La Campana de la Desesperación

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Por ti, cruzaré la oscuridad,
me perderé en el laberinto de la soledad.
Buscando tu luz, pequeña y escondida,
que en mis manos se hace eterna, se hace vida.

Por ti, caminaré sin miedo al abismo,
seguiré cada eco, cada susurro perdido.
Y desearé en silencio, sin que nadie lo vea,
que regreses a mí, que el Nido no te quiera.

Porque entre sombras y ecos, entre el miedo y el frío,
serás tú quien despierte mi latido,
y en mis brazos encontrarás,
el sueño que dejaste al partir, sin mirar atrás.

Narrador:

Mono avanzaba por el estrecho corredor, guiado solo por la luz tenue del cristal en su mano y el sonido distante de la campana. El eco de la melodía era suave, casi hipnótico, como si alguien la estuviera tocando para atraerlo, para hacer que siguiera caminando hacia la oscuridad. Pero Mono no se detuvo. Cada paso que daba, sentía que estaba más cerca de encontrar a Six, de salvarla de las garras del Nido.

Las paredes del corredor estaban cubiertas de viejas cortinas, deshilachadas y cubiertas de polvo. Se movían ligeramente, como si una brisa invisible las hiciera vibrar. Mono se estremeció al sentir que algo las rozaba, pero no había nada allí, solo la oscuridad interminable que se extendía a su alrededor.

La campana seguía sonando, más fuerte, más clara. Mono empezó a correr, sus pies resonaban contra el suelo metálico. La luz del cristal parpadeaba con cada paso, pero él lo sostenía firme, como si fuera la única cosa que le daba fuerzas para seguir adelante. Finalmente, el corredor se abrió en una sala amplia y oscura, con techos tan altos que apenas podía distinguirlos.

Allí, en el centro de la habitación, colgaba una gran campana de hierro, vieja y oxidada, suspendida por gruesas cadenas. Se balanceaba lentamente, emitiendo un sonido bajo y profundo que resonaba por toda la sala. Mono se acercó con cautela, observando la campana con una mezcla de curiosidad y temor. Parecía que la luz del cristal hacía que la campana brillara, como si respondiera a su presencia.

Al pie de la campana, había una figura encorvada. Mono sintió un escalofrío al reconocerla: era La Cocinera. Estaba sentada en el suelo, con la espalda doblada y sus manos grandes y torpes descansando sobre el piso. Su cuerpo se movía de un lado a otro, tarareando en sincronía con el sonido de la campana. Mono contuvo la respiración, tratando de pasar desapercibido, pero el tarareo de la Cocinera se detuvo de repente, como si hubiera sentido su presencia.

—Mmm... ¿quién anda ahí? —dijo ella, sin levantar la cabeza. Su voz era grave y arrastrada, como si cada palabra le costara un esfuerzo inmenso. —¿Vienes a escuchar también la campana?

Mono dio un paso atrás, pero su pie tropezó con algo, haciendo un ruido seco que resonó en la habitación. La Cocinera levantó la cabeza lentamente, y sus ojos pequeños y brillantes lo miraron con una intensidad que lo hizo congelarse en el sitio.

—Oh... un pequeño ratón perdido... —dijo ella, sonriendo con una mueca torcida. —La campana ha estado llamándote, ¿no es así?

Mono no respondió. Solo apretó el cristal en su mano y retrocedió un poco más, buscando una salida. Pero la Cocinera se levantó de repente, moviéndose con una agilidad sorprendente para alguien de su tamaño. Sus pasos eran torpes pero rápidos, y antes de que Mono pudiera reaccionar, ella se plantó frente a él, bloqueando su camino.

—No te vayas todavía, pequeño ratón —dijo, su aliento caliente y desagradable golpeándole el rostro. —La campana quiere decirte algo.

De repente, las cadenas que sostenían la campana comenzaron a moverse, como si una fuerza invisible las jalara. La campana se balanceó hacia adelante, y Mono vio cómo una sombra oscura salía de ella, extendiéndose por el suelo como una mancha de tinta. La sombra se retorció y cambió de forma, adoptando la silueta de Six, pero distorsionada, como si estuviera siendo arrastrada por algo más grande y más terrible.

—¡Six! —gritó Mono, tratando de avanzar, pero la Cocinera lo detuvo, agarrándolo del brazo con una fuerza sorprendente.

—Esa no es tu amiga, pequeño ratón —dijo ella, con una sonrisa cruel. —Es solo un eco... un reflejo. La campana muestra lo que quieres ver, pero nada es real aquí.

Mono se liberó de su agarre, y antes de que la Cocinera pudiera reaccionar, levantó el cristal y lo apuntó hacia la campana. La luz parpadeó y brilló más fuerte, reflejándose en el metal oxidado. La sombra que había tomado la forma de Six se desvaneció, reemplazada por una imagen más clara: Six, atrapada detrás de una puerta, golpeando desesperadamente para salir.

La campana dejó de sonar, y la habitación quedó en un silencio sepulcral. La Cocinera retrocedió, su sonrisa desapareciendo. Mono aprovechó el momento y corrió hacia la campana, levantando el cristal por encima de su cabeza. La luz del cristal se intensificó, iluminando la sala entera, y Mono sintió que algo se rompía, como si las cadenas que sostenían la campana se soltaran.

La campana cayó, golpeando el suelo con un estruendo ensordecedor. El sonido llenó toda la habitación, y Mono vio cómo las sombras se disolvían, retirándose hacia las paredes y dejando la sala vacía. Pero el cristal en su mano aún brillaba, y en su luz, vio algo que no había visto antes: una puerta, oculta detrás de la campana, que ahora estaba abierta.

Mono se acercó, con el corazón latiendo rápidamente. Al otro lado de la puerta había una escalera descendente, que parecía adentrarse en las profundidades del Nido. Y desde abajo, podía escuchar la voz de Six, susurrando y llamándolo.

—Mono...

Era débil, casi inaudible, pero estaba allí. Mono no lo dudó. Sosteniendo el cristal con fuerza, se adentró en la oscuridad de la escalera, dejando atrás la campana y a la Cocinera, que se quedó en el suelo, observando cómo desaparecía.







Epílogo del capítulo:







Mientras Mono descendía, la voz de Six se hizo más clara, guiándolo a través del laberinto de escaleras. Sabía que estaba cerca, que la encontraría si seguía avanzando. Pero en lo profundo de su mente, algo lo inquietaba. Las palabras de la Cocinera resonaban como un eco persistente: "Nada es real aquí..."

Mono siguió adelante, decidido a descubrir la verdad, aunque la verdad pudiera ser más aterradora que cualquier pesadilla que el Nido pudiera crear.

Luz en la Oscuridad...Where stories live. Discover now