Capítulo 11: Luz al final del túnel

3 0 0
                                    

Dylan 

Los días en rehabilitación se me habían vuelto como una rutina tan monótona que a veces, no sabía si avanzaba o simplemente sobrevivía.

Llegaba, hacía los ejercicios, trataba de empujarme un poco más cada día, y luego volvía a casa tan cansado, físicamente y mentalmente .

La rutina era tan segura, pero también desgastante. 

Era como estar atrapado en un bucle , sin saber  si realmente cuándo acabaría todo esto.

Aquella mañana no era todo diferente. Me levanté temprano, me puse la rodillera, y salí hacía el centro de rehabilitación . La rodilla me dolía menos que al principio, pero aún la sentía frágil, como si no pudiera confiar plenamente en ella . La pelirroja me había dicho que descansara más , pero  no podía . Yo necesitaba seguir . Necesitaba avanzar.

Al llegar al centro , Unai ya me esperaba con su sonrisa habitual.

- Hoy te voy a dar caña , Dylan. Prepárate - dijo, bromeando .

Me reí un poco, aunque internamente ya sentía el peso de lo que vendría . Estiramientos, ejercicios de resistencia, fortalecer el cuádriceps, flexiones  controladas ... todo ese proceso que ya me sabía de memoria. Pero lo que realmente me estaba  afectando no era lo físico . Era la mente . Cada día que pasaba fuera del campo , cada día que veía a mis compañeros jugar mientras yo estaba aquí, entrenado solo, era como una parte de mí se destruía poco a poco. 

Empecé con los ejercicios de calentamiento, mientras Unai preparaba lo que venía después.

Estaba tan concentrado en mis movimientos que apenas noté que alguien más había entrado en la sala.

- ¡Eh hermano! ¿Hoy vas a sudar o qué? -dijo una voz  conocida.

Me giré rápidamente,  y allí estaba en la puerta, con una sonrisa enorme en la cara: Pablo el mismo Pablo que hacía unos 5 meses había sido mi compañero de batallas en el campo , el que siempre hacía bromas en el vestuario, y que ahora seguía jugando mientras yo estaba fuera.

- ¿Qué haces aquí bro?- pregunte, sorprendido y a la vez contento de verlo.

- Vine a ver cómo va mi centrocampista estrella- respondió acercándose y dándome un golpe suave en el hombro- Además, alguien tiene que asegurarse de que no te estas rindiendo, ¿no?

No pude evitar sonreír. Pablo siempre había sido así: directo, sin filtros, pero  con una lealtad inquebrantable. Era uno de esos compañeros que  aunque no hables con él todos los días, sabe que estará ahí cuando lo necesites. Unai nos observaba desde el otro lado de la habitación, sonriendo. No era común que recibiera vistas en medio de la rehabilitación, pero tener a Pablo allí bromeando como siempre, me hizo sentir algo de alivio . Era como si, por un momento , todo lo que estaba  pasando no fuera tan malo. 

- ¿Cómo va el equipo?-pregunté, mientras seguía con mis estiramientos.

- Bien tío. Todos te echamos de menos. Los entrenamientos no son lo mismos sin ti cabrón . Aunque .... - hizo una pausa dramática, con una sonrisa burlona - Está bien no tenerte cerca para hacerme quedar mal en los sprints.

Me reí de verdad por primera vez en días. Había olvidado de menos esas pequeñas dinámicas del equipo . Aunque estaba contento de tener a Nora apoyándome, había algo especial en estar con los chicos, en sentir esa amistad que los compañeros de equipo pueden entender.

- Que cabronazo, eres no te preocupes. Estaré de vuelta para dejarte atrás en los sprints en poco tiempo- dije intentando sonar más confiado de lo que realmente me sentía.

Pablo asintió, pero me lanzó una mirada seria.

- Hermano sé que estás pasando por un momento de mierda, Dylan . Pero el equipo te necesita. Y no solo en el campo . Todos estamos esperando que vuelvas, pero sin prisas . No quiero que hagas locuras.

Lo dijo con esa mezcla de sinceridad y preocupación que no me lo esperaba. Siempre había visto a Pablo como el bromista, el que nunca se tomaba las cosas en serios, pero ahora, en ese momento, sus palabras me dieron una hostia de una manera diferente. Sabía que él también estaba lidiando con todo esto a su manera, viendo cómo uno de sus compañeros caía fuera del campo por tanto tiempo.

- No estoy haciendo locuras, solo... - me detuve, buscando las dichosas palabras - Es difícil hermano. A veces siento que nunca volveré a ser el mismo.

Pablo me miro fijamente, como si estuviera diciendo qué decir. 

- Mira hermano, tal vez no vuelvas a ser exactamente el mismo. Pero eso no significa que no puedas volver mejor. Todo esto que estás pasando, el dolor, la ansiedad, va a hacer que cuando vuelvas al campo, seas más fuerte. Solo no te rindas. Estamos todos contigo.

Lo digo tan claro, tan directo que no supe cómo responder. Había estado tan concentrado en mi lesión y en mi propia frustración, que no se me había olvidado lo que significaba para los demás. Para mis compañeros, para el equipo, para Nora, ellos necesitaban que yo volviera tanto como yo  necesitaba hacerlo.

Unai nos interrumpió la conversación, señalando la cinta para correr.

- Bueno, si has venido aquí para hablar con Dylan, mejor que lo hagas mientras que él trabaja -dijo con una sonrisa - Vamos, que tenemos que hacer que este hombre corra hoy .

Pablo soltó una carcajada y me dio una palmadita en la espalda.

- Vamos fiera. Muéstrame de que estas hecho.

Me subí a la cinta, nervioso, pero decidido. Pablo se sentó en una esquina, observándome, y eso me dio un impulso extra. Empecé a caminar, luego a trotar, y finalmente, a correr. El dolor en la rodilla estaba allí, pero era manejable. Cada paso que daba me sentía como me estuviera acercándose un poco más a mi meta y a mi regreso.

Después de unos minutos, Unai detuvo la cinta, y me apoye en las barras a los lados, respirando profundamente. Estaba empapado de sudor, pero me sentía bien. Más que bien.

- Eso es Dylan . Hoy has avanzado mucho-dijo Unai, con una sonrisa de aprobación. 

Pablo se levantó y me dio un golpe en el hombro.

- Te lo dije . Que no te rindas. Estas más cerca de lo que crees.

Me reí agotado pero agradecido. Tener a Pablo ahí, animándome como siempre, me recordó lo que estaba luchando por recupérame. No solo mi carrera, sino que también esa sensación de pertenencia, de ser parte de algo más grande.

Al final del día, mientras me dirigía a casa, el dolor seguía ahí, pero dentro de mi había cambiado.

Sabía que todavía quedaba mucho camino por recorrer, pero con compañeros como Pablo, con Nora a mi lado, y con cada pequeño paso que daba en la rehabilitación, sentía que estaba más cerca de volver. Más cerca de ser yo mismo otra vez. 

MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS (Entre dos mentes 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora