9- Hay que reírse de lo Mal0 y tomarse en serio lo bueno

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El tiempo pasaba, y Gmork no aparecía.

Miré de un lado a otro a ver si la veía por el rabillo del ojo, pero nada. En el reflejo de la tele tampoco estaba, ni usando el reflejo de la pantalla del teléfono pude encontrarla.

Tras rastrear toda la casa recordé dónde la había visto por última vez, el cuarto de baño ¿No había salido en todo este tiempo? ¿Qué estaba haciendo?

Abrí la puerta y durante un instante pude apreciar la bola de pelo negra encorvada en la bañera. Los restos de jabón se habían secado ya, y Gmork seguía ahí parada, sentada en la bañera abrazándose las rodillas para hacerse un ovillo. Era una visión bastante triste, cuando me vio entrar movió las orejas hacia mí, pero luego volvió a agacharlas y miró hacia otro lado.

"Gmork... ¿Qué haces ahí parada?" Pregunté.

La criatura se limitó a resoplar y mirar hacia otro lado.

"¿No te he dicho que acabaras de bañarte?"

Gmork extendió las garras hacia la botella de champú y la atravesó sin tocarla, después se encogió de hombros y me señaló a mí, por un momento parecía indignada.

"¿No puedes... bañarte tu sola?"

Gmork negó con la cabeza.

"Ya veo... ¿Por qué no me lo has dicho antes?" Pregunté.

Gmork se encogió aún más y miró hacia abajo.

El cuarto de aseo olía fatal. Esto no podía quedarse a medias, ya que además del mal olor, casi a podrido, también había un fuerte olor a perro mojado. Muy a mi pesar, tendría que terminar lo comenzado y ayudar que la criatura se limpiara, por muy incómoda que resultara la situación. Solo esperaba que Gmork no volviera a hacer alguna de las suyas...

Puse de nuevo el espejo encima del lavabo para poder mirar a Gmork de manera indirecta para el segundo intento de bañarla. Mientras me acercaba y ponía todo en su sitio, la criatura se levantó del suelo y me observaba atentamente. De nuevo, guiándome por el reflejo, levanté una mano y la dirigí hacia Gmork, pero esta vez, la reacción fue distinta.

De un movimiento rápido, como un depredador atacando la presa, Gmork me agarró el brazo y tiró hacia ella. La gran fuerza de la criatura me sorprendió y casi me hizo tropezar.

Gmork me había asustado muchas veces, pero en el fondo, tras el shock inicial, tenía asumido que no era más que una imagen, un ser que realmente no existía más allá de mi visión, sin embargo, ahora había algo más.

Era un contacto físico, podía sentir la fuerza de la criatura agarrándome firmemente el brazo, y no era un contacto casual como antes, era la primera vez que Gmork había tomado la iniciativa y que una licántropa zombi con fuerza sobrenatural te agarre es una situación bastante impactante. Intenté liberar el brazo, tirando de él como acto reflejo y lo único que conseguí fue sentir las afiladas garras rozándome la muñeca, pero Gmork no cedió ni un centímetro. Estaba a punto de entrar en pánico cuando miré directamente a Gmork de nuevo.

No vi las fauces abiertas, ni una postura amenazadora. No había hostilidad, ni siquiera de broma en ella. Estaba encorvada, las orejas agachadas y la cola entre las piernas. Quedándome quieto durante un instante también pude sentir que Gmork estaba temblando y una lágrima caía por su mejilla.

"Auch... cuidado... garras, garras..." Intenté librarme tirando más suavemente, intentando evitar las puntiagudas garras, pero solo conseguí que Gmork me apretara más el brazo, intensificando la sensación de algo clavándose.

"Gmork... me estás haciendo daño..." Intenté mantener la calma.

Gmork dio un respingo y retrocedió, pero no soltó el brazo. Extendiendo la otra garra, me agarró con ambas manos, de manera que me sujetaba más firmemente, pero con menos fuerza. Al dar la vuelta al brazo pude apreciar cuatro pequeñas marcas rojas, una de ellas con algo de sangre. Gmork también las vio y de repente pareció entrar en pánico, negando con la cabeza frenéticamente.

No hay Mal0 que por bien no vengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora