De vuelta a Nunca Jamás

12.4K 885 90
                                    

─Creí que jamás volvería a Nunca Jamás─ murmuró la reina.

Garfio esbozó una media sonrisa.

─Ya somos dos─ comentó.

Tamina apretó la empuñadura de su espada que estaba sujeta al cinturón de plata en cuanto se cerró el portal que los había traído desde Aladris. No tenía miedo. No estaba asustada. Pero una sensación extraña la comenzó a invadir en cuanto puso un pie en aquella isla; había trabajado tan duro para enterrar aquellos recuerdos que la amenazaban con volver cada vez que daba otro paso a través de la gran selva.

─ ¿Estas bien?─ le preguntó Mary Margaret, quien caminaba justo a su lado.

La aludida alzó la mirada y le regalo una pequeña sonrisa.

─Sí─ trato de sonar lo más convincente. ─Solo es el clima─ mintió─ es muy húmedo.

Mary Margaret no pareció quedar muy satisfecha con su respuesta pero decidió no molestarla más con el asunto.

─Estamos caminando en círculos─ exclamó Regina.

David miró alrededor y se dio cuenta que Regina efectivamente tenía razón, aquellos árboles ya los había visto un par de veces en ese mismo momento.

─ ¿No pueden hacer un hechizo de localización o algo parecido?─ preguntó él.

─Para eso necesitamos algo que le pertenezca a Pan, algún objeto o algo─ comentó Regina.

Emma abrió los ojos desmesuradamente.

─La flauta de Pan.

─¿La tienen?─ inquirió Mary Margaret.

Garfio asintió y saco la rústica flauta que le habían robado a Pan él y Emma en su último encuentro.

Tamina sintió una punzada en el pecho al ver el artefacto.


Flashback

Se sentía sola.

Jamás había tenido a alguien que la hiciera sentir querida, sus padres ni siquiera le prestaban atención se la pasaban todo el tiempo viajando o atendiendo al pueblo. Tamina no sentía ningún rencor hacia ellos pues sabía que era deber de los reyes velar por su pueblo, pero si tan solo pudieran dedicarle un pequeño tiempo a ella, eso sin duda sería fabuloso.

Ese día había cumplido la mayoría de edad, sus padres ni siquiera lo recordaron, para qué culparlos, jamás se habían acordado de sus demás cumpleaños.

Se sentó sobre su cama y observó la luna brillar. Siempre había sido su única compañera, cuántas cosas no le había contado, probablemente la luna sabía más de su vida que sus propios padres.

Una sutil melodía comenzó a hacerse cada vez más audible, Tamina miró hacia todos lados pero no había nada que en su habitación que pudiera producir aquel sonido. Aquella melodía incitaba a seguirla, la chica pudo identificar que era una flauta. Una melodía algo melancólica pero atrayente. Cerró los ojos e intentó dormir, probablemente era su cabeza jugándole una mala pasada o tal vez solo estaba soñando.

Ya había pasado una hora y la melodía no cesaba, Tamina comenzó a desesperarse y sin pensarlo dos veces se puso una capa de color azul marino sobre su pijama y salió en busca del responsable.

El pueblo estaba vació, el camino de diamantes ni siquiera estaba iluminado lo cual indicaba que era realmente tarde. Una pequeña luz que incrementaba cada vez que se acercaba, llamó su atención. Una fogata.

« ¿Esos son niños?» se preguntó.

Gente pequeña con apariencia de niños danzaban alrededor de la fogata con máscaras de animales sobre el rostro, algunos llevaban tambores acompañando la melodía de la flauta. Tamina se acercó un poco más para poder observar mejor y en cuanto giró su cabeza pudo distinguir al flautista, pero su rostro no era visible; se acercó un poco más, la capa que el flautista llevaba le impedía a la chica ver su rostro con claridad.

Un nudo se formó en su garganta en cuanto el flautista se dio cuenta de su presencia.

─ ¿Gustas acompañarme?─ preguntó sonriente.

Tamina sentía su pulso correr a mil por hora, ¿cómo es que aquel muchacho se había logrado acercar a ella? En un parpadeo el chico había pasado de estar sentado a tres metros de distancia a estar frente a ella.

─ ¿Quién eres?─ preguntó la princesa.

El muchacho esbozó una media sonrisa.

─ ¿Quién eres tú?─ respondió él con otra pregunta.

La chica frunció el ceño y parpadeó un par de veces.

─Como sea─ empezó ella─ solo he venido a pedirte que dejes de tocar, por favor. No me dejas dormir.

El muchacho arqueó una ceja.

─ ¿Escuchas la flauta?

Tamina lo miró incrédula.

─ ¿En verdad me estas preguntando eso? Claro, ¿por qué no lo haría?

─Interesante─ comentó él.─ ¿Y te gusta?

─ ¿Qué cosa?

Él sonrió─ La melodía. Le gusta a cualquier persona que la escucha, pero me sorprende que una chica la escuche, eres la primera.

─La verdad no me gusta─ mintió.

─ ¿Ni siquiera el flautista?─ alzó de nuevo una ceja y le regaló una sonrisa ladeada.

─Mucho menos el flautista─ respondió ella.

El aludido se puso una mano en el pecho ofendido.

─Vaya, eso dolió─ comentó entrecerrando los ojos.─ Pero he de admitir que tú no estás nada mal.

Las mejillas de la princesa se tiñeron de un suave rosa.

─Me tengo que ir─ dijo ella tratando de recuperar la compostura.

El muchacho la tomo de la muñeca antes de que estuviera fuera de su alcance.

─Quédate un poco más.

La mirada azulada de la princesa se topó con la esmeralda del flautista.

─Lo siento, no puedo. Ya es muy tarde, los guardias ya debieron de haber notado mi ausencia.

─ ¿Los guardias?─cuestionó él. Sus ojos se dirigieron a la muñeca de la chica la cual llevaba un pequeño brazalete con la insignia real del diamante de Aladris. Sonrió.

─¿Con qué una princesa, eh?─ murmuró sorprendido. Sus ojos si dirigieron a los de ella─ Esto es nuevo.

El muchacho se puso de pie sin soltarla mientras se acercaba más a ella, Tamina trató de retroceder pero él la tenía fuertemente sujetada.

─Me temo que no puedo permitírtelo─ le susurró al oído.

Fin del flashback


----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Bueno pues esta es una pequeña historia sobre Peter Pan, si les gusta por favor no dejen de votar. 

Cualquier duda o crítica constructiva es bienvenida en el área de comentarios. 

Gracias por leer. 

M.Lordking

Can You Love Me Again?  [/Peter Pan/]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora