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— ¿Cuánto te falta para llegar? Te llevamos esperando más de una hora.
— Mami, ya estoy por el cuatro calle —respondió Clarent en la otra línea de la llamada—. 5 minutos más.
Rodé mis ojos a su contestación, ya que eso me dijo hace 10 minutos atrás. Suspiré profundo.
— Por favor, cuando decidas llegar no entres con el bulto ese; aquí nadie te va a estar velando. —Bajé el tono de voz ya que familiares estaban a mi alrededor—. Y no quiero que abuela empiece a preguntar.
— El bulto lo dejo en el carro, pero la colta' se queda encima y eso no pienso discutirlo. —Dice con autoridad.
— Chico, please, aquí están mis sobrinos. —Antes de que terminara de hablar fui interrumpida por él.
— Negativo, te veo allá. —Enganchó la llamada.
Era obvio que su contestación no era sorpresiva para mí, pero vale el intento, ¿no? Si mi abuela se entera que mi novio tiene un arma de fuego adentro de su casa, fallece de un paro cardiaco, y hoy precisamente no quiero que pase.
Hoy era el cumpleaños de mi abuela y, pues, toda la familia se encontraba en su casa celebrando sus años de vida. Cuando digo toda la familia es T O D A la familia. Aquí hay gente que ni conozco o veo hace años. La verdad, si fuera por mí no hubiera venido, ya que aquí estaba una de mis primas, Coralys, y digamos que no nos soportamos. La tipa es insoportable, siempre anda hablando o comparándose conmigo como si yo fuera la del problema. Pero en fin, mi abuela adora a Fabián y, pues, no le voy a fallar a la persona que me crió; en el día de su cumpleaños toca aguantar.
— Bendición, mi vieja. —Exclamó Clarent con una sonrisa, caminando hacia ella y dejando un beso en su mejilla—. Feliz cumpleaños, mi doña hermosa, me alegro verla otro año más. —Le entregó el gran ramo de flores con sus regalos.
Abuela le respondió el saludo con una sonrisa de oreja a oreja, acariciando los cachetes de Fabián.
— Dios te bendiga y la Virgen me lo acompañe. —Agarró de sus regalos sentada en su silla mecedora y le regaló una sonrisa—. Tan bello, mi niño, gracias por esto.
— No me agradezcas, corazón, disfrútalos, que ningún viejo se compara conmigo.
Le tiró una guiña a abuela mientras acercaba una silla para sentarse a mi lado, lo cual mi abuela le correspondió con una carcajada por su comentario. La conexión de ellos es increíble. Él, para ella, es como si fuera su nieto.
— Wow, qué amores, y ni a mí un beso de saludo. —Dije en broma.
Fabián me acercó a él con sus manos en mi cara, dejando un beso firme en mis labios el cual le respondí.
