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TERCERO DE SECUNDARIA
PARTE 3

Es lunes por la mañana. Tengo unas ojeras gigantescas pero me da igual. Me empiezo a vestir con la ropa que Mauro odia, así lo jodo un poquito. No tengo hambre, pero sé que mis padres me van a obligar a comer algo. Cojo unas galletas y me las como a desgana. Mi padre aparece por la puerta de la cocina.

- Cariño, sé que romper con alguien es una cosa muy difícil para una chica de tu edad. Si quieres hablar aquí estoy.- Me dice él, abrazándome por atrás.

- Estoy bien, no te preocupes.- Le contesto, falseando una sonrisa.

Finalmente empiezo a comer mis galletas, hasta que un ruido molesto que procede de mi bolsillo me interrumpe. Alguien me está llamando, pero no sé quién con dos dedos de frente llamaría un lunes a las 7:03 de la mañana. Saco el móvil de mi bolsillo y en la pantalla sale: MAURO. Ni de coña le pienso contestar. Le rechazo la llamada y sigo comiendo. Me vuelve a sonar el móvil. Otra vez Mauro. No para de insistir e insistir... Decido ignorarlo, pero a la quinta vez que me llama, no puedo más y descuelgo la llamada.

- Dame otra oportunidad.

Eso es lo único que me dice. No añade nada más. Solo puedo escuchar su respiración lenta y pausada. Pero espera, que me he desviado del tema. ¿Me acaba de pedir que le dé otra oportunidad? No lo entiendo. Fue él el que quiso cortar la relación, ¿no?

- Mira Mauro... no sé qué decir...

- No tienes que decir nada, Aurora. Solo dame otra oportunidad.

¿Qué hago yo ahora?

- Mauro... tú quisiste romper... no lo entiendo.- Es lo único que sale de mi boca.

- No tienes que entender nada, Aurora. Solo dame otra oportunidad.

No puedo, no puedo no puedo.

- No puedo Mauro. No te puedo dar otra oportunidad. Lo siento.- Le digo.

Le cuelgo y me pongo a llorar. No entiendo que me está pasando. Miro el reloj y me doy cuenta de que he de salir ya de casa. Corro a vestirme. Me peino y veo que Alicia sigue en casa. Sólo tiene dos años menos que yo, pero es más responsable que yo. Siempre sale un cuarto de hora antes de casa para llegar bien. Yo salgo tres minutos antes y corro como si no hubiera un mañana. Me sorprende verla en su cuarto mirándome. No me dice nada y me inquieta.

- ¿Pasa algo?- Le pregunto.

- ¿Puedo ir contigo al instituto y de paso hablamos?- Me dice.

Mi hermana es muy buena hablando y dando consejos así que acepto. Bajo las escaleras de dos en dos y Alicia me copia. Nos empezamos a reír. Al poner un pie en la calle, ella empieza a hablar.

- ¿Mauro te ha pedido que le des otra oportunidad?- Me pregunta.

- ¿Y tu como sabes eso, cotilla?- Le digo, un poco enfadada porque eso significa que me ha espiado.

- Las paredes de la cocina son finas.- Me dice, con una sonrisa.

- Ya, para nada has estado en la puerta escuchando.

- Ni se te ocurra hacerlo.- Me dice, con una voz que me da un poco de mal rollo.

- ¿A qué te refieres?- Le pregunto yo, confundida.

- Ni se te ocurra darle otra oportunidad.- Me dice agarrándome la mano.

- No lo pienso hacer, no te preocupes.- Le digo, dándole un beso en la cabeza.

- ¿Me prometes que todo lo que pase me lo vas a contar?

- Te lo prometo. Siempre serás la primera en saberlo todo.

Llegamos al instituto y nos separamos. Al llegar a mi clase veo que no está Mauro. Me siento tranquila en mi sitio y Marina entra por la puerta. Le cuento lo que me ha dicho Mauro esta mañana y ella alucina.

- ¡NI SE TE OCURRA DARLE OTRA OPORTUNIDAD!- Me grita en la oreja.

- ¡No lo pienso hacer! No hace falta que te preocupes por eso.- Le digo, riendo por su reacción.

Y de repente entra Mauro por la puerta, me mira y sonríe. Yo aparto la mirada, incómoda. Las clases se me hacen interminables. A la salida, Mauro viene hacia mí y habla.

- Mira, Aurora. No lo pensé bien. Por favor, hablemos esta tarde. Quedamos en mi casa para merendar. - Me dice, sonando sincero.

- Vale.

¿Por qué acabo de aceptar? ¿Acaso no lo quería ignorar? Pues parece ser que no. Llego a casa y voy al cuarto de Alicia. Como es de esperar está recogiendo las cosas de su mochila.

- Alicia...

Ella no levanta la mirada, sigue guardando la carpeta, la libreta...

- He quedado esta tarde con Mauro para hablar.- Le comento.

Alicia para de hacer lo que estaba haciendo. No se mueve. Me mira con los ojos abiertos.

- ¿Es broma?- Dice, con la voz temblorosa.

- No va a pasar nada, solo vamos a hablar mejor las cosas.- Le digo yo, tratando de sonar convincente.

Sinceramente, yo tampoco las tengo todas, pero ya es demasiado tarde para echarme atrás. Llega el momento de salir de casa. Me tiemblan las manos. Llamo al timbre y esta vez me abre a la primera. Subo las escaleras lentamente, mentalizándome para lo que va a pasar. Su puerta ya está abierta así que entro. Cruzo el pasillo y veo a Mauro en el comedor, como si me estuviera esperando.

- Siéntate.- Me dice con una voz muy suave.

Yo le obedezco. Me siento en el sofá y me siento un poco incómoda. Mauro empieza a hablar muy tranquilo:

- Aurora, fue un error. No quise decir lo que dije. Lo siento. Me darás otra oportunidad, ¿a que si?

Y antes de que yo pueda responder me empieza a besar. Su beso es desagradable y no me gusta nada. Me estoy sintiendo muy incómoda. Me intento apartar, pero él me coge por la cintura y me lleva hacia él. Estamos los dos tumbados en el sofá, uno encima del otro. Consigo despegar mi boca de él para hablar.

- Mauro, por favor, para.

- No tengas miedo.- Me dice, mirando a mis ojos.

Si que tengo miedo. No entiendo qué está pasando. Miro a sus ojos. Parece que esté poseído.

- No digas nada.- Es lo único que me dice. Me empieza a quitar la ropa y me tapa la boca. 

Dame otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora