4- No hay Mal0 que dure cien años

78 5 18
                                    


Me despertó el timbre de la puerta.

Me tomé unos segundos para orientarme y recapitular los acontecimientos de ayer, pasando la tarde con una extraña criatura imaginaria. Me preparé para abrir los ojos y recibir el susto de ver la calavera de lobo de nuevo a escasos centímetros de mi cara, como me estaba pasando ayer, abrí tímidamente un ojo y, cuando no vi nada, abrí el otro.

Qué extraño, ¿lo había imaginado todo?

De nuevo el timbre de la puerta volvió a sonar, esta vez lo pulsaron varias veces y más de seguido con impaciencia.

Vaya... ¿Quién narices viene por la mañana un domingo a mi casa?

Con algo de reticencia me levanté a abrir la puerta. Al no haber recibido un susto al abrir los ojos bajé la guardia y di un ligero salto cuando vi a Gmork agazapado en una esquina de la habitación a través del reflejo del televisor.

Como al parecer habíamos quedado como amigos, lo saludé con la mano, a lo cual, la criatura me miró, para luego volver a mirar hacia la puerta. Algo había cambiado, ahora la criatura parecía amenazante, la boca abierta mostrando los dientes, las orejas pegadas hacia atrás y el pelaje erizado.

Decidí ignorarlo y atender la puerta. Al fin y al cabo, quería mantener mi vida normal lo máximo posible.

Dos agentes de policía, un hombre alto, moreno y de aspecto fornido. A su lado una mujer pálida, con el pelo teñido de morado, delgaducha y de aspecto enfermizo. No es por discriminar, pero no creo que esa mujer fuera capaz de atrapar ningún criminal con esos bracillos delgados. Era una pareja de agentes cuanto menos extraña.

"Agente Ferdinanz, y esta es la especialista Maya ¿el señor Pedro Paredes?" Preguntó el hombre en tono cortés.

"Así es... ¿ha pasado algo?" Pregunté desconcertado.

Maya hizo el gesto de empezar a hablar, para ser interrumpida inmediatamente por Ferdinanz.

"Nada de lo que deba preocuparse, señor Paredes. Si no le importa, nos gustaría hacerle algunas preguntas." Respondió el agente.

"Pero... ¿me he metido en problemas? ¿soy sospechoso de algo?" Pregunté, algo asustado por que de repente dos policías me despertaran el domingo por la mañana.

"No, en absoluto, caballero. Es... venimos a pedirle ayuda, si usted está dispuesto a colaborar con nosotros. La colaboración ciudadana muchas veces es inestimable para resolver ciertos crímenes. No se alerte, sencillamente estamos preguntando a los vecinos acerca de un... problema." Ferdinanz continuó explicando, mientras volvía hacer callar a Maya, la cual se impacientaba.

"¿Ha pasado algo?" Pregunté, algo asustado ante la perspectiva de que hubiera algún criminal suelto por el barrio.

"Eso es información clasificada." Respondió Maya de forma brusca.

"Oh, por favor, no se alerte." Ferdinanz hizo otro gesto a Maya para que se callara. "Lo que mi estimada compañera quiere decir es que... no es conveniente revelar información de la investigación. Nunca se sabe cuándo alguien publicará algo en redes sociales o en el periódico que pueda informar a los criminales del estado de la investigación. Eso haría que fueran por delante de nosotros."

"No le sigo..." Le dije.

"Si los criminales se enteran de que estamos investigando por aquí, se irán a otro lugar y continuarán delinquiendo, evadiendo la justicia un día más y amenazando a otros ciudadanos inocentes como usted. Por favor, entienda la situación. Su colaboración podría ayudarnos enormemente. Tan solo serán unas pocas preguntas." Explicó Ferdinanz.

No hay Mal0 que por bien no vengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora