Eighteen

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Beatrix

—Veamos que tenemos aquí...—. Alguien quitó la venda de mis ojos, y parpadeé para adaptarme a la tenue luz del lugar. 

Gruñí cuando arrancaron la cinta de mi boca sin ninguna delicadeza, y entrecerré los ojos.

Había una mujer parada frente a mí.

¿Quién sería? 

Era realmente aterradora.

Su sonrisa destilaba crueldad y sus ojos eran fríos como un témpano. 

Me estremecí.

 —Beatrix, Beatrix...—. Susurró mi nombre en voz muy baja, mientras caminaba alrededor de la silla en la que estaba atada. —Así que tú eres la famosa Beatrix—. No respondí, y seguí intentando controlar mis nervios. —Yo soy Rosalind, Rosalind Hale. Seguro que tu novia te habló de mí, ¿Verdad?

Volvió a pararse frente a mí, justo en el momento en que una ola de furia me recorría entera.

Era ella. 

La hija de puta era quien había asesinado a los padres de Stella.

Quien le había arrancado su infancia.

—¿Verdad?—. Repitió, su voz convertida en acero, mientras se inclinaba sobre mí.

Giré el rostro.

Tenerla cerca me repugnaba.—¡Respóndeme!—. Espetó, justo antes de estrellar su alargada mano contra mi rostro. 

Cerré los ojos con fuerza, sintiendo el ardor en mi mejilla derecha e intentando contener las lágrimas.

Saboree el salado gusto de la sangre con amargura.

—Respóndeme—. Volvió a repetir.

—No.

—¿Qué?

—No me habló de ti—. Mentí, con la voz patosa y ronca.

—¿Ah, no? Pues, yo te contaré quién soy...—. Se irguió, y volvió a caminar a mi alrededor. —Soy una mafiosa, igual que tu novia—. Torcí el gesto. 

Mi novia. 

—Una a la cual la hija de puta de Peters se encargó de destruir. Sólo dos semanas le bastaron—. Dejó escapar un sonido entre gruñido y bufido que me puso los pelos de punta. —¿Y sabes por qué lo hizo? ¡Porque se le dio la puta gana! Nunca me inmiscuí en sus negocios, pero en cuanto supe que estaba tramando algo en mi contra, tuve que investigar. Sólo fui a su casa a hablar con ella, pero ya había desaparecido—. Sacudió la cabeza mientras se cruzaba de brazos y se paraba frente a mí. —Luego comenzó a hacerlo. Uno por uno destruyó todos y cada uno de mis negocios. Y, querida, entenderás que debo vengarme, ¿Verdad?—. Otra vez aquella sonrisa escalofriante. 

—Ella no es mi novia...

—¿Perdón?

—Stella no es mi novia.

Rosalind frunció el ceño.

—¿Y entonces por qué te tiene contigo?—. Me limité a encogerme de hombros. —¡Responde!—. No lo hice, no podía hablar sin que se me quebrara la voz. —Suéltenla—. Espetó, visiblemente furiosa.

En ese instante, dos mujeres comenzaron a liberar mis manos y pies con rudeza, y me empujaron hacia adelante para dejarme de pie.

—Aprenderás a obedecer, te guste o no, ¿Oíste perra?

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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