Quince minutos

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─Estás loco si crees que tres de nosotros podremos contra todo el ejercito de Aladris─ sentenció Félix, negando con la cabeza.

Pan les había explicado el plan que se había pensado en los últimos cinco minutos. ¿Era un plan suicida? Tal vez. Pero ni Tamina ni Félix habían podido dar una mejor sugerencia.

El plan era simple, o por lo menos la imaginación te lo presentaba de esa manera.

─Sé que se escucha descabellado, Félix─ insistió Pan por tercera vez. ─Pero independientemente de que la guardia real de Aladris se encuentre ahora mismo bajo órdenes directas de Hans, su lealtad siempre será hacia su verdadera reina, Tamina.

─ ¿Y qué hay de tu amigo?─ cuestionó la muchacha.

Félix alzó una ceja, confundido.

─ ¿Tu amigo? ¿A qué se refiere? ─ comenzó Félix, pero el muchacho se vio asombrado por él mismo al llegar rápidamente a la conclusión─ ¿Se refiere a De...?─ Pan no lo dejó finalizar, dándole un sutíl golpe en el estómago.

Tamina los miró preocupada.

─Yo me ocuparé de él, no hay de qué preocuparse─ le explicó Pan.

Pero aunque aquellas palabras parecieron surtir efecto en la joven reina, no ocurrió lo mismo con Félix. Tal vez él no conocía por completo al dichoso Derek, pero Pan le había contado lo suficiente en cuanto el lazo de amistad entre ellos dos se había comenzado a afianzar. Sabía que Pan era alguien de cuidado, y que siempre tenía varios trucos bajo la manga. Pero a Derek le gustaba lo certero. Sabía jugar muy bien sus cartas, o por lo menos eso le había comentado Pan en una ocasión.

Félix suspiró.

Lo único que esperaba era que Pan logrará ser más astuto que Derek.

─ ¡Félix!─ gritó Pan.

El aludido se estremeció ante el llamado, dispersando por completo la ola de pensamientos que lo había abrumado.

─Tamina y tú lideran con Hans─ decretó.

El muchacho asintió y miró por un momento a la que sería su compañera de batalla. Tamina estaba más que lista; llevaba el cabello de tinta recogido en una trenza que se deslizaba por su espalda, el vestido de color celeste que ya le había visto en un par de ocasiones y su imponente espada amarrada al cinturón.

─Sera mejor que te alistes Félix─ le sugirió la chica al darse cuenta de la mirada del muchacho. ─ Nos iremos en quince minutos.

El aludido abrió los ojos con gran sorpresa.

─ ¿Quince minutos?─ exclamó. ─ Ustedes están locos. Hace menos de una hora Pan se acaba de inventar su plan y ¿ya quieren irse? ¿Quién se hará cargo del campamento mientras ni tú y yo estamos, Pan?

El aludido se tomó el puente de la nariz en señal de desesperación. Félix probablemente haría que los matarán si seguía así de despistado.

─Tal vez si prestaras más atención a mis instrucciones y dejarás de pensar en quién sabe qué cosas─ comenzó─ podrías darte cuenta que mencioné que quien se haría cargo del campamento en nuestra ausencia serían Collin y Louis.

Félix levantó las manos.

─Ya, ya, ya entendí─ suspiró. ─Iré a mi tienda a prepararme.

Pan asintió.

─Quince minutos. No más ─aclaró. ─ Nos vemos en la playa.



Can You Love Me Again?  [/Peter Pan/]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora