Tus ojos - Cap 25 Temp 3

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¿El rojo es un lindo color?

Pienso que sí.

Depende de dónde esté.

...

A Draco le gustaba, pero lo que si le desagradaba era que estuviese en los ojos de Edgar.

Los ojos negros de Edgar, siempre tan enigmáticos y sombríos, se veían ahora profundamente marcados por el tormento del llanto interminable. Estaban inflamados, hinchados bajo el peso de cada lágrima derramada con desconsuelo.

El contorno de esos ojos, que antaño parecían resguardar algún misterio, había adquirido un tono encendido, carmesí, como si la piel misma se rebelara ante las continuas y bruscas friegas con las que, en su desesperación, intentaba secar el caudal de su tristeza.

Cada roce de su mano, enrojecida y torpe, no hacía más que avivar un ardor que parecía alimentarse de la misma aflicción que lo consumía.

Incluso en los momentos más cargados de tensión, él era capaz de soltar un torrente de lágrimas si la ocasión lo demandaba. Sin embargo, cuando Draco le gritó con una voz firme y autoritaria que no se movería de aquel lugar, su cuerpo se congeló, inmóvil por unos instantes.

No fue solo el tono áspero y dominante lo que lo paralizó, sino la presión creciente de los brazos de Draco, enormes y musculosos, que lo rodearon con una fuerza casi implacable, como si estuvieran forjados no solo para sostener, sino para impedir cualquier huida.

NO TE IRÁS, EDGAR. T-TE QUEDARÁS AQUÍ CONMIGO.

La voz del mayor, aunque teñida de una evidente angustia, revelaba también un desesperado anhelo que no podía ocultar. Era el grito de una necesidad profunda, casi desgarradora, por mantener a su niño junto a él, como si cada palabra fuera una súplica silenciosa, un ruego desesperado por aferrarse a lo único que deseaba conservar para siempre.

La urgencia en su tono no solo denotaba temor a perderlo, sino una voraz obsesión por retenerlo, por evitar que se desvaneciera de su vida, como arena escapando entre los dedos.

M-me estás apretando mucho.

Edgar, casi entregado por completo a la rendición, apenas logró emitir un leve quejido ante el implacable agarre que lo mantenía cautivo.

La presión de aquellos brazos era tan abrumadora como la sensación de derrota que lo invadía. No le quedaban fuerzas para huir ni para luchar, y mucho menos para herir a quien lo sostenía con tanta fiereza. Cada músculo en su cuerpo parecía haberse rendido, dejando espacio solo para el dolor que se vertía en forma de lágrimas.

Lloraba, cada vez más desesperado, como si el llanto fuera su única salida, el último refugio en una situación de la que ya no podía escapar.

¡T-te sujeto así porque no quiero q-que te vayas!

Ya qué. Draco también estaba llorando.

Ambos lo estaban.

Nada de fingir fortaleza, los dos se estaban destrozando ahí mismo.

Q-quiero irme...

No. No lo quería. Edgar no quería eso.

En lo más profundo de su ser, Edgar anhelaba poder hablarlo todo, desatar las palabras que se acumulaban en su pecho y que, de alguna manera, pudieran devolverles la felicidad que una vez compartieron. Soñaba, aunque fuera de manera tenue y quebradiza, con volver a ser esa pareja que reía sin preocupaciones, como en tiempos pasados.

"Fan" - Draco x Edgar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora