02 | Bienvenida a Oakville

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¿Cómo se despierta de una pesadilla cuando ni siquiera estás durmiendo?

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¿Cómo se despierta de una pesadilla cuando ni siquiera estás durmiendo?

Niego con la cabeza varias veces, como si ese simple gesto borrara cualquier rastro de las palabras que acaba de decir el notario. El hombre, de unos cincuenta años, se ajusta las gafas sobre el puente de su nariz. Me observa mientras me debato con la incredulidad. La sala, con sus paredes revestidas de madera oscura y muebles clásicos, parece haber adquirido una atmósfera más pesada. Por primera vez me angustia estar en un espacio cerrado.

―No es posible ―repito, buscando un posible rayo de esperanza en que se haya equivocado.

―Lo entiendo ―dice el notario con voz firme pero empática―, pero es la realidad de la situación.

Trago saliva y trato de enfocar mi mente en algo concreto. Después de tantos años, Hazel vuelve a aparecer en mi vida, no de forma literal, pero su sola mención me crea un nudo en el estómago.

―¿Cómo llegamos a esto? ―mi voz se quiebra, luchando por encontrar una pregunta que no se sienta inútil―. ¿Por qué no me dijeron antes?

―Lo que le estoy diciendo es la verdad de los hechos actuales ―dice―. Puede ser difícil de aceptar, pero lo mejor ahora es enfrentar la situación con toda la información disponible y buscar soluciones.

Mi mirada viaja por toda la sala buscando una vía de escape, cuando unos leves golpes en la puerta me traen de vuelta a la realidad. Ahogo un suspiro cuando esta se abre y veo la figura de Hazel al otro lado. A tan solo unos metros de distancia. El último recuerdo que tenía de ella no tiene nada que ver con lo que estoy viendo ahora. En sus ojos veo calma, algo que no notaba cuando aún vivía en Oakville, pero también cierta preocupación. Como si este momento fuera algo demasiado difícil para ella.

Hazel se detiene en la puerta, su presencia silenciosa pero cargada de significado. Hay algo en su postura, en la forma en que observa la sala y a mí, que me sugiere que ella también está atrapada entre el pasado y el presente.

El notario, consciente del impacto de su aparición, rompe el silencio.

―Señorita Walsh, por favor, entre. Estábamos justamente discutiendo sobre la situación actual y los próximos pasos a seguir.

Hazel avanza con pasos medidos, su mirada fija en cualquier punto de la sala excepto en mí. Su apariencia, más madura y reservada, es un reflejo evidente del tiempo que ha pasado desde la última vez que la vi.

Ocupa el asiento junto a mí y, al sentarse, me dedica una leve mirada que apenas cruza con la mía, antes de posar sus ojos en el notario.

―Hola, Caleb ―dice con una voz que intenta ser amable, pero que lleva un matiz de nerviosismo que no puede ocultar.

Su postura erguida pero tensa, como si cada gesto estuviera calculado para mantener un control emocional que ahora parece frágil. La habitación se siente aún más cargada con su presencia. Cada segundo que pasa en esta sala me resulta una eternidad, y todo lo que quiero es que esto acabe cuanto antes y salir de aquí.

Todo lo quiero contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora