Capítulo VIII - El escape

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-Madre por favor tienes que creerme, hay... hay una nave que viene hacia nosotros- mi madre al ver mi rostro decidió hacerme caso, lo cual era muy raro aplaudió sus manos y toda mi familia salió de sus habitaciones, podría preguntarle porque actuaba así pero la estrella (tengo que cambiar el término) seguía acercándose a la casa.

Cuando salíamos, pude observar como el objeto volador no identificado (siempre quise decir eso) se iba acercando hacia nosotros, y justo cuando salía Aleera... la nave... ¿nave? se estrelló con todo en mi casa. La explosión fue tan grande que nos impulsó a unos metros de donde estábamos. Mi casa se había perdido, todas los recuerdos que tuvimos desaparecieron en un segundo. Solo quedarían en nuestra memoria.

-Cuff...cufff ¿madre que hacemos afuera de la casa?..... ¡Oh por Dios! ¡Mamá, la casa!- exclamó Douglas.

-Querido llama a los bomberos. ¡Rápido!- decía mi madre horrorizada mientras alzaba a Lily para revisarla.

-¡Oigan! ¿Están todos bien? Eso sí que fue una explosión, una de las mejores de las que he huido- a veces me pregunto porque actúa de esa forma.

-¿Quién eres tú? Tengo un.... un... una piedra y pienso usarla- Scott tomó una piedra del suelo, si la arrojaba lograría hacerle un raspón nada más.

-Wow no son muy inteligentes los terrícolas, mi nombre es Aleera Qaterback y estoy a cargo del cuidado de su pariente Euribor Winston.

Mi familia miraba con asombro a Aleera y era obvio que llamarían a la policía y al manicomio para llevarla lejos de nosotros.

-Por favor escúchenme, ella es buena. Está aquí para ayudar y necesito que se calmen....

-¡Euribor! ¿Usaste el Münriack? Orbea no te dijo que no lo usarás. No puedo creerlo, eres un estúpido.

-Cómo voy a saber si lo uso o no, además ¿dónde está Orbea?.

-Se lo llevaron, lo teletransportaron justo cuando la nave se empezó a acercar.

No podía creerlo, se habían llevado Orbea, y con eso mi familia iba a estar en peligro, tengo que protegerlos... tengo que pensar que haría Superman o Batman, o Iron Man (ese estaba mejor, me asemejo más a él). Ni siquiera sabía cómo explicarle a mis padres lo sucedido, y que alienígenas superdesarrollados querían atraparme, pensé por un minuto qué hacer y que no me tomaran como un loco.

Sin dudar, como si una fuerza en mi interior me dijera que hacer, agarré el Münriack y les conté todo a mi familia. Al mismo tiempo que explicaba, comprendí que si lo usé sin darme cuenta en la evacuación así que ellos podían creerme. Les conté desde el momento que salí a jugar con Albur hasta lo último, lamentablemente tuve que incluir lo de la feria.

Al finalizar mis padres hipnotizados comprendieron lo sucedido, guardé la piedra y todos me abrazaron. Fue algo muy loco, oculte algo muy importante por semanas a mi familia y justo cuando todo se va al diablo me dispongo a decir la verdad utilizando lo que encontré entre unas rocas y como si nada no me regañan. Creo que con la profecía de Orbea ellos creían que era el nuevo Mesías no de la Tierra sino del Universo.

...

-¡Qué hermoso encuentro familiar! Pero lo tengo que arruinar porque sino te olvidaste se llevaron a Orbea y si consiguen que hable tanto, tu familia y yo estaremos... como se dice... muertos. Porque vendrán por ellos para hacer que entregues el Münriack, en cuanto a mí me asesinaran por traición.

-Pero Aleera qué puedo hacer yo, solamente soy un humano común y corriente que ni siquiera es el elegido que todo el Universo pretende que sea, además de que nunca he ido al espacio y no puedo dejar a mi familia.

La Odisea de WinstonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora