VI

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Namjoon se despertó temprano, como era su costumbre, estirándose perezosamente bajo las sábanas. Su mente se llenó rápidamente con la idea de sorprender a Jin con el desayuno. Se levantó con un entusiasmo poco habitual, imaginando la sonrisa en el rostro de Jin al ver el gesto. Sin embargo, cuando se dirigió a la sala, notó que Jin ya no estaba. La ligera expectativa que tenía se desvaneció al ver el sofá vacío, las almohadas perfectamente acomodadas, como si Jin nunca hubiera estado allí.

Una sensación de vacío lo invadió de inmediato. "Quizá no quiso incomodar", pensó para sí mismo, tratando de calmar el inesperado sentimiento de tristeza que lo llenaba. Había algo en Jin que había iluminado su día anterior, y ahora su ausencia lo dejaba con un extraño anhelo.

Decidió sacarse esos pensamientos de la cabeza. Aún tenía su rutina diaria que cumplir, y el ejercicio siempre era una buena forma de despejarse. Se cambió rápidamente y salió de casa, dispuesto a correr hacia la casa de su mejor amigo, Yoongi.

Cuando llegó a la granja de Yoongi, lo primero que notó fue a Hoseok, el novio de su amigo, recogiendo fresas en el campo cercano

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Cuando llegó a la granja de Yoongi, lo primero que notó fue a Hoseok, el novio de su amigo, recogiendo fresas en el campo cercano. Hoseok siempre tenía esa energía radiante que hacía que cualquiera que lo viera sonriera de inmediato. Namjoon se acercó a saludarlo.

—¡Buenos días, Hoseok! —le dijo, alzando una mano en señal de saludo.

Hoseok se enderezó, con una sonrisa que parecía tan cálida como el sol de la mañana.

—¡Namjoon! —exclamó alegremente, caminando hacia él con una pequeña canasta llena de fresas—. ¿Cómo estás? ¿Quieres algunas? Están fresquísimas.

Namjoon no pudo evitar sonreír ante la amabilidad contagiosa de Hoseok. Recibió una de las fresas que le ofrecía y la probó, notando lo dulce y jugosa que estaba.

—Gracias, están increíbles. —comentó entre bocados—. ¿Cómo van las cosas por aquí?

—Todo genial. Estamos en plena cosecha, pero Yoongi está encerrado en su estudio, como siempre —respondió Hoseok, riendo suavemente—. Ya sabes cómo es, su música lo absorbe por completo.

Namjoon asintió, sabiendo exactamente a lo que se refería. La relación entre Yoongi y Hoseok era una de esas que siempre lo había admirado. Aunque eran tan diferentes, se complementaban perfectamente. La alegría de Hoseok equilibraba la seriedad de Yoongi de una manera que Namjoon encontraba inspiradora.

—Tú y Yoongi son el ejemplo perfecto de lo que significa complementarse —comentó Namjoon, mientras se despedía de Hoseok y se dirigía a la casa.

—¡Y tú también encontrarás a alguien que te complemente! —le gritó Hoseok desde el campo, antes de volver a concentrarse en su trabajo.

—¡Y tú también encontrarás a alguien que te complemente! —le gritó Hoseok desde el campo, antes de volver a concentrarse en su trabajo

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Al entrar en la casa, Namjoon fue recibido por el sonido suave y envolvente de la música que Yoongi estaba produciendo en su estudio. Tocó la puerta ligeramente antes de abrirla.

—¿Puedo pasar?

Yoongi levantó la mirada de su computadora y le hizo un gesto con la mano para que entrara.

—Claro, Joon. ¿Qué te trae por aquí tan temprano?

Namjoon se sentó en una silla cercana, observando los equipos de producción y la calma que emanaba Yoongi a pesar de estar inmerso en su trabajo.

—Conocí a alguien —dijo finalmente, sin preámbulos. Yoongi lo miró con interés, levantando una ceja.

—Eso suena interesante. Cuéntame más.

Namjoon suspiró, dejando salir el aire con cierto nerviosismo.

—Es… increíble. No sé cómo describirlo. Me siento diferente cuando estoy con él. Como si hubiera algo más que solo una conexión casual. —Se quedó en silencio por un momento, buscando las palabras adecuadas—. No sé si seré correspondido, Yoongi. Es tan diferente a cualquier persona que haya conocido antes.

Yoongi lo observó en silencio antes de hablar con la misma calma que lo caracterizaba.

—Namjoon, si te hace sentir así, no dejes que el miedo te detenga. A veces, lo que nos aterra es lo que más vale la pena. Si sientes que esa persona ha iluminado tu vida, ¿por qué no te arriesgas? Puede que sea la persona con la que puedas formar una familia, o simplemente alguien que te dé la felicidad que tanto mereces.

Namjoon lo miró, impresionado por la claridad de sus palabras. Yoongi siempre tenía esa capacidad de ir al grano, de ofrecerle una perspectiva que le daba fuerza.

—Gracias, Yoongi. —dijo finalmente, sintiendo que esas palabras le habían dado el empujón que necesitaba.

—No me lo agradezcas. Solo… no dejes que pase de largo si sientes que es la persona indicada. A mi me pasó casi igual, pero yo no lo deje ir, y ahora tengo un matrimonio increíble y soy feliz—Yoongi le dedicó una leve sonrisa, antes de volver a centrarse en su trabajo—. Y ve a buscarlo, ¿no?

Namjoon asintió con determinación y salió de la casa, con un objetivo claro en mente.

Namjoon asintió con determinación y salió de la casa, con un objetivo claro en mente

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Namjoon corrió hacia el centro del pueblo, con la esperanza de encontrar a Jin. Su corazón latía rápido, no solo por el esfuerzo físico, sino por la urgencia que sentía. Cada esquina que doblaba, cada rostro que veía lo hacía buscar con más desesperación. Pero Jin no estaba en ningún lado.

Después de un rato de búsqueda infructuosa, Namjoon se detuvo, apoyando las manos en sus rodillas mientras recuperaba el aliento. No le había preguntado a Jin en qué hotel se estaba quedando, ni sabía cómo contactarlo. ¿Cómo había sido tan despistado?

Una sensación de frustración y culpa lo invadió. Se había perdido la oportunidad de hablar con él, de intentar hacer que esa conexión creciera. Ahora solo podía esperar que el destino le diera otra oportunidad. Sentía un nudo en el estómago al pensar que quizá nunca volvería a verlo.

—¡Maldición! —murmuró para sí mismo, golpeando ligeramente el suelo con el pie.

Mientras regresaba a su casa, la tristeza lo envolvía, preguntándose si había dejado escapar una oportunidad única.

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