Johanna dio unos pasos vacilantes, tratando de asimilar lo que veía ante sus ojos. El mundo que se desplegaba frente a ella parecía sacado de un sueño imposible: cielos que cambiaban de color como si estuvieran vivos, islas flotantes suspendidas en el aire, ríos que fluían hacia arriba, desafiante contra toda lógica. Había algo primigenio en ese lugar, como si el tiempo y el espacio no funcionaran de la manera que ella conocía.
—¿Qué es este lugar? —murmuró, con la voz entrecortada.
Daniel, caminando a su lado con una calma inquietante, observaba el horizonte con una mezcla de nostalgia y resignación.
—Este es el otro mundo —respondió—. Un reflejo distorsionado del tuyo, pero conectado en formas que aún no comprendes. Aquí, el tiempo y el espacio no son como en tu mundo. Las reglas son diferentes.
Johanna sintió un escalofrío recorrer su espalda. Todo le parecía extraño, pero al mismo tiempo, familiar. Era una sensación perturbadora, como si en algún lugar de su memoria, ya hubiera visto todo aquello antes.
—No entiendo... —admitió, su voz llena de confusión—. ¿Por qué me siento así? ¿Por qué siento que he estado aquí antes?
Daniel la miró con una leve sonrisa, aunque sus ojos reflejaban algo más profundo, como si guardara una verdad dolorosa.
—Porque estuviste aquí antes, Johanna. Aunque no lo recuerdes, este lugar fue tu hogar una vez.
Las palabras de Daniel cayeron como un peso sobre ella. ¿Cómo era posible? Todo lo que él decía desafiaba la razón, pero no podía ignorar la sensación en su pecho, esa certeza inexplicable que latía con fuerza. Algo en su interior sabía que él tenía razón.
—Hace mucho tiempo —continuó Daniel—, tú y yo éramos parte de este mundo. Nuestras almas estaban conectadas a este lugar, como lo están ahora. Pero algo cambió. Una ruptura, un error, hizo que te perdieras en tu otro mundo, olvidando todo lo que habías sido aquí.
Johanna dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza.
—Esto es demasiado —dijo, su voz temblando—. No puede ser verdad. ¿Cómo puedo haber olvidado algo tan importante? ¿Y por qué ahora?
Daniel se acercó lentamente, sus ojos llenos de compasión.
—Porque el equilibrio entre ambos mundos está colapsando. Los dos mundos están entrelazados, pero algo los está destruyendo desde dentro. Y tu regreso significa que hay una oportunidad de restaurarlo.
—¿Yo? —preguntó Johanna, incrédula—. ¿Por qué yo?
—Porque tu alma es la clave —respondió Daniel con una voz firme—. Hay un poder en ti que ni siquiera tú comprendes aún. Ese poder es lo único que puede detener lo que se avecina.
Johanna quería negar lo que estaba oyendo. Era demasiado, demasiado rápido, demasiado extraño. Pero cuando miró nuevamente hacia el horizonte, sintió que algo en su interior se alineaba con las palabras de Daniel. Aunque su mente no podía procesarlo todo, su alma reconocía la verdad.
Antes de que pudiera hacer otra pregunta, un ruido extraño rompió el silencio. El aire pareció agitarse a su alrededor, y de repente, una figura emergió entre las sombras de una de las islas flotantes. Era alta y delgada, con una armadura negra que parecía absorber la luz a su alrededor. Sus ojos brillaban con una intensidad maligna, y en sus manos llevaba una espada forjada de oscuridad pura.
—Nos encontraron —dijo Daniel con seriedad, mientras se ponía en guardia frente a Johanna—. ¡Mantente detrás de mí!
Johanna retrocedió instintivamente mientras observaba la figura avanzar hacia ellos. Había algo en aquella presencia que hacía que el aire se volviera más pesado, como si una oscuridad palpable los envolviera. El ser se movía con gracia letal, sus pasos eran casi imperceptibles, pero cada uno traía consigo una sensación de terror creciente.
—¿Quién es? —preguntó Johanna, con el corazón latiéndole en la garganta.
—Uno de los guardianes de la oscuridad —respondió Daniel, sin apartar la vista del enemigo—. Fuerzas que han estado esperando tu regreso. No dejarán que cumplas tu destino sin luchar.
El guardián de la oscuridad avanzó con rapidez, y antes de que Johanna pudiera procesar lo que sucedía, Daniel ya había desenvainado una espada que parecía hecha de luz pura. Las armas chocaron con un estruendo que reverberó en el aire, y la batalla comenzó.
Cada movimiento de Daniel era preciso y fluido, pero el guardián no se quedaba atrás. Era un combate feroz, una danza de luz contra sombras, de fuerzas opuestas que colisionaban. Johanna observaba con asombro, sin saber qué hacer, su cuerpo paralizado por la intensidad de lo que estaba ocurriendo.
De repente, en medio de la batalla, algo cambió. El guardián lanzó un ataque directo hacia Daniel, quien logró desviarlo, pero la fuerza de la colisión lanzó al enemigo hacia Johanna. Antes de que pudiera reaccionar, la sombra se abalanzó sobre ella, extendiendo una mano oscura hacia su corazón.
Fue entonces cuando sucedió algo inesperado. Una oleada de energía salió disparada de Johanna, una fuerza invisible pero poderosa, que lanzó al guardián hacia atrás con un grito inhumano. La sombra se disolvió en el aire, dejando tras de sí un vacío palpable.
Daniel se giró hacia ella, respirando con dificultad. Sus ojos reflejaban una mezcla de asombro y reconocimiento.
—Lo hiciste —dijo, aún sin aliento—. Despertaste tu poder.
Johanna, jadeando, no podía creer lo que acababa de ocurrir. Miró sus manos, aún temblorosas, sin saber cómo había hecho aquello. Pero en el fondo, algo en ella lo supo. Había algo dentro de ella, un poder que apenas comenzaba a entender.
—Este es solo el comienzo —dijo Daniel, acercándose lentamente—. A partir de ahora, todo cambiará.
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dos mundos, un corazón.
Ciencia FicciónEl libro "Dos mundos, un alma" es una cautivadora historia que sigue la vida de Johanna Marcus, una joven afroamericana, morena, delgada, con cuerpo de voleibolista. A través de su pasión por el voleibol, se cruza con Daniel Magno, un hombre mestizo...