Primer entrenamiento

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Okay, estaba siendo obligado a firmar el papel para entrar al equipo, tomaba con fuerza el lápiz mientras sus amigos ejercían fuerza para intentar moverlo

— Sería bueno que en el juego agarrara así el balón — Dijo Uzui mientras intentaba siquiera causar algún movimiento en la mano firme de Tomioka

No es que no le gustaría apoyarlos, ya le habían explicado que necesitaban a alguien, pero no era fan de lo deportivo y llegaba alterar mucho sus feromonas ya que no había a aprendido a regularlas.

Siguió resistiendo hasta que se resignó a aceptar, aunque solo diciendo que sería de suplente, por lo que los chicos lo aceptaron, sin embargo notó en sus miradas cierta burla, no se estaban burlando de él y lo sabía.

Se reían internamente de la mentira de solo ponerlo como suplente, se hubiera retractado pero la firma yacía escrita con tinta.



Se reían internamente de la mentira de solo ponerlo como suplente, se hubiera retractado pero la firma yacía escrita con tinta

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Estaba en los vestidores, junto a sus denominados amigos y otros chicos, que conversaban alegremente ignorando su presencia, uno de ellos se acercó y le dejó el que sería su traje, notó que de alguna manera le quedaba bien.

Se tardó demasiado al momento de cambiarse, por lo que cuando salió los chicos ya iban a empezar a entrenar, vio a todos con casco y se puso el suyo, acercándose a ellos con una cara de póker, aquella con la que expresaba su gran emoción por el juego, aunque al verlo Sabito se enojó y lo miró con furia, cosa que no entendió.

— ¡Oye! Ese casco está roto, ¡quitatelo! — Dijo mientras se acercaba a él, sacándole él mismo de su cabeza.

Tomioka lo miró confundido, aunque no dijo nada pues el pelirosa nuevamente comenzó a gritar — ¡Murata! ¡Te equivocaste de traje! — Se sorprendía del volumen de su voz y como podía hacerlo tan alto, el chico al que reconoció como Murata estaba al otro extremo de la cancha.

"Aquí la gente no es normal..." Pensó

— ¿Cómo me voy a equivocar? — Se defendió después de venir corriendo hacia donde estaban y notar el casco — Ah... las rejillas... pues no me di cuenta. — Se disculpó y fue a traer otro.

Giyuu miró como llegaba eo entrenador y todos se formaban en fila, así que copio lo mismo, mirando al hombre que no era nada más que Urokodaki, aquel hombre que conoció hace años y lo reconoció al instante.

El hombre gustoso lo saludó y presentó al equipo mientras hablaba de como estaba feliz de volverlo a ver, mientras el pelinegro se moría de la vergüenza

Aunque de por sí estaba cansado, no deseaba estar ahí en primer lugar, ni en la cancha, ni en el club, ni en la preparatoria o en la misma ciudad. Cuando los entrenamientos empezaron no sabía ni dónde ponerse, aunque se le explicó todo le fue resumido por su buen amigo como: "Taclea y pasa la pelota".

No, no era simple, no cuando apenas empieza es empujado por otro chico y lanzado al suelo, eh de decir que se golpeó con su mismo traje al caer, lo cual suena estupido y lo es.

Tuvo que levantarse y correr según lo llamaban a todos lados, demasiado aturdido para hacer algo. Se mueve en sintonía con los demás y logran anotar un punto tras otro, es un entrenamiento, pero todos se lo toman tan a pecho que le confunde.

No hay marcador, solo gritos de sus compañeros al decirle el puntaje que tienen, tal parece que están empatados y no sabe cuando siquiera demoró tanto el juego.

"Dicen que cuando haces algo que te gusta el tiempo pasa rápido, aunque ahora no se si me esta gustando o matándome rápidamente"

Corre de un lado y le lanzan la pelota que por poco llega a atrapar y va hacia lo que le dijeron es donde tiene que botarla.

— ¡Cuidado! — Estaba viendo a otro lado y cuando puso su mirada al frente chocó con otra persona más alta y corpulenta. Cayó al suelo y su nariz sangró.

"Carajo mierda"

Pensó ello y fue levantado, siendo apoyado por Sabito quien lo mandaron a dirigirse a la Enfermería, para sanar su nariz, que sabe que no está rota, pero si puede evitar el entrenamiento fingiendo lo haría.

El pelirosa lo dejó sentado en la camilla, con una linda chica que resultó ser una ayudante de la enfermera, era aquella que habían descrito sus amigos como linda.

Kocho Shinobu, era un nombre bonito que encajaba con su personalidad amable y la sonrisa que siempre tenía en su rostro. Fue revisado por ella que había escuchado la exagerada historia de Sabito diciendo que lo habían golpeado brutalmente hasta romper sus delicados huesos de la cara.

El rostro de Tomioka se transformó en una expresión de incredulidad y la chica se rió por lo tonto que fue.

Solo le limpió la nariz y le puso un poco de algodón con alcohol para bloquear el sangrado y que pueda volver a sus clases, cosa que no hizo y se quedó hablando con la joven.

Aunque después de unos momentos (Cuando la sirena sonó mas bien) que Shinobu lo botó delicadamente del lugar, teniendo que si o si irse con sus amigos nuevamente.

Caminó entre los largos pasillo, viendo a las personas dirigirse con rapidez a sus otras clases, aunque el no recordaba bien su horario, lo había dejado en su mochila, que de igual manera estaba en los vestidores, también traía el traje de entrenamiento y tendría que quitárselo, por lo que se tardaría más de 20 minutos es ir y volver.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al doblar una esquina cuando vino alguien corriendo hacia él.

El choque fue inevitable.
Maldita sea...
Escuchó un quejido.

El Chico de ArtesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora