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Son cerca de las once de la noche y hace casi media hora que Spreen no ve a Rodrigo por el lugar.

En algún momento de la noche el Omega desapareció del gran salón en el que se desarrollaba la fiesta y el hecho de que aún no haya regresado le hace creer que se fue de la mansión.

Su madre se había acercado a Carrera unos minutos después de que él se alejara, acompañada de la señora Park. Ambas se sentaron a cada lado del Omega y los vio desde lejos entablar una conversación. Supo que no era una agradable cuando Rodrigo agachó la cabeza, quizás jugando con su anillo y unos minutos después fue su madre quien coronó el momento perdiendo los estribos por unos segundos frente a varios invitados.

Spreen no pudo evitar pensar en lo que le había confesado Carre al llegar a la fiesta y por la expresión pálida que este tenía junto a ambas mujeres, quizás sí era verdad que su madre se comportaba como una total mercenaria con el Omega.

-Hola, guapo.-El suave aroma a chocolate lo invadió antes de que pudiera girarse a ver de quien se trataba. Rodrigo tomó asiento a su lado, con las mejillas rojas y una copa de champagne en la mano.-¿Qué hace un Alfa tan lindo como vos aquí solito?-El Omega le preguntó y Spreen se rió poquito.

-Estaba esperando por mi esposo que había desaparecido.-Confesó, siguiéndole el juego.-Pero al parecer él no sabe lo peligroso que es dejar a un Alfa de mi categoría solo en una fiesta plagada de Omegas que se morirían por obtener un poco de mi atención.-Carre sonrió hacia él, luciendo complacido por sus palabras.

-Quizás yo soy uno de esos Omegas que daría el alma por un poco de tu atención esta noche.-Confesó y Spreen se fijó en sus pómulos sonrosados, su mirada brillante y el ligero aliento etílico que salía de entre sus labios.-¿Qué puede un Omega como yo hacer para obtener tu atención, Alfa?-Spreen ve cortos destellos dorados refulgir en los ojos oscuros de Carrera.

-Tu simple presencia es suficiente para llamar mi atención, bonito.-El Omega sonríe, sonrojándose aún más y Spreen se ríe con él, sintiéndose un poco infantil al coquetear con su esposo como si se tratara de otra persona.

Rodrigo termina el contenido de su copa en un solo trago y vuelca luego toda su atención en Spreen. El Alfa lo ve recorrer su cuerpo con la mirada, detallando cada parte con un descaro que no es propio de él y que le hace percatarse de que el Omega tiene varias copas de más en su sangre.

-En ese caso...-Rodrigo inicia, inclinándose hacia su cuerpo hasta quedar muy cerca y pronto todo lo que captan sus sentidos se limita al Omega: a su olor, a su calor, a su rostro bonito a centímetros del suyo.-Espero que me permitas quedarme mientras esperas a ese Omega que no sabe lo que se pierde al estar lejos.-Le dice en un ronroneo, rozando sus labios.

Spreen lo mira a los ojos, los iris oscuros brillando con ligeros destellos dorados y la pupila dilatada debido al alcohol. Rodrigo deja ir un suave jadeo sobre sus labios y lo próximo que sabe Spreen es que se están besando.

Los labios del Omega se mueven bruscos sobre los suyos, en un beso demandante que le quita el aliento. La lengua de Carre se cuela dentro de su boca, aprovechando un corto jadeo que escapa del Alfa y pronto el sabor a champagne mezclado con algo dulce invade su paladar debido al choque de sus lenguas.

El Omega gime bajito en su boca, tomándolo de la nuca para atraerlo más cerca de sí mismo, mucho más cerca. Carrera no quiere que haya el más mínimo espacio entre su cuerpo y del Alfa, quien sonríe sobre su boca, alejándose un poco al percatarse de que el beso que comparten no está reservado para el lugar en el que se encuentran.

Se separa de Rodrigo, quien lo mira con una sonrisa amplia y los ojos adormecidos. Sus labios están rojos al igual que sus mejillas y el Alfa sigue con la mirada cada uno de sus movimientos torpes debido al alcohol. Spreen mira a su alrededor y efectivamente hay un par de miradas curiosas sobre ellos, varias de ellas portan mejillas rojas.

Pusilánime | Rodrivan | Happybear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora