Con una parsimonia casi etérea, entreabrió aquellos dos orbes de una belleza insondable, negros como el firmamento en su plenitud nocturna. No hubo prisa en el gesto, pero al fin, cuando sus párpados cedieron, lo primero que su mirada descubrió fue mi figura a su lado, tras haber plasmado en sus labios un beso leve y delicado, rebosante de ternura contenida.
Una súbita oleada de alegría me invadió al ver que había despertado, aunque la incertidumbre me embargaba, pues no tenía certeza de si realmente sería acogido con los brazos abiertos.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente, reflejando un asombro absoluto, pues nada de lo que imaginaba le preparó para aquel instante. Creyó que la muerte lo habría reclamado, pero jamás en sus más remotos pensamientos habría concebido despertar junto al amor de su vida.
—...¿Q-qué?—
Esas escasas palabras fueron lo único que logró articular, con el rostro sumido en una expresión de desconcierto absoluto, tras varios días sumido en la inconsciencia.
Draco solo pudo sentirse con una alegría tremenda, después de ver a su novio despertándose de una vez luego de todo lo sucedido.
—¡EDGAR! M-mi amor...—
Exclamé con leve agitación al percibir su presencia, fruto de la emoción que me embargaba al constatar que aún respiraba; sin embargo, en su semblante se advertía una sombra de turbación que desmentía cualquier atisbo de alivio.
Me mantuve contemplándolo, expectante de una reacción impregnada de ternura o algún destello emocional por su parte; no obstante, lo único que pude discernir fue un rostro dominado por una repulsión evidente, acompañado incluso de un matiz de pavor.
—...¿Q-qué haces aquí?—
—Te llevé hasta el hospital.—
Edgar sacudió la cabeza en un claro signo de incomprensión absoluta. Todo le resultaba sumamente desconcertante, pues, según su lógica, debería estar muerto.
No obstante, de manera enigmática, ahora se hallaba junto al hombre que, tan solo un día atrás, le había manifestado su odio con vehemencia.
—M-me alegro tanto de que estés bien, mi niño.—
Draco abrazó al contrario fuertemente, con las lágrimas cayéndose como cascada.
Al vislumbrar el abrazo de Draco, el pelinegro, movido por un impulso inconsciente, no tuvo más opción que separarlo con severidad. No había borrado de su memoria el agravio que había padecido un día atrás; de hecho, ni siquiera se percataba de las razones que lo habían inducido a resistir la lacerante tentación del suicidio.
El rockero percibió cómo lo apartaban con aspereza, esbozando una expresión que conjugaba perplejidad y desagrado en simultáneo.
—...¿Por qué me abrazas? ¿¡QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ?!—
Edgar no pudo evitar preguntarle.
—¿¡P-POR QUÉ DIABLOS ESTOY VIVO?! R-RECUERDO HABER MUERTO!!—
Edgar estaba sumido en un mar de interpelaciones, ignorando que había sido Draco quien lo había conducido al hospital y, aún más, que había permanecido jornadas enteras aguardando su ansiado despertar.
Edgar solo pudo sumirse una vez más en el temor ante su entorno y cuestionarse la razón de su propia existencia, hasta que Draco optó por explicárselo.
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"Fan" - Draco x Edgar
Romansa¿Y si tu artista favorito se cruzara frente a tí un día totalmente al azar? A nadie le pasó eso, a Edgar sí; y no sabe ni cómo ni cuando sucedió tal cosa, que cambiaría su adolescencia para siempre. Solo sabe que sus emociones van más allá del arte...