XI

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Cuando Jin despertó al día siguiente, se sintió envuelto en una calidez desconocida. Parpadeó lentamente, acostumbrándose a la luz suave que entraba por la ventana. Estaba en la casa de Namjoon, y los recuerdos de la noche anterior inundaron su mente: el beso bajo la lluvia, la confesión de sus sentimientos, y la forma en que Namjoon lo había abrazado como si nunca quisiera soltarlo. Jin sonrió ligeramente, estirándose mientras se levantaba de la cama, su corazón sintiéndose más liviano de lo que había estado en mucho tiempo.

El suave sonido de algo friéndose en la cocina lo sacó de sus pensamientos. Jin, curioso, se levantó y caminó hacia la puerta, deteniéndose en el umbral cuando vio a Namjoon. Estaba de pie frente a la estufa, vestido con una camiseta simple y unos pantalones cómodos, concentrado en lo que estaba cocinando. Jin lo observó por un momento, una sonrisa dibujándose en sus labios al recordar cómo Namjoon le había dicho una vez que no era muy bueno en la cocina.

-No es mi fuerte -había dicho Namjoon con una risa nerviosa en aquella ocasión-, pero por ti, lo intentaría.

Y ahí estaba, cumpliendo esa promesa. Jin se acercó en silencio, sus pasos ligeros mientras veía cómo Namjoon luchaba con una sartén que claramente no estaba cooperando. Había algunas salpicaduras de aceite por el suelo, y el aire tenía un ligero aroma a comida quemada, pero Jin no podía estar más conmovido.

Namjoon, al sentir su presencia, se volteó rápidamente. -Oh, ¡estás despierto! -dijo con una sonrisa tímida-. Estaba preparando el desayuno, aunque no prometo que sea el mejor.

Jin se rió suavemente, su corazón hinchándose de afecto. Se acercó y miró la comida, observando cómo algunos bordes estaban un poco más oscuros de lo que debían, pero eso no importaba.

-Está perfecto -respondió Jin sinceramente, tomando un asiento en la pequeña mesa de la cocina mientras Namjoon le servía el desayuno.

La comida no era digna de un chef, pero para Jin, sabía mejor que cualquier banquete. Cada bocado estaba impregnado del esfuerzo y el cariño que Namjoon había puesto en prepararlo, y eso era lo que lo hacía especial.

-Recuerdo cuando me dijiste que no podías cocinar -dijo Jin entre risas, dándole otro mordisco-. Pero tengo que decir que te superaste a ti mismo.

Namjoon se sonrojó ligeramente, rascándose la cabeza con nerviosismo. -Bueno, no quería que te fueras sin al menos intentar hacer algo especial por ti -respondió con una sonrisa tímida-. Aunque... tal vez necesite un poco más de práctica.

Jin sonrió y, antes de que Namjoon pudiera decir algo más, se inclinó hacia él y le dio un pequeño beso en la mejilla, sintiendo cómo Namjoon se relajaba al contacto. Era un gesto simple, pero lleno de afecto.

Mientras comían en silencio, una idea cruzó la mente de Jin. Llevaba un tiempo pensándola, pero después de la noche que habían compartido, sentía que ahora era el momento perfecto.

-Nam... -dijo Jin, mirándolo con una mezcla de expectativa y nerviosismo-. Estaba pensando... Dentro de unos días tengo que ir a Jeju a grabar un show, y... me gustaría que vinieras conmigo.

Namjoon lo miró sorprendido, claramente no esperando esa invitación. -¿Ir contigo? -preguntó, su voz llena de incredulidad.

Jin asintió. -Sí. Solo sería por un mes, el tiempo que dure la grabación. Podrías pedir vacaciones en la escuela y tomarlo como un descanso. Sé que amas tu trabajo como maestro, pero tal vez te vendría bien un cambio de aire, algo diferente.

Namjoon se quedó pensativo por un momento, considerando la propuesta. Ser maestro era algo que adoraba, pero también sentía que su vida había caído en una rutina. Además, la idea de pasar un mes con Jin, alejados del mundo que conocían, lo emocionaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

-¿Solo un mes? -preguntó finalmente, tratando de confirmar los detalles.

Jin asintió con una sonrisa. -Solo un mes. Y después de eso, si quieres, podemos regresar aquí o ir a cualquier otro lugar. No hay presión.

Namjoon lo miró a los ojos, viendo la sinceridad y el entusiasmo en ellos. No pudo evitar sonreír. Era una oportunidad para disfrutar más tiempo juntos, sin las barreras que normalmente los separaban. Y además, un mes no era tanto tiempo. Podía arreglárselas.

-De acuerdo -dijo finalmente, su sonrisa creciendo-. Pediré vacaciones en la escuela, y nos iremos a Jeju.

Jin, emocionado, no pudo contenerse y se levantó para darle otro beso, esta vez en los labios, uno suave y rápido, pero lleno de alegría. -¡Sabía que dirías que sí! -exclamó con entusiasmo.

Namjoon rió suavemente, contagiado por la energía de Jin. Se sentía bien, diferente. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba tomando una decisión basada en su propia felicidad, no en lo que debía hacer o lo que otros esperaban de él.

Después del desayuno, ambos decidieron salir a dar un paseo por el pequeño pueblo. El cielo estaba despejado, y aunque la tierra aún estaba húmeda por la tormenta de la noche anterior, el ambiente era fresco y agradable. Caminaron juntos, tomados de la mano, mientras exploraban los alrededores, disfrutando de la tranquilidad del lugar.

La risa de Jin resonaba en el aire, y Namjoon no podía evitar sonreír cada vez que lo escuchaba. Era una risa contagiosa, llena de vida, que hacía que todo a su alrededor pareciera más brillante.

-¿Cómo crees que será Jeju? -preguntó Namjoon mientras caminaban.

-Es hermoso, te va a encantar -respondió Jin, su voz llena de entusiasmo-. Las playas, los paisajes, la tranquilidad... Es el lugar perfecto para desconectar de todo.

Namjoon asintió, sintiéndose cada vez más emocionado por la idea. Ya no era solo un cambio de aire; era una nueva aventura que ambos compartirían.

Mientras caminaban, con las manos entrelazadas y el sol bañándolos con su luz suave, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo especial. Habían pasado por tormentas, tanto literales como emocionales, pero al final, estaban ahí, juntos, listos para enfrentar lo que viniera.

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