09 | Al final todo vuelve

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Tienes el control, Hazel

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Tienes el control, Hazel.

Recuerdo las palabras de Gwen cuando mi mano roza sin querer la cicatriz que se asoma por el dobladillo de mi camiseta cuando me acomodo en el sofá.

El portátil se halla sobre mi regazo mientras navego en el archivo que he creado para organizar los arreglos florales que hemos elegido Caleb y yo para los novios. Con cada clic, siento que la ansiedad se disipa un poco. Todo debe ser perfecto para la boda, si quiero que la floristería de mi abuela vuelva a tener el esplendor de hace años.

El timbre suena sacándome de mis pensamientos. Cierro el archivo y coloco el portátil a un lado mientras me levanto del sofá, sintiendo un cosquilleo de emoción por la noche de películas que nos espera. Abro la puerta y ahí está Riley, con una gran sonrisa y una bolsa llena de patatas, gominolas y cómo no, mis galletas de chocolate favoritas.

—¡Hola, florista! —dice, iluminando la entrada con su energía—. Siento llegar un poco tarde, pero el tráfico estaba horrible.

—No te preocupes —contesto, restándole importancia—. Justo estaba organizando los arreglos para la boda.

Camina hasta la cocina y deja la bolsa sobre la encimera. Después suelta un leve suspiro y me observa con atención.

—¿Qué tal va todo? —pregunta, inclinándose un poco hacia mí, como si quisiera saber más.

—Bien, solo un poco agobiada porque todo salga perfecto —respondo, sintiendo que la ansiedad vuelve a asomarse.

Riley se acerca un poco más, apoyando una mano en mi hombro.

—Saldrá, Hazel. Tu abuela estaría orgullosa —asegura, con un tono de sinceridad que me llena de calidez.

Sonrío, aunque mi sonrisa no termina de llegar a los ojos. Desde que volví a Oakville, siento que vivo en una presión constante, como si estuviera atrapada dentro de una burbuja que crece cada día un poco más y que, en cualquier momento, podría estallar.

Primero mi marcha de Londres, la muerte de mi abuela, el reencuentro con Caleb y el recuerdo del fantasma de mi madre que me persigue como si aún tuviera poder sobre mí.

—¿Estás bien? —pregunta, con la voz suave al ver que mi mente parece encontrarse en otro lugar lejos de aquí.

Cierro los ojos por un instante, como si la simple acción de apagarlos pudiera hacer que los pensamientos se desvanecieran. No quiero hablar de eso. No quiero hablar de todo lo que me asfixia últimamente. Riley es mi amiga, lo sé, pero hay cosas que no quiero compartir. Además, se ha portado muy bien desde que volví a esta ciudad, así que no quiero que mis problemas se conviertan en una carga para ella.

—Sí, solo... —siento como mi voz vacila antes de continuar—. Solo un poco de estrés con todo lo de la boda, ya sabes. Quiero que todo salga bien, que la floristería... que la floristería vuelva a ser lo que era antes.

Todo lo quiero contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora