El Corredor Infinito...

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Pasos que laten en la oscuridad,
ecos perdidos en un corredor sin final.
Las sombras susurran, arrastran el alma,
pero sigo adelante, aunque el miedo me llama.

Un laberinto eterno, un juego sin fin,
donde el tiempo se estira y todo es ruin.
Los muros se cierran, se siente el abismo,
pero mis pies siguen, sin pedir permiso.

No mires atrás, dicen las voces,
esconde tus miedos, olvida los roces.
Pero el frío persiste, el peso está aquí,
y el corredor se ríe, burlándose de mí.

Hay algo detrás, que acecha y respira,
su aliento me quema, me tienta, me mira.
Pero la puerta al final, brillando en la nada,
me da una esperanza, aunque sea apagada.

¿Hasta cuándo correré sin parar?
¿Hasta cuándo el abismo me va a acorralar?
No hay respuestas claras, solo esta verdad:
hay que seguir adelante, aunque duela avanzar.

Narrador:

Mono seguía descendiendo, la escalera parecía conducir cada vez más profundo, como si nunca fuera a terminar. La luz del cristal seguía parpadeando, pero aún lo guiaba, iluminando su camino en la oscuridad. Las paredes a su alrededor comenzaron a volverse más estrechas, apretándolo, como si el Nido quisiera atraparlo de nuevo entre sus garras.

Finalmente, la escalera terminó, abriéndose a su paso un corredor largo y angosto. El pasillo parecía extenderse hacia la nada, perdiéndose en la oscuridad. Había una sensación extraña en el aire, como si el mismo tiempo se estirara, y Mono se sentía pequeño e insignificante, ante la inmensidad de ese espacio. Pero la voz de Six seguía allí, cada vez más clara, llamándolo desde algún lugar, al final del corredor.

—Estoy cerca... ya casi llego —se dijo a sí mismo, tratando de infundirse valor. Dio el primer paso, y el eco resonó por todo el corredor, como si hubiera pisado una cuerda de piano.

Narra Mono:

El camino estaba vacío, o al menos eso pensaba. Pero a medida que avanzaba, comenzaron a aparecer sombras en las paredes, moviéndose como si fueran figuras atrapadas, tratando de escapar de algo que no podía ver. Seguí tratando de ignorarlos, manteniendo la vista al frente, pero sentía sus miradas clavadas en mí, siguiéndome con cada paso que daba.

-Mono estas ahí...

La voz de Six se escuchó de nuevo, más clara, pero esta vez sentía que había algo distinto en ella. No sonaba como antes, como un susurro desesperado. Era firme, segura, como si estuviera dándome instrucciones.

—No mires atrás.

Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. La orden era clara, pero eso solo hacía que la tentación al momento de girarme fuera más fuerte. Sin embargo, obedecí. Mantuve los ojos fijos en el final del corredor, que parecía acercarse y alejarse al mismo tiempo, como si estuviera jugando conmigo.

A medida que caminaba, el suelo bajo mis pies comenzó a cambiar. Ya no era el metal frío que había sentido antes, sino algo más blando, como si estuviera pisando una alfombra empapada. Trate de no pensar en ello, en qué podía haber bajo mis pies, pero la sensación era imposible de ignorar.

El sonido de los pasos comenzó a resonar detrás de mí. Pasos lentos y pesados, que parecían avanzar a mi ritmo, manteniendo la misma cadencia. Sabía que no debía mirar atrás, que, si lo hacía, todo se perdería. Pero los pasos se acercaban, cada vez más fuertes, cada vez más rápidos.

Luz en la Oscuridad...Where stories live. Discover now