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No puedo evitar la sensación que me envuelve cuando siento sus manos en mis piernas. Su tacto es tan exhorbitante que me estremece al sentir breves roces que realiza mientras acomoda sus manos.

Mi corazón optó por ignorar a mi racionalidad y comenzó a latir tan presuroso que no pude evitar sentir tanta placidez que, por un segundo me asusté.

Esto no estaba bien, pero mi cuerpo no entendía razones. Quise justificar mis reacciones por el hecho de la necesidad física que me he negado por varios años. Desde que tuve mi primer celo nunca recibí alguna solución que tuviera que ver con otra persona, ni siquiera mi autoayuda servía. Mis padres se encargaban de darme los mejores supresores para calmar mi sed de contacto.

Mis amigos en la escuela me contaban sus experiencias con sus Alfas tan increíbles y detalladas que me sentí inservible. No podía cumplir con lo que me era asignado desde que nací. Pero, realmente nunca pude acercarme a un Alfa.

Ninguno me transmitía confianza, me intimidaban y al paso del tiempo comencé a temerles. Por ello mi timidez. Ellos eran tan groseros, egocéntricos, altaneros y egoístas.

Simplemente nunca sentí atracción por nadie, ni siquiera llamaban mi atención. A Ely sí, pero a mí no.

Hasta que en aquella aplicación, conocí a cierto Alfa que me derritió con su físico, que me hipnotizó con su interés y me enamoró con su forma de ser tan única y especial.

Y por ello, no puedo evitar sentir que le estoy traicionando sintiendo tanta comodidad con un Alfa que no es él. Pero ni siquiera me ha invitado a salir, no le conozco la cara, nada. Solo en mensajes y eso ha comenzado a atormentarme.

Ahora, mi cuerpo se derrite al sentir la calidez de Aristóteles, su aroma varía algunas veces. Cuando está tranquilo su aroma desprende un olor a tierra mojada, también a veces huele al aroma de los vinos, pero ahora, el aroma me hipnotiza percibiendo el olor tan intenso a canela que retuerce a Ely haciéndola finalmente salir.

Su aroma impone, es tan difícil de ignorar y juro que ahora más que nunca Ely se siente agitada.

Mientras Mateo toma las fotos necesarias siento la respiración de Aristóteles bañando mi rostro. Su pecho y el mío se encuentran amoldando nuestras respiraciones a la par.

Me siento tan cómodo, pero sigo estando en un gran debate mental que me mantiene a margen. Debo recordarme que estoy siendo profesional y que puedo con ello, pero mi loba me da un golpe a la realidad diciéndome en donde estoy sentado y lo que está presionado en mis nalgas.

Dios, malditos juicios que mi cabeza me hace tener. No puedo creer que sea el único con estos pensamientos, Aristóteles se ve tan tranquilo y sereno. No entiendo como es que lo que está levemente presionado a mí se siente tan rígido y abultado si Aristóteles ni siquiera se ve intranquilo.

Pero es que no puedo evitar sentirlo y pensarlo. Hay algo yerto bajo mi cuerpo. Se siente áspero y muy tentador. Me hace querer cosas que no debería.

Entonces, cuando estoy en la cúspide a punto de hacer cosas de las cuales me arrepentiría seguramente, Mateo habla anunciando que hemos terminado salvándome de esta locura.

Mientras que yo, yo-yo, no sé como me siento ahora.

Mis ojos se abren con pesadez mientras me recobro del sueño del cual acabo de recordar. Pero no, no fue un sueño. Fue un recuerdo de lo que pasó hace dos días.

Sí, dos días. Ya que hoy es el gran día.

Y también, por suerte para mí, solo fueron dos días extensos de sesiones donde Aristóteles y yo nos acercábamos de una forma no tan buena para mí. Aunque no puedo dejar pasar la gran experiencia que me había dejado; me gustaba mucho. El hecho de posar y sentirme bien en las fotos.

Daddy, ¿Me Follas? // Adaptación AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora