Capítulo 14

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La primera semana de julio había llegado, y la sensación de que el tiempo avanzaba demasiado rápido estaba presente en la vida de Draco. Tres meses más, solo tres meses, y la academia se terminaría. Pronto estarían todos caminando hacia la universidad, y aunque el futuro prometía oportunidades pese a todo, también traía consigo una sensación de incertidumbre. Draco, sin embargo, intentaba no pensar demasiado en ello. El árcade donde ahora trabajaba le ofrecía una distracción bienvenida además de dinero, una rutina que había aprendido a manejar con cierta comodidad.

El bullicio del lugar era familiar. Las luces parpadeantes de las máquinas, el constante correteo de los niños y sus risas de los niños y adolescentes que disfrutaban de los juegos ya no le irritaban. Draco estaba detrás del mostrador de premios, con su camiseta negra del árcade que ahora llevaba su nombre impreso en una pequeña etiqueta a la altura del pecho. Se sentía extraño ser oficialmente parte del lugar, pero a la vez, había algo reconfortante en tener un espacio propio fuera de la academia y su casa.

Janet estaba con él, del otro lado del mostrador. Estaba sentada en una silla alta, con las piernas cruzadas y un cuaderno abierto frente a ella. Draco podía verla concentrada, revisando su parte del proyecto final la tesis, la línea de tiempo y la biografía. Aunque ella parecía estar sumida en sus pensamientos, Draco notaba que de vez en cuando levantaba la vista y le sonreía, como si asegurarse de que estuviera bien.

A unos metros de ellos, Bonnie, la hermana menor de Janet, jugaba en una de las máquinas con el mismo chico que había inquietado a Draco durante su prueba en el árcade hace unas semanas. Al principio, la presencia del chico le había causado cierta incomodidad, pero con el tiempo había llegado a aceptar que simplemente era parte del entorno. De hecho, Bonnie y él parecían llevarse bien, riendo mientras jugaban una partida de hockey de aire, y por alguna razón, eso le daba algo de paz a Draco.

Janet, quien parecía haber terminado de revisar su cuaderno, dejó escapar un pequeño suspiro de frustración y miró a Draco con una sonrisa ladeada.

—Sabes, Draco —dijo ella, apoyando los codos en el mostrador y acercándose un poco —estuve viendo esto y me di cuenta de que no tienes ni una sola foto tuya en el proyecto. ¡Ni una!

Draco levantó una ceja, sabiendo que la conversación iba en esa dirección. No era que él se negara a tomarse fotos, pero siempre había algo que lo frenaba. Así que, en lugar de discutir, respondió con su tono habitual de sarcasmo.

—¿Y me preguntas por qué? Vamos, Janet, tú ya sabes por qué no tengo fotos mías —respondió, una sonrisa apenas dibujada en sus labios mientras organizaba algunos peluches detrás del mostrador.

Janet rodó los ojos, claramente esperando esa respuesta, pero sin estar dispuesta a dejar el tema pasar tan fácilmente.

—¿De verdad? ¿Eso es todo lo que vas a decir? —dijo ella, fingiendo ofenderse mientras cerraba su cuaderno de golpe —Sabes que este proyecto necesita más de ti, y yo tengo una solución. Mi mamá tiene un montón de fotos de cuando éramos niños. Podría preguntarle si tiene alguna de nosotros dos juntos. ¡Sería bueno colocar alguna! Podrías usarlas para llenar esa parte del proyecto que te falta. Para no dejar tu parte en blanco.

Draco hizo una pausa por un momento. La idea de usar fotos de su niñez, especialmente en un proyecto que presentaría en la academia, lo hacía sentir extraño. No era que no valorara esos recuerdos, pero el tema de su familia siempre era un terreno complicado. Miró a Janet, que lo observaba con una mezcla de insistencia y cariño, y soltó un pequeño suspiro.

—No sé, Janet… —dijo, rascándose la cabeza —No es algo que me emocione mucho. Las fotos de mi niñez no son precisamente lo más… cómodas de ver al menos las que provienen de mi "familia".

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