IX

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Namjoon llevaba días sumido en una tristeza que no podía disimular. Su rutina como maestro de primaria, que normalmente le traía tanta alegría, ahora se sentía como una carga. Sus alumnos, tan perceptivos a su estado de ánimo, lo miraban con ojos curiosos, notando la diferencia. Había perdido la energía y la sonrisa que siempre los acompañaba.

"¿Estás bien, maestro Nam?" preguntó una de las niñas más pequeñas, mirándolo con preocupación.

Namjoon intentó sonreír, pero no pudo evitar que la tristeza asomara en su rostro. "Estoy bien, solo un poco cansado," respondió, acariciando suavemente la cabeza de la niña. Sin embargo, por dentro, su mente estaba en otro lugar, en alguien que lo había dejado lleno de incertidumbre.

Desde aquella noche bajo la lluvia, Namjoon no había dejado de pensar en Jin. El abrazo que compartieron, las palabras que nunca llegaron a salir de los labios de Jin, y luego, la repentina huida. Namjoon había pasado cada uno de los días siguientes cuestionándose si todo había sido real, si lo que había sentido y dicho había sido solo un malentendido. Tal vez había confundido sus propios sentimientos, y tal vez Jin nunca había sentido nada por él.

Las noches eran las peores. Solo en su casa, con la lluvia golpeando las ventanas, Namjoon se dejaba llevar por la melancolía. Aquella noche no era diferente. Afuera llovía intensamente, las gotas resonaban contra el tejado, creando una sinfonía triste que parecía acompañar su ánimo. Se recostó en el sofá, mirando por la ventana, dejando que sus pensamientos vagaran hacia Jin, una vez más.

Se preguntaba qué estaría haciendo Jin en ese momento. ¿Habría vuelto ya a Seúl? ¿Estaría avanzando con su vida, olvidándose de lo que había sucedido entre ellos? Namjoon suspiró profundamente, pensando que tal vez era lo mejor. Tal vez todo había sido un error. Después de todo, Jin estaba comprometido, tenía una vida establecida, y él no podía competir con eso. Era como si el destino le estuviera jugando una broma cruel, dándole un atisbo de felicidad solo para arrebatársela después.

Mientras estaba perdido en esos pensamientos, un sonido interrumpió la tranquilidad de la noche: alguien llamaba a su puerta. Namjoon se incorporó rápidamente, extrañado. ¿Quién podría ser a esa hora, y en medio de una tormenta?

Se levantó y caminó hacia la puerta, su corazón acelerándose sin razón aparente. Al abrirla, lo que vio lo dejó completamente congelado.

Allí, bajo la lluvia torrencial, estaba Jin. Empapado de pies a cabeza, con la ropa pegada a su cuerpo, su rostro estaba rojo y sus ojos hinchados, como si hubiera estado llorando durante horas. Namjoon no podía creer lo que veía, y en ese instante, sus propios ojos se llenaron de lágrimas.

Jin no dijo nada. No hacía falta. Sus ojos, brillantes bajo la luz tenue que se filtraba desde la casa de Namjoon, lo decían todo. Estaba roto, devastado por algo que Namjoon no podía entender aún. Pero lo que sí sabía era que ver a Jin ahí, parado frente a él, hacía que su corazón latiera con una fuerza que no podía ignorar.

Jin, temblando por el frío y por la emoción contenida, dio un paso hacia Namjoon, acercándose lentamente. Ambos se quedaron mirándose por unos segundos que parecieron eternos. La lluvia seguía cayendo con fuerza, empapando a Jin aún más, pero a él no le importaba. Solo tenía ojos para Namjoon.

Estando ya frente a frente, Jin alzó la mirada. Namjoon, solo un poco más alto que él, podía ver el dolor y la lucha interna reflejada en los ojos de Jin, pero también algo más. Algo que lo dejó sin aliento. Sus miradas se intensificaron, y antes de que Namjoon pudiera siquiera decir una palabra, Jin tomó la decisión que lo había llevado hasta allí.

Miró los labios de Namjoon, húmedos por la lluvia, y sin dudarlo más, lo besó.

Namjoon se quedó sorprendido, sus ojos se abrieron de golpe al sentir los labios de Jin sobre los suyos, pero no lo apartó. De hecho, hizo lo contrario. Con un movimiento instintivo, lo tomó por la cintura y lo acercó aún más a él. El beso era suave al principio, casi tímido, pero rápidamente se volvió más intenso, lleno de la pasión que ambos habían estado conteniendo durante tanto tiempo.

El mundo desapareció a su alrededor. No existía la tormenta, ni el frío, ni el tiempo. Solo estaban ellos dos, bajo la lluvia, entregándose a lo que sus corazones habían querido desde el principio. Namjoon apretó a Jin contra su cuerpo, como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier momento. Era como si todo lo que había soñado, todo lo que había deseado en silencio, estuviera ocurriendo en ese instante.

Jin, por su parte, no podía evitar que las lágrimas se mezclaran con la lluvia. Había estado luchando contra sus propios sentimientos durante tanto tiempo, intentando convencerse de que lo que sentía por Namjoon no importaba. Pero en el momento en que lo vio parado frente a él, no pudo contenerse más. Lo deseaba, lo amaba, y ya no podía negarlo.

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