Capítulo VII.

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Elena.

-¿Acaso está llorando?

Me levanto rápidamente y me seco mis lágrimas antes de hablar.

-C-c-claro que no s-su alteza. -¡No ahora Elena! ¡No puedes tartamudear frente al príncipe Woolfensberwer!

-Descuidada, anelemental, llorona y tartamuda, por Nefter, ¿Hay algo más inapropiado en su persona?

-Hago bromas de mal gusto en momentos inapropiados...

-¿En serio? ¿Acaso tiene alguna de esas bromas ahora?

Lleva otro traje azul marino y verlo aquí me pone en estado de alerta total.

-Francamente no se me ocurre ninguna en este momento su alteza.

-Qué desgracia, y yo esperando que me hiciera reír esta noche, anelemental.

-Elena.

-¿Disculpe?

-Mi nombre, es Elena Brighwood. No, anelemental, que sea una de ellos no quiere decir que ese sea mi nombre.

-¿Acaso se ha atrevido a corregirme?

-¿Le mencioné que también hablo de más cuando me pongo nerviosa?

Sus ojos plateados me detallan y entonces parece verme de otra manera.

-Aguarde un segundo, ¿Usted mencionó que su apellido es Brighwood? ¿El duque Arthur Brighwood significa algo para usted?

-Lo significa todo para mí pues él es mi padre.

-¿Su madre es la princesa elemental Araminta Cragbow?

-Mi madre ahora es la duquesa Araminta Brighwood.

-No me puede estar hablando en serio.

-¿Acaso me ve el gorro con cascabeles por algún lado? Soy mucama, no bufón.

-Es muy insolente cuando se lo propone, ¿Qué tal si la mando a flagelar por sus faltas de respeto?

-¿Tiene testigos acaso?

-¿Cree que los necesito siendo un príncipe?

-Puedo alegar padecer de sonambulismo y usted quedará como el príncipe demente que habla con una anelemental dormida.

Sonríe y su blanca dentadura brilla aún en la oscuridad de la noche, ¿En serio lo hice sonreír? ¿Yo? ¿A él? Pero qué rareza.

-Entonces supongo que esta charla quedará como un secreto entre un príncipe licántropo demente y una anelemental dormida.

-Me parece conveniente.

-¿Ya me dirá porque estaba llorando?

-¿Quién le dijo que estaba llorando? Me estaban transpirando los ojos, eso fue todo.

-Pero qué mujer tan extraña es usted, le transpiran los ojos, es lo más incongruente que he escuchado después del hecho de que usted es una lady que vive como mucama y es denigrada por los miembros de su propia familia. -Eso fue un golpe muy bajo.

-Es mi castigo por ser una anelemental.

-¿Castigo? No puede estar hablando en serio, ¿Acaso usted decidió no poseer algún elemento? -No, claro que no lo escogí, si hubiera podido elegir, ahora tendría un elemento y me estaría preparando para mi boda al pie de las cataratas, tal y como ha sido la tradición desde los tiempos de la reina Endela. -Sé que no lo hizo, así que no es necesario que me responda. Conozco a su padre desde hace años, él no permitiría que usted viva tal miseria, así que deduzco que no le ha confesado los malos tratos que recibe.

El Pasado Nunca MuereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora