Todo se reducia a su apellido y lo que éste, aunado a su poder, significaba, era tedioso, repetitivo y a veces demasiado pesado a su parecer. Había nacido en la cima de la cadena y eso no era precisamente agradable, la cima era fría, solitaria, carente de humanidad... Le lastimaba.
Pero nada de eso inportaba, después de todo el era "El más Fuerte", el único sobre el cielo y la tierra un hecho irrefutable pyes era el lider del clan Gojo.
Todos en el mundo de la hechicería conocían su nombre, y aún con ello nadie se atrevía a mencionar más que su apellido.
Satoru
Por alguna razón el sonido de esas letras le resultaba extraño y aún cuando era su nombre, no había nada de especial en el, solo era un adorno que nadie se atrevía a usar y eso estaba bien, no lo necesitaba, nunca lo necesitó. O así era hasta que el llegó.
"¿Satoru Gojo?"
¿Quién demonios se atrevía a mencionar su nombre? No lo sabía, no lo conocía así como el otro tampoco lo hacía.
"Suena bonito, Satoru"
La voz de aquel hombre pronunciando su nombre resultaba tan agradable, era como el ronroneo de un gato, como una caricia que calentaba su alma y aún sin conocerlo deseaba escuchar más de eso, deseaba sentir mas de aquel calor.
"Suguru Geto"
Era bonito y aunque no sabía de donde había salido le agradaba la idea de alguien que como el era "el más fuerte"
El conocimiento de la existencia del otro dio paso a la convivencia y esta a la confianza. Pronto los pequeños cruces de palabras se volvieron pláticas que duraban hasta el amanecer, los pequeños roces descuidados se volvieron una necesidad que solo se saciaba si sus pieles estaban unidas y sus nombres, antes solo apellidos formales pronto se volvieron un mantra que solo ellos tenían permitido pronunciar.
Geto
Gojo
Sugubu
Toru
Suguru
Satoru
No había nadie en el mundo digno de pronunciar su nombre, nadie excepto aquel hechicero de hebras oscuras y ojos ámbar, nadie excepto el hombre que fue capaz de ver al ser humano detrás de los seis ojos, nadie excepto el ser que robo su corazón y le hizo sentir vivo por primera vez en su vida.
"Te amo Satoru"
Nunca en su vida se sintió tan feliz de poseer un nombre, nunca se sintió tan complacido con la lejanía de las personas, pues mientras Suguru Geto fuese el único que pronunciara su nombre, él era el ser más feliz y dichoso del mundo.
"Yo también te amo Suguru"
Había algo en aquel nombre, algo que lo hacía especial, algo que solo ellos podían sentir, algo que solo el con todo su sentir podía transmitir.
"Te has descuidado Satoru"
Ese no era él, eso no tenía derecho de usar su voz y mucho menos su nombre, esos solo le pertenecían a una persona, a su único y verdadero. Era doloroso y repugnante que alguien más robara y se aprovechara de aquello que con amor dos almas se entregaron. Era doloroso, pero ese había sido su final.
...
"Bienvenido, Satoru"
"Por fin te volví a encontrar, Suguru"
・∞・
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