07 | Cambio de aires

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Me acomodo en una de las mesas del café Tribeca, dejando que la luz suave del mediodía me envuelva

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Me acomodo en una de las mesas del café Tribeca, dejando que la luz suave del mediodía me envuelva. Con un libro abierto frente a mí, intento concentrarme en las palabras, pero mi mente se distrae. Cada vez que la puerta se abre, mi corazón da un pequeño salto, esperando ver a Riley entrar.

Cuando finalmente escucho la campanita de la puerta, me enderezo en mi asiento, solo para ver pasar a un grupo de adolescentes riendo a carcajadas. Decepcionada, vuelvo a sumergirme en mi libro, pero mis pensamientos divagan hacia la última semana que he pasado junto a Caleb en la floristería. También me viene a la mente su beso inesperado.

A lo lejos, veo una figura familiar aparecer en la entrada. Es Riley. Una ola de alivio me envuelve al verla; ahora mismo, es una de las pocas personas que realmente conozco en Oakville.

-¡Lo siento, perdí la noción del tiempo! -exclama al sentarse de golpe frente a mí.

Desde nuestro encuentro en el pier, hemos intercambiado un par de mensajes durante los últimos días con el fin de ponernos un poco al corriente sobre nuestras vidas. Aunque no tengo intención de quedarme mucho tiempo en Oakville, siempre viene bien contar con alguien conocido.

-No hay problema, tengo un millón de cosas en la cabeza -le digo, sonriendo mientras cierro el libro y lo dejo a un lado.

Riley se acomoda en su asiento, sus ojos brillan con curiosidad.

-Cuéntame, ¿qué te ha pasado? ¿Sigues pensando en lo de la floristería? ―pregunta, consciente de lo que he estado viviendo últimamente.

Suspirar se convierte en un hábito mientras intento encontrar las palabras adecuadas. La mezcla de emociones que siento por Caleb todavía burbujea en mi interior. Es como si en mi cabeza no parara de reproducirse la imagen del beso como si estuviera viendo una película en bucle.

-Sí, la floristería... -empiezo, jugueteando con la servilleta que tengo frente a mí―. Ha sido una semana extraña, para ser sincera. Caleb y yo hemos pasado mucho tiempo juntos... Y bueno, no puedo evitar sentirme confundida, ¿sabes?

Riley se inclina hacia adelante, sus ojos llenos de interés.

-¿Por el beso?

Asiento, sintiendo que mi corazón late un poco más rápido al recordar ese momento.

-Eso es normal. -Riley sonríe, dándome un poco de ánimo-. ¿Habéis hablado sobre eso?

-No, no todavía -respondo, sintiendo un nudo en el estómago-. Simplemente ambos hacemos como si no hubiera existido, pero pasó, Riley. Y ahora todo mi mundo está patas arriba. Estoy deseando que las cosas mejoren en la floristería para volver a mi vida en Londres. Oakville revive sentimientos en mí que quiero mantener alejados.

Ella permanece en silencio varios segundos, como si estuviera procesando lo que acabo de decir.

Dentro de la cafetería, el ambiente comienza a volverse más bullicioso; el sonido de las charlas y las risas se entrelaza con el aroma del café recién hecho. Doy un sorbo al café que me pedí justo unos minutos antes de que viniera mi amiga y echo un leve vistazo por la ventana, tratando de encontrar un poco de claridad en mis pensamientos.

Todo lo quiero contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora