XXI

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Pasaban las semanas, y los antojos de Ciel eran exactamente peores. A veces salía Sebastian a comprar sus mandados, y Ciel entablaba conversaciones con su futuro hijo.

-Hijo mio, ¿Que quieres comer hoy?.-Su estómago gruñó, y se dio cuenta que quería chocolates, chocolate belga para ser exactos.-Buena elección mi niño.

Fue lentamente al sillón en el que antiguamente trabajaba, ya que le dolía un poco la espalda, había dormido sentado la noche anterior, por quedarse dormido, con un helado de vainilla a medio comer.

"¿Que habrá pasado con el aristocrático, orgulloso, y asesino Ciel Phantomhive?" Se preguntó el joven demonio, de 200 años aproximados.
"No lo se... Lo único que quiero ahora es comer un rico chocolate con mi hijo".

-¡Meirin!.-Gritó el joven.

-¿S...si amo?.-Respondió al rato ella al llegar a donde se encontraba Ciel.

-Traeme un chocolate belga por favor.-Dijo sin mas.

-Si señor.

Meirin salió después de eso. Ciel se arreglo bien en la silla, y apoyo sus delgadas manos en su estómago.

-Así que te tengo aquí ¿no?.-Dijo apuntando y acariciando después su estómago.-Tu me darás felicidad, al igual que la que me da tu padre, ¿no es cierto?... Quiero pensar desde ya, que nombre te voy a colocar... Miraremos por internet.

"Ca...¿Caligula?. ¿Es un nombre?... No tenía idea, pero no me gusta para ti.
¿Caleb? Me gusta, lo dejaremos a un lado.
¿Cleo? Mmm... Me recuerda a egipto, esta interesante.
¿Damian?, viene de domador... Igual esta interesante, pero no.
¿Derek? Que actual..."

Y así se paso el rato, ni siquiera se dio cuenta cuando Meirin le había traído el chocolate, estaba concentrado en su hijo, y en su nombre. Porque si, el quería un hombre... Y Sebastian, una niña.

Eran pasadas más 6pm, y al fin había llegado Sebastian. Pues debía hacer otras cosas, como trabajar, pues si, ya no era un mayordomo. Era un hombre común y corriente. Que ganaba dinero colosal, ya que sabía hacer de todo. Y por todo, era bastante literal el término.

-Llegué.-Dijo cansado el mayor, al entrar en la habitación donde dormían ambos demonios, pero Ciel no estaba ahí. Se asustó, quizá le había pasado algo... Así que comenzó a correr por los pasillos, hasta que entró a la sala de trabajo. Ahí estaba.

-Oh, ¿Como te fue hoy?.-Preguntó de lo más normal Ciel, parándose con dificultad, por su espalda, y besando tiernamente a su amado demonio.

-Bien... ¿Como has estado, y mi niña?.-Respondió más tranquilo.

-Bien, algo hambriento. Y es niño.

-Niña.

-Niño

-Niña

-Instinto maternal mi amor, se que es niño.

-Pero salió de aquí.-Apuntó a su parte baja.-Así que presiento que es niña.

-Si, como quieras.

-Niña.

-Niño.

¿Donde habrán quedado esos sentimientos satánicos, y de muerte, que por tantos años, y siglos, satisfacían esos duros y helados corazones? ¿Donde quedó ese orgullo infernal? ¿Ese odio a la vida? ¿Las razones de las elegías?. Ya no hay razón para eso. Y el odio se fue, he aquí un amor que gano la batalla más difícil, de una manera tan sencilla que ni siquiera se dieron cuenta de ello. El amor, por el odio, la maldad, la penumbra.
Un par de corazones palpitando fuertemente por cualquier cosa.
Un ser que se creó a partir del amor de dos seres sin ello.
Un ser que aún se oculta en el cuerpo de uno de ellos, esta creciendo ahí. Con el amor, la pasión de cuidar, y amar a un ser más a parte de ellos mismos y del otro.

-Bien, Ciel, mejor vete a dormir de una vez. Mañana hablaremos del tema

-¡Pero recién son las 7pm!

-Pero mañana debes ir a visitar al "médico".

-Bien...

-¿Quieres que te cambie yo?

-¿Eh? ¡N..NO! ¡Es... Decir, no, no te preocupes! Después de todo, trabajas mucho, y ya no soy un niño.

-Bien, Buenas noches.-Se acercó a Ciel, y depósito un dulce beso en su frente. Desordenó sus azules cabellos, y se fue.

Ciel camino lentamente por el dolor en su espalda, que aún no bajaba del todo.
Al llegar, tiro todo al carajo, y se durmió sin más.

"En la cocina, se escuchaban pequeños gemidos. No, no era eso, eran simples besos. Me había levantado, por ello. Pero no sabía de donde venía, al llegar.... ¡¿ENCONTRE A FINNY Y A BARD DANDOSE UN BESO?!."

-¡UWA!.-Grito Ciel de miedo sentándose en la cama. Miró a su lado, y en ese lugar se encontraba Sebastian. Durmiendo, sereno.-Por tu culpa, hijo mio. Que me haces soñar tonterías.

Se levantó lentamente de la cama, el dolor había disminuido. No quería despertar a su amante, pues trabajaba arduo para tener dinero, aunque de eso le sobraba, y bastante.
Camino suavemente a la cocina, sólo por un rico sorbo de agua.

Pero al llegar...

¡Bard de verdad estaba con Finny haciendo eso! Era un beso bastante dulce, uno suave, pero la suavidad excita a lo sensual. Por lo que Finny no podia evitar soltar gemidos algo sonoros después de eso.
Ambos al darse cuenta que su amo los observaban, quedaron petrificados.
10 minutos, quedando de pie. Sin decir palabra alguna, los sirvientes asustados, de que su bocchan los echara de la mansión.

-Sigan en lo que estaban.-Se atrevió a decir Ciel, pasando como si nada, por el lado de ellos dos.

-Bocchan... No... ¿No nos echara de la casa?.-Preguntó asustado Bard.

-¿Porque lo haría? Es amor, ¿no?

-Mu...muchas gracias, joven amo.-Respondió Finny.

-No hay de que.

Bebió su vaso, y fue a su cama. Observó nuevamente a Sebastian, y beso dulcemente su suave cabello, y boca.

-Después de todo.... ¿Es amor, no?

Dijo, y luego se quedó dormido. Pero duró poco, horas después, se encontraba Sebastian despierto. Yendo a comprar, lo que en una lista le había dejado su amado Ciel... Otra vez.

-Bien... Espera, ¿Que es esta lista?.-Dijo Sebastian, cuando encontró un papel al lado de la cama. Lo revisó, y estaban los nombres que había clasificado Ciel para su hijo. Sebastian sonrió, y buscó un lápiz. Escribió en toda la hoja "Será una niña". Y lo dejó en donde antes estaba antes.

¡Hola! ¿Haganme un favor? Dejare que ustedes decidan el nombre del niño o niña. Para eso, dejenme en comentarios sus nombres favoritos. Bueno, eso... ¡nos vemos!

Solo soy un mayordomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora