26

74 9 2
                                    




"Acércate, acércate, acércate"


Mi loba se siente tan hipnotizada ante aquel sonoro gruñido animal que no ha dejado de ronronear gustosa. Trato de mantener mi cordura y no dejarla poseer mi cuerpo. Por suerte, no fui el siguiente en dar el paso. Ya que el Señor Corcega alejó su rostro mientras rascaba su nuca en señal de vergüenza — Uh, lo siento — se disculpó, utilicé su disculpa como una señal para separarme también — No fue mi intención alterarte, últimamente mi lobo y yo no hemos estado de acuerdo en muchas cosas y hace lo que quiere.

— No-no se preocupe, a mí ta-también me ha estado pasando mucho estas últimas semanas. Siento como un descontrol, no sé si me entienda.

— Claro que te entiendo, es lo mismo que siento — se volvió a reacomodar, así que adquirí un poco de valentía y volví a acercarme. Pero esta vez sí comencé a maquillarlo un poco — Es como si mi lobo estuviera inquieto y quisiera algo que yo no.

— Exactamente — respondí mientras tomaba su rostro y seguía con lo mismo. Me temblaban un poco las manos, pero gracias a la cómoda plática este detalle se fue aliviando poco a poco — Es un poco complicado ir en contra de nuestro lado animal.

— Lo sé, pero a veces es bueno revelarnos hacia nuestros lobos para que entiendan que nosotros mandamos en nuestra cabeza. ¿Me entiende?

— ¿Ya lo has hecho?

Suspiré una vez que terminé, me devolví para recoger algo en mi mochila; era una botellita de crema que hacía que la piel brillara. Debía ponérsela en su pecho, hombros, espalda y en su zona V.

Dios mío.

— No — comencé a jugar con la botellita en señal de nerviosismo — ¿Usted?

— Tampoco — contestó mirando hacia mis manos — Nunca sentí la necesidad, nunca había tenido un descontrol, hasta que ocurrió hace unas semanas.

— Oh, supongo que ahora tenemos una cosa en común.

— Eso veo, ¿quieres que te ayude con eso?

"Que no, verga"

— Por favor — se la extendí, él la tomó y después se levantó.

Yo realmente no quería seguir mirando porque sabía a lo que conllevaba, así que me aparté para recoger la mochila.

A los minutos llegó Mateo — Condenado baño espectacular, tantito más y me duermo en el suelo — le miré, él nos miró a ambos — No te pongas tanta crema, Aris. Ya sabes exactamente donde la debes poner y en donde no es tan necesario — se volteó hacia mí — Temo, ayúdame a sostener el rebote.

Después de eso, comenzamos con la sesión.

















¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Daddy, ¿Me Follas? // Adaptación AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora