8- Una vez al año, no hace... Mal0

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En el autobús podía apreciar el reflejo de Gmork sentado en el asiento de enfrente. No me solían gustar los asientos en los cuales una persona puede sentarse justo frente a ti. Primero, si te toca de espaldas, da mareo, y aunque puedas sentarte en el que va de frente, siempre alguien se sentará y habrá un momento incómodo en el que no sabes si saludar o mirar hacia otro lado...

Que el espacio para las piernas no sea de lo más amplio no ayuda nada.

Sin embargo, con Gmork era distinto. Ahora, cuando había posibilidad de encontrar uno de estos asientos lo tomaba. Mientras, en el asiento de enfrente, invariablemente se sentaba la criatura y me miraba a través del reflejo del espejo. Realmente parecía que estaba mirando a través de la ventana, así que no levantaba sospechas.

O ese era el plan...

"Buenas tardes, jovencito..." Saludó una adorable anciana de cabellos blancos recogidos en un moño, con gafas de culo de vaso que amplificaban sus ojos cada vez que me miraba y un vestido largo de color verde pálido adornado con margaritas.

"Buenas tardes, señora." Devolví cortésmente el saludo.

La anciana tomó el asiento 'vacío' que había delante de mí, mientras Gmork se levantaba y agitaba los brazos, indignado. Un leve frenazo del autobús hizo que diera un traspiés y casi cayera, aferrándose con las garras a una de las barras, quedándose la criatura abrazada a dicha barra con los 'ojos' abiertos como platos y las orejas agachadas. Tuve que suprimir la risa ante esa cara de cachorro asustado.

"Ha quedado una bonita tarde después de los nubarrones de esta mañana." Dijo la señora, intentando dar un poco de conversación trivial, algunas personas mayores suelen hacerlo.

"Cierto es, señora. Ha quedado una bonita tarde para dar un paseo."

El trayecto en el autobús transcurrió sin grandes sobresaltos. Pese a haber algún que otro sitio libre, Gmork decidió agarrarse a mi asiento y permanecer a mi lado de pie, mientras miraba con mala cara a aquella señora. Hay que cederles el asiento a las personas mayores, a la gente con muletas y a las embarazadas, son las normas básicas de viajar en el transporte público. Si Gmork iba a vivir conmigo, lo mejor sería que se fuera acostumbrando a ser amable y correcto.

Mi destino era el centro comercial, donde se acumulaban las tiendas más importantes del pueblo y donde la gente que tiene coche venía cada vez que necesitaba algo. Todo el mundo parece tener coche estos días, pero viendo los precios... Tal vez más adelante, hay necesidades más importantes que cubrir, y la gasolina está muy cara.

El autobús se detuvo al lado de la entrada, en frente, un mar de cristal y metal sobre una base de asfalto, todo ello bajo el sol, sin una sombra a la vista. Para una hormiga, sería un desierto infernal salido de una historia de ciencia ficción... O tal vez tenían su guarida en un hormiguero aislado, escondido, como si fuese un refugio en un apocalipsis con grandes bestias caminando a su alrededor y esperando que llegasen tiempos más frescos para salir a por las migajas de pan que a una señora se le cayeron mientras guardaba las bolsas en el maletero...

Resumiendo, un centro comercial con aparcamiento de toda la vida, común y corriente.

Al entrar al centro comercial me golpeó una oleada de aire fresco del interior. Pese a ser otoño, de vez en cuando había días como éste, días calurosos. Además, la gran superficie de asfalto y todos los coches circulando provocaban que la temperatura subiera aún más en el exterior. En la zona de tiendas había aire acondicionado, un pequeño lujo de los tiempos modernos.

Estoy sonando como un viejo y solo tengo 21 años... En qué mundo vivimos...

Lo que cambian las personas cuando tienen que valerse por si mismas, las responsabilidades, las facturas, los impuestos, el trabajo...

No hay Mal0 que por bien no vengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora