Impacto inicial

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— Maldita sea... — Escuchó, estaba parado, pero divisó al chico sentado, agarrando su cabeza y revolviendo sus cabellos.

Lo reconoció enseguida, después de todo era la persona más olvidada en sus conversaciones. Podía sentir el enojo del chico en su mirada retadora.

— ¿Qué es lo que te pasa? — Preguntó con rudeza, observándolo desde el suelo junto a sus diferentes útiles que cayeron de sus brazos en el choque.

— Yo... — Murmuró con timidez, intentando explicarle su distracción, aunque la culpa también la tuviera el chico que corriendo iba.

— ¿Acaso no te fijas por donde caminas? — Acusó

— Tu estabas corriendo hacia Buda sepa donde. — Contraatacó lo que hizo enojar más al chico, aunque de repente pareció reaccionar y tuvo una mirada de preocupación.

Empezó a recoger sus cosas del suelo rápidamente y Tomioka intentó ayudarlo, pero fue detenido con un golpe suave en su mano.

— Casi se me rompe una pintura... — Menciona para si mismo antes de levantarse y luego correr con prisa hacia la dirección contraria a la que iba el chico

"Pintura... él va tarde a su clase... artes..."
Menciona en su mente
"Pintura... tarde... clase..."
Y repite la última palabra una y otra vez.
"¡Mi siguiente clase era la del club de artes!"

Talvez podría decirle a sus amigos que lo pusieran de los que corren en el juego (no se acuerda el nombre) pues lo que recorrió en tan solo 5 minutos de pasar toda la preparatoria hasta llegar al inmenso patio de Fútbol y cambiarse, no era normal.

Y aun tenía que llegar a su clase, que si no mal recuerda era hasta el otro lado del campus.


Llegó sudado, agitado e interrumpió a todos con su entrada repentina y su mirada preocupada, el profesor lo observó de arriba abajo, juzgandolo y hablando seriamente de su tardanza y dejándolo presentarse

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Llegó sudado, agitado e interrumpió a todos con su entrada repentina y su mirada preocupada, el profesor lo observó de arriba abajo, juzgandolo y hablando seriamente de su tardanza y dejándolo presentarse.

— Soy Tomioka Giyuu, vengo de Tokio y... me gusta ¿Dibujar? — Preguntó con duda, hasta que fue botado por el profesor, diciendo que elija su asiento y deje hacer la clase

Entonces con toda libertad fue a sentarse junto a la única persona que conocía, el chico con quien había chocado en el pasillo.
Sanemi Shinazugawa

Obviamente no tenía materiales todavía, aunque admitía que su suerte era tremenda cuando el profesor presentó un tema de interés para el peliblanco, pudo verlo a través de los ojos morados de este.

— Se considera retrato a la imagen de una persona reproducida en pintura, escultura, dibujo o fotografía, que describe la apariencia o el carácter del individuo representado. — Explicó a lo que los estudiantes observaron distintas imágenes proyectadas en el pizarrón — Con uso básico de las acuarelas harán un retrato personificado de la persona que tengan al lado, por esta clase solo uno de ustedes pintará y el otro hará de musa.

Dictó y después de ello siguió un estallido de murmullos sobre las parejas formadas.
Tuvo que trabajar con Sanemi, quien no estaba para nada contento con lo que iba a pasar.

El albino sacó todo un set lleno de pinturas extrañas y más de diez pinceles con puntas finas, gruesas, rectas y una que parecía abanico, Buda sabrá para que usará todo eso.
Colocó un gran lienzo frente a él, donde en la mesita ponía agua y otros materiales que Tomioka decidió ignorar para no pensar demasiado en ello.

— Ahg... — Dijo con asco, podría sentirse ofendido, pero no sabía si era dirigido para él — Tu piel está demasiado sudada, no me gusta... tendré que omitirlo — Mencionó para luego empezar a tocar su rostro como un lunático.

Tomó un trapo y limpió su cara, un pañuelo y humedeció sus labios, un pequeño peine con el que desenreda su pelo mal hecho en una coleta, amarrandolo de nuevo.
Llega a pensar que todos hacen eso así que voltea su mirada hacia los otros estudiantes, quienes lo miran como si se hubiera metido solo al doceavo anillo del infierno y éste siendo masticado por Lucifer.

Cuando la rutina de belleza termina, el albino se sienta y empieza a hacer un pequeño boceto en el lienzo, obteniendo su forma del rostro, sus cabellos rebeldes con cada mechón hecho y su cara...

— Oye, ¿porque mi expresión se ve tan asustada? — Su presencia asusta al chico quien lo aparta, regañando lo por pararse sin su permiso, haciendo que se quede nuevamente en su posición para basarse su pintura.

Aunque tampoco responde su pregunta supone que es por su llegada, o la primera impresión que tuvieron, no es que estuviera dando su gran carácter de emo sin emociones, si no que se lo encontró todo asustado y nervioso.
Supone que una vez que un artista te percibe de manera específica su opinión no puede cambiar.

Puede ver como después de tan solo unos momentos, Sanemi moja sus acuarelas y empieza a pintar, desea ver el proceso, una cámara oculta de sorpresa, pero ahora él es la musa, o lo que sea que signifique eso.
Tiene su expresión tonta durante toda la clase, viendo a las personas posar de manera extravagante y superficial, y con movimientos completamente exagerados, a los artistas ve pintar.

Puede notar brevemente como una sonrisa se delinea en el rostro del chico, viendo como disfruta cada momento del proceso. Esto lo hace fijarse más en él, sus ojos morados que llegan a ser lilas, un poco desorientados, esto porque supo hace tiempo que era debido a una falta en el gen de los que nacen con dicha condición, aunque no se acuerda muy bien como era.

El pelo de Shinazugawa se mueve suavemente por el viento que ayuda a su pintura a sercarse, nota su nariz es respingada y pequeña, sus pómulos de un rosa muy clarito y casi imperceptible con luces oscuras, pero se detiene entre medio de la nariz y sus labios.

Observa atentamente esa parte, intrigado por un pequeño cambio de color, si no fuera por el sol que alumbra directamente hacia él, tal vez no lo hubiera visto. Recuerda a su hermana cuando más joven se aplicaba sus maquillajes, siempre quejándose cuando su base no cubría bien su piel, o cuando sellaba con un polvo traslúcido y se notaba demasiado.

No podría juzgar a alguien por usarlo, pero el acabado parecido que tiene una piel maquillada era reconocible. Y entonces nota más aspectos del chico, tiene sombra blanca en los ojos, con brillos en sus lagrimales y sus labios que pensaba brillaban al natural era por un Gloss.
"Justo como Tsukaku lo hacía"
Piensa, metido en su mente y en cada rasgo en la piel blanca del chico.

— ¡Quedate quieto! — Todos sus pensamientos se ven interrumpidos cuando el mismo chico del que estaba opinando le grita, ni siquiera se había dado cuenta cuando se acercó mucho hacia él, no tanto como para parecer un acosador, solo demasiado como para que lo regañara debido al cambio de postura que arruina su visión de la pintura.

Por el desconcierto cae de su mesa, causando un par de risas de personas que no reconoce.
Se sentiría insultado, pero no podría cuando se le permitió escuchar la dulce risa burlona de Sanemi, quien se cubría la boca con las manos en un intento fallido de no ser escuchado.

El Chico de ArtesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora