En las gradas

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N/ Giyuu

He de suicidarme porque tener que estar por las tardes practicando un deporte no venía en el papel que yo firmé.
Mi horario está de la mierda, se me asignó el mismo que otros compañeros del equipo, solo que se tuvo que agregar en los huecos entre clases mi estadía en el club de Artes.

Suelo estar siempre un poco ocupado ya que me gustaba distraerme de mi entorno, pero ahora estoy corriendo de punta a punta pues mi clase de Química ya terminó y tengo que volver al campo.
Mis clases son demasiadas, no puedo soportar el ritmo que ellos llevan y no puedo excusarme de que soy nuevo pues vengo de una ciudad a la que estar en constante movimiento es el pan de cada día

Ya llevo una semana en la preparatoria y me di cuenta que mis clases de arte son sólo lunes y viernes, y solo e tenido la del lunes junto a Sanemi ya que el otro día faltó, no sabría muy bien la razón y no se a quien preguntarle.
Tampoco es que sepa el porqué me interesa él, algo de él me intriga, me gustaría suponer que es lo que esconde de si mismo bajo la capa de maquillaje, una buena teoría que tengo es de una marca de nacimiento, talvez lunares de esos que son como marcas en la piel, su nombre se me olvida.

N/O

Divaga en su mente, corriendo por los pasillos mientras sostiene una mochila de cambio e intenta no chocarse con nadie.
Llega temprano y lo saludan otros chicos, llevándolo a los baños para cambiarse.

— Oye, el entrenador va a ver en que posición quedas mejor, nos tardaremos una hora más de entrenamiento para poder tener un juego de práctica — Le menciona Murata y sus esperanzas de llegar a su casa temprano para dormir mueren ahí mismo, asiente a lo dicho y sigue desanimado a alistarse para el campo.

Eran las cuatro de la tarde y sus entrenamientos duraban dos horas completas, tendría que quedarse hasta la noche, tristeza por él.

Y empieza calentando, los hacen correr todo el campo completo, de un lado al otro, aumentando su velocidad cada momento. Puede ver como a los que bajan su impulso les pega el profesor con un palo, se pregunta si podría demandarlo por eso y Urokodaki le da un golpe a él por no estar concentrado.

Mueve como puede sus piernas, no había hecho tal ejercicio desde primaria cuando tenía clases de natación y es que tampoco se compara lo que hacía antes.
Ahora cambian y hacen planchas, lagartijas, o como sean conocidas. Con peso encima obviamente, ¿cuál peso? Otro compañero.

"Moriré hoy."
Dice en su mente, sudando a por montones con una vista borrosa, debería ser algún tipo de tortura lo que hacían pues de tal magnitud era que terminó desplomándose en el suelo junto a otros.

— Para los caídos ¡Cinco vueltas a la cancha! — Gritó el entrenador y acataron sus órdenes a paso lento, trotando idos y cansados.

Tomioka corre despacio, intentando no tambalearse por el esfuerzo, se arrepiente completamente de haber firmado para entrar al equipo.

Antes de hacerlo incluso hablo con su hermana, claro ella le preguntó si le gustaba o le intrigaba algo de su preparatoria y por accidente mencionó lo que le propuso Sabito, Tsukaku le gritó por teléfono emocionada por eso, diciendo que no podía rechazar una invitación como esa y que si veían algo en él debería hacerlo posible.
Es por ello que en vez de rechazar completamente su estadía en el equipo lo dudó un poco hasta que aceptó.

"Las cosas que hago por ti..."
Hecha la culpa en vano a su hermana, sabiendo perfectamente que él fue quien cayó y se resignó a entrar.

Puede ver como el sol se va escondiendo poco a poco, lo que le hace saber que ya a transcurrido un tiempo desde que lleva entrenando, dándole ánimos para seguir corriendo. Se fija brevemente en las gradas, donde personas lo verían jugar en un futuro que espera sea muy lejano.

En el observa a una persona de sudadera con capucha y cuaderno de apuntes, que va haciendo trazos o escribiendo algo, y es que no se logra ver nada desde donde está, pero decide ignorarlo por ahora.

No cuando Urokodaki los llama a todos, empezando así un nuevo juego.
"Que Buda se apiade de mí."

"

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Pensó él que su jugada estaba mal, que quedaría de suplente para que sus participaciones sean menores y no tener que sufrir más por los entrenamientos. Grave error hablar antes de tiempo.

— Eres suertudo, el entrenador te puso de LineBacker, y para titular! — Gritó con emoción Sabito, sosteniendole el hombro — Incluso podrías ser capitán! — Siguió apoyando aunque Giyuu no deseaba hablar ahora.

— Si por favor, quítale el puesto a Uzui, ya me tiene loco diciéndome a cada rato que le pase el balón — Dice Rengoku, ignorando la mirada de fingida traición del mencionado.

— Ese es tu trabajo, idiota. — Lo insulta sacándole la lengua, y aunque pareciera algo muy infantil el rubio le sigue el juego, causando un par de risas en el vestidor.
Incluso se han estado peleando con las toallas con las que se iban a secar el cabello lo que llevó también a que se le transmitiera la risa al Pelinegro.

Después de las duchas calientes que se les brindaban, salieron nuevamente al la parte común de los baños, donde aún así el olor primero de ellos quedó impregnado

Estaba tan llena y llena de aromas que marean a Giyuu, quien después de cambiarse salió rápidamente del lugar, respirando el frío aire del campo.
Se hubiera dirigido completamente a la Salida, ya que estaba cansado por todo lo anterior, pero en su vista nuevamente se encontraba el chico de hace tiempo, que ahora se iba lentamente por el otro lado del campo, intentando pasar desapercibido.

Corrió para ver quién era, debido al pasto sintético no se escuchaba mucho sus pasos y al tocar el hombro del chico puso ver que este también tenía audífonos por lo que se sorprendió al verlo.

Era Sanemi, lo que le parecía completamente raro que se hubiera quedado ahí, ¿lo estaría espiando o se estaba dando mucho crédito?

— ¿Puedes soltarme? — Aunque la petición sonaba normal, el chico estaba muy enojado tal parece, escondiendo entre sus manos una libreta a la que Tomioka intentó ver, pero no se le permitió.

Intentó preguntarle el porque de su estadía ahí, mas su pregunta fue rechazada con un signo en la mano blanquecina del chico...  mucho texto para describir que le sacó el dedo del medio, he de decir.

Aunque pudo notar de él un aroma intranquilo, llendose rápidamente cuando uno de sus amigos se acercó a él.

— ¿Quién era? — Preguntó el pelirosa, mirándolo intrigado, a lo que no pudo decir si siquiera era su amigo o un conocido, menos decirle que era Shinazugawa, pues parecía odiarlo.

— Nadie. — Sentenció y caminó en silencio junto al chico.

El Chico de ArtesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora