Pusilánime | Rodrivan | Happybear

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Había conocido a Tomás en una de las muchas fiestas que organizaba la alta sociedad argentina. Se había presentando hace un año en ese entonces, por lo que el aroma suave a rosas del Omega no pasó desapercibido por él cuando sus familias los presentaron.

Junto al Omega había otro chico de cabellos castaños oscuros y rizos revueltos que lo miraba con ojos brillantes, lo ignoró, centrando la mirada en Tomás, en sus mejillas rosadas y sus ojos que lucían como medias lunas cuando sonreía.

Spreen se había prendado de Tomás en aquel entonces, al punto de que no le molestó en absoluto cuando sus padres le hicieron saber que habían concertado un compromiso con uno de los hijos de la familia Carrera. A su mente, había llegado el rostro precioso de Tomás, no había podido ni quiso quejarse en aquel entonces.

Sin embargo unos años después, terminó comprometido con Rodrigo Carrera y entonces, la caja de Pandora que contenía todos y cada uno de los sentimientos negativos que podría tener por una persona se abrió, volcándose completamente sobre el Omega.

El actual Tomás Arbillaga sigue siendo un Omega jodidamente precioso a la vista, su figura se mantiene a pesar de sus dos hijos y aunque luce un poco enfermo y pálido, no opaca el porte perfecto que tiene el Omega. Spreen lo escruta con la mirada, y todo lo que ese Omega había provocado en él y en su lobo, ya no está.

Spreen Buhajeruk mira a la persona que en un pasado consideró el amor de su vida y siente...nada. Absolutamente nada.

-Gracias por reunirte conmigo. Sé que debes estar muy ocupado con el trabajo.-Tomás le dijo, sacándolo de su trance mental. Spreen le resta importancia al asunto, dejando caer los hombros en una posición relajada.-Además, gracias por guardarme el secreto. No te lo hubiera pedido de no ser necesario.

Ambos están sentados en ese restaurante ridículamente caro en el hotel en el que el Omega se hospeda. Spreen lo observa de reojo y Tomás luce apagado, hay un apósito cubriendo el sitio donde el Alfa recuerda que descansaba una marca y se hace una idea del tema que van a tratar.

Sus comidas están intactas sobre la mesa, ninguno tiene apetito y el ambiente no es agradable como para compartir un almuerzo. Spreen solo quiere terminar la conversación e ir a hundir la nariz en el cuello de Rodrigo, para drogarse con su aroma.

-Supongo que lo mejor será ir directo al grano, ¿no?-Spreen asiente y Tomás suspira, luciendo visiblemente afectado.-El padre de mis bebés...me pidió el divorcio hace unas semanas.-Los ojos de Spreen se abren amplios ante la información.-No me sorprendió la verdad, nuestra relación ya estaba estancándose desde hace un tiempo. Mi marca se está desvaneciendo -Apuntó hacia el apósito en el cuello.-Y realmente nada de esto importa, pero el quiere quitarme a mis cachorros, quiere la custodia para él, va a llevarlos a Estados Unidos. Él los alejará de mí. Solo podría verlos en las vacaciones, quizás para Navidad y yo,...no puedo hacer eso.-Sollozó.-Son mis bebés, no puedo perderlos.

-¿Por eso querías mi ayuda?-Tomás asiente. -Aún así, nada de lo que me has dicho me explica por qué no querías que nadie de tu familia supiera de esto, ni siquiera Rodri.-El Omega aprieta los labios.

-Acordamos mantener el asunto del divorcio entre nosotros, no queremos involucrar a nuestras familias. Hacerlo, significaría hacer de nuestra separación un mayor escándalo y queremos proteger a los niños de esto lo más que podamos. Es lo único en lo que logramos estar de acuerdo y quiero respetar eso. Las cosas son lo suficientemente difíciles como para empeorarlas.-Spreen asiente ante sus palabras.-Y sé que no tenemos una relación cercana pero eres la única persona capaz de ayudarme en estos momentos.

-¿Cómo puedo ayudarte?-Spreen cuestiona y los ojos de Tomás brillan en alivio.

-Candela.-Responde y el Alfa alza sus cejas al escuchar aquel nombre.-Escuché que eras cercano a ella.-Le cuenta y Spreen le dedica una sonrisa un poco torcida, removiéndose en el lugar.