CAPITULO 34 - 'Luz de la vida'

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FRANCO ROVETSKI

Ansioso era la mejor forma para describirme. Ni aún estando en una carrera siento mi corazón de esta manera. Estos nervios incontrolables. Este miedo creciente dentro

Hoy fue la última carrera de la temporada y tras cruzar la meta. No pude detenerme a celebrar que había llegado dominando el podio cuando el jefe de equipos corre hacia a mí con un bolso en la mano - chico, necesitarás esto - ese bolso para el que vengo preparándome todo este momento tiempo
- ¿Dónde está ella? - pregunto asustado por el simple hecho de no estar a su lado
- Amy y Esther la acompañaron a la clínica
Mierda porque nadie me dijo nada, dejé específicamente claro que si Melanie rompía fuente tendrían que avisarme de inmediato.
Maldigo para mis adentros porque solo ella pudo haberse negado a eso - Te está esperando el coche listo para irte - dice el jefe de equipo y agradezco que no me pida subirme a ese podio a celebrar, no ahora cuándo los bebes están en camino
- Gracias - digo tras darle un apretón en el hombro

Y ahora estoy aquí, he llegado hace 20 minutos y aún no la he visto. Nadie me dice nada.

Visualizo a la doctora - Franco ¿que haces aquí?- pregunta sorprendida
- ¿No le avisaron que Melanie ya inició labor de parto?
- Si, ya la vi;  me refiero que porqué no estás a su lado. El esposo va acompañando a su pareja, dándole soporte y fuerza. - la miro asombrado, sin decir ni una palabra - sígueme.
Y lo hago sin problemas, tras colocarme el equipo de protección, nos dirigimos a una sala. Antes tan siquiera de cruzar la puerta ya se escuchan los gritos de Melanie. La agonía y la fuerza con la que se cargan traspasan estos muros y mi corazón se encoge; quiero estar con ella, no puedo esperar más. Cruzo el umbral de la puerta q nos separa
Y la veo, con la frente sudorosa, dando todo de sí, manteniéndose firme ante cada contradicción.
Cada una más dolorosa que la anterior. Esther es quien me mira primo, y me hace una señal de acercarme
Le dice algo a ella en el oído porque tras esto la oigo pronunciar mi nombre - Franco? Llegaste? - dice aún agotada
- Si cariño, aquí estoy. - Digo tras coger el amarre que Esther había soltado y tras un "me alegra que hayas llegado a tiempo" sale de la sala de partos - lo estás haciendo increíble - digo admirando a cada pequeña célula de su cuerpo que sigue soportando el dolor y continúa pujando.
- Vamos Melanie, ayúdanos y puja cuando te digamos, ¿vale? - dice la doctora
- Vale - responde ella, intentando encontrar aún sincronía con sus respiraciones
- Ahora Melanie, puja, puja
Dice mientras mi chica sigue sus indicaciones, su agarre se hace aún más fuerte - Eso es Mel, puja un poco más; ya mismo están con nosotros - digo pegando su frente con la mía. Gotas de sudor bajan sobre nuestras mejillas. Pero no se rinde y sigue pujando.
Cuando escuchamos un llanto que opaca cualquier otro sonido antes escuchado. Era el sonido más hermoso que haya escuchado en mi vida. Levantó mi cabeza y Melanie agotada sabe que el primero ya salió.
Percibo cierta intriga y no hace falta que lo pregunte - es niña - digo con la emoción que ciento al ver a ese ser tan pequeño, llorando con la intensidad.
Ella esboza una sonrisa aún más ancha pero la doctora corta nuestro pequeño momento - Vamos Melanie, aún queda sacar a uno, puja
Ella ya recobró las fuerzas, ese llanto; esa alegra de un momento siento que son suficiente y puja con mayor intensidad - Eso es dice - y tras esto otro llanto opaca la sala. Giro y este pequeñín me ablanda el corazón. Esto es real y esas magníficas dos personitas salieron de esta increíble mujer. Es como estar enamorado tras verlos por primera vez a estas dos miniversiones suyas.
Melanie cae agotada sobre la camilla. Me acerco y le beso la coronilla; teniendo su frente pegada con la mía, articulo - lo hiciste increíble, son hermosos.

Ella no tiene fuerza suficiente para responder, sólo sonreír porque aunque no tenga fuerzas, su corazón está lleno de felicidad. - son mellizos, un Niño y una niña, digo finalmente.
Y un suspiro de alivio recorre la sala.
Dos enfermeras se acercan a nosotros, cada una cargando a un bebé. Y se los acercan a Melanie
Al verlos, lágrimas de felicidad recorren por sus mejillas - Son hermosos - solamente asiento mientras observo cada una de sus acciones y cómo les habla con uno de ellos, logrando calmarlos por un momento, pero uno de ellos rompe a llorar nuevamente. Intento probar algo, le habló - tranquila bebé - y depositó un beso es su pequeña cabecita. Ella se calma y compartimos cierta mirada de complicidad con Melanie.
Se los llevaban a que les hagan chequeos y después nos alcanzaran en la habitación de mamá. Así como un 07 de abril nacen las personitas más hermosas que he visto en mi vida.

Cuando los registramos, Melanie dejo el apellido del padre incierto, y aunque ciertas ganas dentro brotaban en decirle que podría colocarme. No era algo que se pidiera, sabía que aún no era el momento; llevábamos 3 meses saliendo y sé perfectamente que no es el tiempo, sino la persona pero aún así no tendría derecho a pedir eso.
Y fueron registrados como:
Jana Maeve Danfort
Bastian Jackson Danfort

Cuando Melanie me mostró el registro, no pude ocultar mi admiración ; se había inspirado en el nombre de mi madre para ambos nombres. Ella se llamaba Jackeline, por eso les puso Jana y Jackson.
- Eres realmente increíble - digo mientras mi cabeza se seque hacia atrás intentando reprimir esta sensación, pero es inevitable, lágrimas ya caen y ruedan por mis mejillas.
Siento su calor alrededor de mi cuerpo y solo hace que lo acepte y haga lo mismo. Ella siempre me conforta, y más cuando hablo de mis padres. A ella y a mi psicóloga, con la que he asistido desde que fallecieron mis padres, son las únicas con quienes puedo hablar abiertamente sobre este tema.
- Gracias por el detalle - digo mientras deposito besos en su pequeña cabeza.

- No hay de que - dice mientras limpia cada una de las lágrimas que continúan deslizándose y se acerca para estampar un beso en mi labios. Uno profundo, juguetón, exquisito.
- Te estás recuperando - digo mientras nuestras respiraciones empiezan a irregularizarse
- Exacto, así que debes tener más cuidado- dice mostrándome esta sonrisa pícara que tanto me encanta. Y es que esta mujer es increíble. Hace unos dos días estaba en cama recuperándose y ahora, solo estábamos los dos en la cama recuperando el tiempo perdido.
- Joder, cuánto te quiero - y mi declaración la toma por sorpresa pero su expresión se suaviza rápidamente
- También te quiero mucho Franco - dice acentuando el beso, cargándolo de todo el deseo que tiene. Me desea. Me encanta.

El mundo exterior desapareció, y solo existían ellos dos, atrapados en un instante donde el deseo era innegable.

Más allá del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora