5- Mal0 de muchos, consuelo de tontos

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"¿Doctora Rosewood?" Pregunté tímidamente al abrir la puerta de la consulta. Había estado tan solo diez minutos de espera tras la hora especificada en la cita, las 10:30. Había llegado con 5 minutos de antelación, para un total de 15 minutos de espera. El cliente anterior era un hombre, salió de la consulta con una expresión cansada, aunque determinada.

La Doctora era una mujer pálida con el pelo rojo ondulado y los ojos verdes. Un rostro bien definido, pero con las líneas suaves que le daban un aspecto cercano. Llevaba un traje formal de color negro sobre una camisa blanca abierta, sin corbata.

"¿Señor Paredes? ¿Puedo llamarle Pedro?" Preguntó la doctora de manera formal, pero en tono amable.

"Por supuesto, Señora Rosewood." Respondí.

"Oh, por favor, llámeme Rose, todo el mundo lo hace." Añadió con una sonrisa agradable.

"De acuerdo, Seño... quiero decir... Rose." Tartamudeé.

"Tome asiento, Pedro, estoy encantada de ser su psicóloga para esta y las sesiones que estimemos oportuno después de analizar su caso."

Tomé asiento y miré alrededor. La sala estaba amueblada de manera bastante espartana. Lo único que tenía pinta de ser más caro eran los sillones para paciente y para la propia psicóloga. Había poco mobiliario, aparte de la mesa, dos sillas para recibir a los clientes y una cajonera para guardar documentos. También la habitación tenía al menos un espejo en cada pared, de diversas formas y tamaños, parecían la decoración favorita de aquella psicóloga.

Rose tomó una carpeta con un papel y un bolígrafo. La carpeta tenía una pegatina blanca tapando algo, y encima de esa pegatina había unas letras borradas seguidas de algo. -1471 A (Pedro Paredes) justo tras el borrón.

"Muy bien, Pedro. Me gustaría que me contaras tu experiencia desde que instalaste la aplicación Mal0 1.0.0 hasta hoy, para tener una idea general de a qué nos estamos enfrentando." Dijo Rose.

De nuevo vi el borrón oscuro, esta vez abalanzándose sobre la doctora, tratando de desgarrarla y morderle el cuello, pero tan solo duró un instante hasta que dejé de ver a la criatura. Mirando al espejo pude ver cómo continuaba la grotesca escena. Por supuesto, la doctora permanecía intacta y su sonrisa era agradable y cercana.

"Pareces distraído, Pedro ¿Puedes ver a la criatura?" Preguntó al darse cuenta que estaba prestando atención al espejo.

"Si... puedo verla..." Respondí tímidamente.

"Entonces empecemos con algo más sencillo. Dime, ¿qué está haciendo ahora mismo esa criatura?"

Gmork inmediatamente se levantó y se alejó de Rose. Levantó las garras y se encogió de hombros, parecía un jugador de fútbol disimulando después de haber cometido la más atroz de las faltas contra otro jugador.

"Pues hace un momento estaba..." Comencé, pero Gmork se puso a agitar frenéticamente los brazos y a negar con la cabeza, luego se llevó un tembloroso dedo índice a la punta del hocico, como haciendo el gesto de que me callase.

"...Pues... ahora mismo está agitando los brazos y..."

Gmork levantaba y bajaba las garras, como haciendo un gesto de apaciguamiento.

"Creo que está inquieto por algo..." Concluí.

"Ya veo..." Anotó Rose en su carpeta. "¿Cómo ve a la criatura?"

"De vez en cuando a través del rabillo del ojo, o brevemente cuando miro de un sitio a otro. También puedo verla en los espejos de manera continuada. Uso los espejos cuando quiero verla o decirle algo." Expliqué.

No hay Mal0 que por bien no vengaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora