Estrella, que cae sin cesar,
Tu luz se rompe en el oscuro mar.
Entre espejos que quiebran la calma,
Tu fulgor se oculta en la grieta del alma.Un susurro perdido en la negrura,
Fragmentos de una voz sin ternura.
Pues aunque la sombra se apodere de mí,
Tu reflejo aún lucha por existir.Narrador:
El eco de los pasos de Mono resonaba en el vacío. Los corredores del Nido se extendían como un laberinto interminable, y sin Six, todo parecía mucho más oscuro. Mono no dejaba de pensar en el momento en que ella fue arrastrada al espejo, cuando su reflejo retorcido la sustituyó. La idea de haberla perdido lo carcomía por dentro, pero detenerse no era una opción. No si quería encontrarla de nuevo.
Cruzaba una nueva sala, una enorme cocina abandonada, con sartenes oxidadas colgando de ganchos y platos rotos por el suelo. El olor a carne estaba impregnada en el aire, recordándole que La Cocinera estaba cerca. Sus manos temblaron un momento, pero siguieron adelante, atentos a cualquier sonido.
Mono se detuvo frente a un cuchillo oxidado tirado en el suelo. Lo levantó. Era pesado, demasiado grande para sus manos pequeñas, pero en ese lugar, cualquier cosa podía ser una herramienta... o un arma. Algo de la idea lo hizo sentir más fuerte, aunque solo fuera un engaño temporal. Con el cuchillo en la mano, continuó hacia la siguiente puerta.
Pero cuando la abrió, lo que vio lo hizo retroceder.
La habitación estaba llena de espejos. Grandes, pequeños, algunos agrietados y otros intactos. En cada uno de ellos, el reflejo de Six lo miraba, pero no era ella. Era esa figura oscura, esa versión distorsionada de su amiga, con esos ojos vacíos que le helaban la sangre.
—No.... no puedes ser tú —susurró Mono, apretando el cuchillo con más fuerza.
De repente, el suelo bajo sus pies comenzó a vibrar. Mono se tambaleó, luchando por mantener el equilibrio. Los espejos empezaron a temblar, emitiendo un crujido ominoso. Algo se movía entre ellos, algo más grande que cualquier cosa que hubiera visto hasta ahora. Mono giró sobre sus talones, buscando una salida, pero todas las puertas habían desaparecido. Estaba atrapado.
La figura en los espejos se movió. Primero fue un solo reflejo, luego todos comenzaron a avanzar hacia él, al mismo tiempo. Six... o lo que fuera que se había apoderado de su imagen, se acercaba desde cada ángulo, y Mono sintió el aire volverse espeso. Sus piernas se congelaron, y el cuchillo casi se le cayó de las manos.
—No... no soy como tú —murmuró para sí mismo, casi como un mantra.
Los reflejos comenzaron a reír. Una risa baja, distorsionada, que rebotaba en las paredes y se mezclaba con el crujir de los espejos.
Mono dio un paso atrás, su mente luchando por encontrar una salida, pero cada movimiento que hacía era replicado por los reflejos, como si estuvieran burlándose de él. La risa se hizo más fuerte. Y entonces, uno de los espejos se rompió.
El sonido del cristal quebrándose resonó en sus oídos, pero no fue solo un espejo. Uno tras otro, los espejos comenzaron a romperse, y por cada uno que caía, un fragmento de Six apareció en el suelo. Partes de su gabardina amarilla, sus manos pequeñas, su rostro pálido... todo distorsionado, como si ella estuviera siendo despedazada por la propia realidad.
-¡Six! —Mono gritó, con una mezcla de desesperación y miedo.
Sin pensarlo, corrió hacia los fragmentos. Sabía que no podía salvarla si seguía corriendo, si seguía escondiéndose. Si realmente quería encontrar a su amiga, tendría que enfrentar lo que el Nido le estaba mostrando.
Se arrodilló frente a uno de los fragmentos del espejo roto. El cristal le devolvió la mirada, pero esta vez, no era un reflejo distorsionado. Era Six. La verdadera Six. Estaba atrapada en el cristal, golpeando la superficie desde el otro lado, sus ojos llenos de terror.
—Estoy aquí... te sacaré de ahí —murmuró Mono, decidido.
Pero antes de que pudiera hacer algo más, el suelo bajo él se rompió. La oscuridad lo tragó, y Mono sintió que caía. El aire le golpeaba el rostro, y todo lo que podía escuchar era el sonido del cristal quebrándose a su alrededor. Estaba cayendo, más profundo en las entrañas del Nido.
Y entonces, todo se apagó.
Epílogo del capítulo:
Cuando Mono abrió los ojos, estaba en una habitación diferente. Las paredes eran lisas y negras, sin ningún rastro de las criaturas o espejos que lo habían perseguido. Pero algo había cambiado. En sus manos ya no estaba el cuchillo, sino un pequeño trozo de cristal, que brillaba tenuemente en la penumbra.
Y en el cristal, la imagen de Six seguía atrapada, mirándola, esperando.
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Luz en la Oscuridad...
RandomEsta es mi primera historia así que a nada xd Me baso en la Teoría del juego e inspirándome de @Otatayelcrack