor idea que ella también era atada al compromiso. Además, el hecho de que era imposible romper su futuro compromiso, por la razón que ambos estaban siendo obligados, la enojaba más.
Y no sabía cómo desquitarse. En el castillo, ella se desquitaba con sus poderes o con su hermana. Pero, en Berk sería demasiado arriesgado que se desquite con sus poderes.
Y Hiccup, a pesar de su aparente amabilidad, no lograba dejar de irritarla con su actitud.
Hoy, además, se sumaba el hecho de que ambos se encontraban juntos sobre el mismo dragón, una combinación explosiva.
── Oye, Astrid ── dijo Hiccup, intentando sonar amistoso, aunque su voz sonaba un poco tensa por la incomodidad. ── Sé que todavía no estás muy acostumbrada a Berk... y, bueno, los vikingos, somos... especiales, ¿verdad? Pero si en algún momento necesitas algo, alguna ayuda o... no sé, si hay algo que te moleste, me puedes decir. En serio, quiero que te sientas bienvenida.
Astrid lo miró de reojo, casi sin mirarlo completamente, y su rostro se torció en una mueca de incomodidad.
── ¿De verdad estás intentando ser amable? ── respondió, con un tono de sarcasmo apenas disimulado. ── ¿Después de haberme ignorado por dos semanas?
── ¡Yo no te ignore! ── dijo Hiccup volteando a verla. ── Solo estaba...dando un espacio. Nosotros, los vikingos....── el iba a decir que están acostumbrados a que cuando dan "peleas" verbales y no estaban de acuerdo, siempre dejaban un espacio hacia la otra persona, pero, Astrid interrumpió.
── No soy una niña, Hiccup. No necesito que me des lecciones sobre cómo adaptarme a tu mundo de vikingos.
Hiccup frunció el ceño, desconcertado. Intentaba ser cortes y comprensivo, pero la forma en que Astrid respondía solo le sacaba de quicio.
── No te estoy dando lecciones ── dijo, levantando las manos como en señal de rendición, pero su tono comenzaba a mostrar su propia irritación. ── Solo estoy tratando de hacer las cosas más fáciles para ti. No tienes que ser tan...difícil, ¿sabes?
Astrid lo miró, alzando una ceja, claramente molesta.
── ¡Yo no soy difícil! ── su voz subió de tono, y Hiccup pudo ver que no estaba dispuesta a ceder ni un milímetro. ── Lo difícil es que tú sigas actuando como si fueras el único que puede "ayudarme". No quiero tu ayuda, Hiccup, lo único que quiero es que dejes de intentar ser mi amigo cuando claramente no lo eres.
