La noche había caído sobre Jeju, y aunque la recepción había sido perfecta, la verdadera magia aún esperaba en la intimidad del hotel donde Jin y Namjoon pasarían su primera noche como esposos. Ambos estaban agotados, pero con esa energía que solo el amor y la emoción pueden sostener. Las luces suaves del hotel iluminaban el camino hacia su suite, y mientras caminaban por el pasillo, Jin sentía cómo el corazón le latía más fuerte. A su lado, Namjoon lo miraba de reojo, con esa sonrisa que era solo para él.
Una vez dentro de la habitación, el ambiente cambió por completo. Afuera, las olas seguían rompiendo suavemente contra la orilla, pero dentro del cuarto solo estaban ellos dos. Jin cerró la puerta con cuidado, como si sellara el momento, y cuando giró para mirar a Namjoon, el aire pareció volverse más denso, más cargado de significado.
Namjoon se acercó lentamente, su traje negro aún perfectamente ajustado, pero sus ojos no escondían lo que sentía. Había algo en la manera en que lo miraba, como si todas las barreras que alguna vez existieron entre ellos se hubieran desvanecido. Jin podía sentirlo, en su pecho, en sus manos, en cada centímetro de su piel que se erizaba bajo la mirada de Namjoon.
—Te ves increíble esta noche —dijo Namjoon con esa voz profunda y suave, llena de emoción contenida.
Jin sonrió, una sonrisa lenta, llena de promesas no dichas. Se acercó, rompiendo la distancia entre ellos, y dejó que sus manos subieran hasta el cuello de Namjoon, deslizándose con suavidad, desabrochando el primer botón de su camisa. Era un gesto pequeño, pero estaba cargado de significado. Namjoon lo miró directamente a los ojos, sus pupilas dilatadas, llenas de deseo y amor.
—Toda esta noche… —murmuró Jin, inclinándose lo suficiente para que sus labios apenas rozaran los de Namjoon— …es solo nuestra.
El mundo exterior desapareció en ese momento, mientras Namjoon lo tomaba por la cintura y lo acercaba más. Jin pudo sentir el calor del cuerpo de Namjoon a través de la tela, y el simple contacto hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. Namjoon bajó una mano, acariciando la curva de su espalda con una suavidad que contradecía la intensidad de su mirada. No necesitaban palabras. Todo lo que habían vivido los había llevado a este instante, donde no existía nadie más, donde nada más importaba.
Jin dejó caer sus brazos alrededor del cuello de Namjoon, y mientras lo hacía, el leve crujido de la tela de su traje resonó en la habitación. Namjoon deslizó una mano hasta la espalda de Jin, desabrochando el cierre de su traje blanco, dejando que se deslizara lentamente hasta caer al suelo en una suave cascada de tela. Jin, ahora solo en su ropa interior, no se sintió vulnerable. Se sentía poderoso, deseado, amado de una manera que nunca antes había experimentado.
Namjoon lo miró con una devoción que le hizo arder el pecho.
—Te amo, Jin —susurró, con una voz ronca, mientras bajaba la mirada por su cuerpo, como si lo memorizara.
Jin sonrió, un poco juguetón, un poco tímido, y luego levantó una mano para acariciar el rostro de Namjoon, su pulgar trazando suavemente la línea de su mandíbula.
—Esto es solo el comienzo, Namjoon.
Namjoon no necesitó más. Se inclinó y lo besó, lento al principio, saboreando cada segundo, cada movimiento de los labios de Jin. Pero pronto, el beso se volvió más urgente, más profundo. Las manos de Namjoon, grandes y firmes, recorrieron la espalda de Jin con una lentitud exasperante, como si quisiera tomarse todo el tiempo del mundo para memorizar cada rincón de su piel.
El sonido de la ropa cayendo al suelo se mezclaba con los susurros entrecortados, con las respiraciones pesadas y los suspiros que escapaban sin control. Namjoon llevó a Jin hasta la cama con una suavidad reverente, como si cada paso estuviera cargado de significado. Jin se dejó guiar, sus manos nunca alejándose del cuerpo de Namjoon, ansioso por sentir más, por estar más cerca.
Cuando Namjoon lo recostó suavemente sobre las sábanas, la luz de la luna se colaba a través de las cortinas, iluminando su piel con un brillo plateado. Jin lo miró desde abajo, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras Namjoon se deshacía de su propia ropa. Y cuando Namjoon volvió a su lado, cubriendo el cuerpo de Jin con el suyo, ambos supieron que no había vuelta atrás. Esto era lo que habían esperado, lo que habían soñado, y ahora lo estaban viviendo.
Los dedos de Namjoon recorrieron el cuerpo de Jin, trazando líneas invisibles sobre su piel, y cada toque encendía fuegos que ninguno de los dos podía controlar. Jin arqueó la espalda bajo el peso de Namjoon, su respiración entrecortada mientras las manos de Namjoon seguían explorando, con una mezcla de ternura y deseo desbordante.
—Eres todo lo que necesito —susurró Jin, con los ojos brillando.
Namjoon lo besó de nuevo, como si esas palabras lo hubieran roto en la mejor manera posible. El amor que compartían se sintió tangible, como si llenara cada rincón de la habitación, envolviéndolos en una burbuja de intimidad y pasión.
Las horas se desdibujaron en una mezcla de besos, caricias y promesas susurradas al oído. Jin podía sentir cada latido del corazón de Namjoon contra su pecho, podía escuchar cada respiración pesada, cada susurro de su nombre. El tiempo dejó de tener significado, porque en ese instante solo existían ellos dos, juntos, completamente entregados el uno al otro.
Al final de la noche, cuando ambos yacían juntos, enredados bajo las sábanas, Namjoon acarició el cabello de Jin, sus dedos deslizándose suavemente a través de los mechones despeinados. Jin apoyó la cabeza en su pecho, escuchando el ritmo constante de su corazón.
—¿Sabes? —dijo Jin en voz baja, rompiendo el silencio cómodo que los envolvía—. Nunca pensé que encontraría algo como esto.
Namjoon besó la coronilla de su cabeza, sus brazos rodeándolo con más fuerza.
—Yo tampoco —respondió—. Pero me alegro de que lo hayamos hecho.
Jin levantó la cabeza para mirarlo, sus ojos brillando con una mezcla de amor y satisfacción. Sabía que esta noche sería uno de esos recuerdos que guardaría para siempre. Había algo tan especial, tan íntimo, en la forma en que Namjoon lo miraba ahora. Una promesa silenciosa de que este era solo el principio de todo lo que vivirían juntos.
—Te amo, Namjoon —susurró, acurrucándose más cerca.
—Y yo a ti, Jin. Siempre.
𝐇𝐨𝐥𝐚𝐚, 𝐥𝐞𝐬 𝐚𝐠𝐫𝐚𝐝𝐞𝐳𝐜𝐨 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐞𝐞𝐫 ✨, 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞𝐬 𝐡𝐚𝐲𝐚 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 ❤️🩹 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́?
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Closer
Fanfiction" 𝑨𝒍𝒈𝒖𝒏𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒔𝒂𝒔𝒕𝒓𝒆𝒔 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆𝒏 𝒔𝒐𝒏𝒓𝒊𝒔𝒂 𝒃𝒐𝒏𝒊𝒕𝒂 " Namjoon es un maestro de primaria en el campo, el amaba su vida pero algo cambia cuando Jin llega a su vida un actor y modelo que antes de casarse va al campo a despejar...