XVI

2.4K 263 7
                                    

Al día siguiente después de todo lo ocurrido, Claude con Sebastian habían decidido no volver a la mansión Phantomhive, por lo que fueron lejos de ahí. Todo se había ido al carajo por culpa de Hannah y Elizabeth. Ciel y Alois prefirieron la soledad de cada uno, por lo que los dos decidieron que sería mejor que Alois se fuera a su mansión. Así que arreglo sus cosas, y se fue.

A lo lejos los observaban dos mujeres, esa misma noche atacarían, tenían a Ciel y a Alois solos y alejados, pero eso no impediría su plan, incluso, lo mejoraría, así el otro no sabría cuando esta muerto uno. Los matarían lentamente, para luego encargarse de los dos demonios mayores.

Todo gracias a la espada mortal de Hannah.

En el atardecer, las dos terminaron su plan. Terminaron de cambiar sus prendas para una de la ocasión.

-¿Estas segura que sólo esta Ciel? Recuerda que si me estas mintiendo no tomaré responsabilidad de mis actos Elizabeth.

-Estoy segura, ahora saca de una vez esa asquerosa espada.

-Bien...-Puso su mano en su boca, introduciéndola más cada vez, haciendo arcadas en cada forzoso tirón. Al encontrarla, la tiro hacia la intemperie de una vez. Recuperó el aliento y limpio.



Fueron a la mansión Phantomhive, y entraron por el balcón de la habitación principal. En la cual de encontraba, un joven de cabello azul, con ojeras notables hasta en la oscuridad, ojos rojos, acurrucado en el rincón de la habitación. Sus manos rotas, sus piernas tiritaban, todo era por el, y por la culpa del demonio que le contó historias hermosas, pero la realidad horrible. Su corazón estaba partido. Pero aún quedaban fuerza para hablar.

-Así... Que... Están... Aquí...-Dijo este susurrando. Elizabeth lo vio, y le dio una pena enorme. El ángel que ella conocía no era así. Era fuerte, aunque era un ángel con alas de demonio. Ella se acercó lentamente.

-¡Elizabeth! ¡Ten cuidado!.-Grito Hannah, no hay que confiar en un demonio.

-Elizabeth...-Dijo el joven con la poca energia que le quedaba. Estiró un poco su temblorosa mano, Elizabeth comenzaba a llorar, no... Ese no era su Ciel.

Ella hiba a tocar la mano de su amado, pero un golpe de sangre la hizo caer al suelo. Hannah estaba con sus ojos muy abiertos, no se podía mover.

-¿No te dijeron que no confiaras?.-Preguntó Ciel, de pie, sonriendo sadico, y con un pie encima del estómago de Elizabeth, metiendo más adentro el cuchillo incrustado en ella, el volvía a tener esa mirada orgullosa, mirando en menos a los demas.

-I...idiota... No... No me puedes... Matar con eso....-Dijo ella sonriendo, la única manera de matarla era con esa espada de Hannah, no había otra manera.

-En eso te equivocas.-Una sombra apareció de la nada, detrás de la joven mayor. Para que luego ella sintiera un cuchillo en su cuello.-Si hay otra manera. Más dolorosa... Más sangrienta...

-Mezcla entre el oro, la plata, el cobre y diamante.-Término de decir el menor.-La mezcla de estos cuatro ingredientes, hará al demonio sentir el dolor más agudo de todas sus almas... Todas ellas saldrán de su cuerpo, explotando el corazón del demonio, su cabeza saldría volando, y quien sabe otros términos del dolor... Y tu Elizabeth, pronto sentirás ese dolor.

Después de eso, Ciel se acercó a Sebastian. Y este aún con su cuchillo en el cuello de Hannah, sosteniéndola. Pero fue inteligente, salió de entre medio de esas dos cosas, y salió volando por la ventana. Pero nadie la persiguió, ya que se encargarían de ella Claude y Alois.

Los dos demonios que estaban en la habitación, se tomaron de más manos, sonriendo. Mientras veían ese cuerpo estallar y gritar entre la sangre. Los dos con sus ojos gatunos, mirando con hermosura la belleza que estaba ante sus ojos. Pero antes de la explosión del cuerpo, salieron de la habitación... Se habían aburrido, así que se dirigían a la mansión Trancy.

-Salió bien...-Dijo Ciel sonriendo.

-Claro que si mi amor, pero...-Sebastian paro el recorrido, para acercar a Ciel a su cuerpo, mientras Sus labios de juntaban en un beso apasionado.

-Prometeme que nunca volverás a soñar ese tipo de cosas, con cualquiera que no sea yo.-Dijo Ciel algo molesto.

-No lo haría por ningún motivo, te amo a ti... ¿Acaso no lo entiendes?

Volvieron a besarse en el aire, en un beso lujurioso, prometiéndose cosas, con la respiración entrecortada... En poco tiempo todo sería hermoso. Pero aún faltaba un problema... Grell y William.

Solo soy un mayordomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora